La hepatitis es una enfermedad que afecta la función hepática, cuyos síntomas pueden variar según el tipo de infección, la etapa de la enfermedad y la constitución física del paciente. La hepatitis viral (como hepatitis A, B y C) puede manifestarse de manera muy diferente a otros tipos (como hepatitis alcohólica o autoinmune). Los síntomas iniciales a menudo se confunden con fatiga general o malestar gastrointestinal, pero si no se diagnostican a tiempo, pueden conducir a daños hepáticos a largo plazo e incluso a insuficiencia hepática.
La gravedad de los síntomas está directamente relacionada con el grado de daño hepático, pero es importante notar que algunos pacientes pueden estar completamente asintomáticos durante la fase aguda. Los pacientes con hepatitis crónica pueden experimentar síntomas leves durante mucho tiempo, que pueden agravarse gradualmente o solo ser detectados cuando surgen complicaciones. Reconocer los síntomas tempranamente y someterse a una evaluación médica profesional es clave para prevenir daños permanentes en el hígado.
Los síntomas tempranos de la hepatitis suelen ser leves y no específicos, a menudo confundidos con fatiga general o indigestión. Los signos comunes incluyen fatiga persistente, dolores musculares y articulares, y molestias leves en la parte superior del abdomen. Estos síntomas pueden durar varias semanas, pero los pacientes pueden no relacionarlos inmediatamente con problemas hepáticos.
En la fase aguda de la hepatitis viral, algunos pacientes presentan síntomas similares a la gripe, como fiebre, escalofríos y dolor de cabeza. Estos signos pueden aparecer semanas después de la infección, pero entre el 30 y el 50% de los pacientes con hepatitis A no presentan síntomas evidentes en la fase aguda. La hepatitis B y C pueden tener síntomas más discretos en sus etapas iniciales, aunque el daño hepático continúa progresando.
Cuando la función hepática se ve afectada en mayor grado, los síntomas típicos aumentan notablemente. La ictericia es la manifestación más característica, manifestándose como piel y ojos amarillos, orina de color oscuro como té y posible coloración pálida de las heces. Estos cambios son evidencia directa de la incapacidad del hígado para metabolizar la bilirrubina correctamente.
En pacientes con hepatitis crónica, la fatiga prolongada y la dificultad para concentrarse pueden ser los principales problemas. Estos síntomas a menudo se confunden con estrés o falta de sueño, lo que retrasa el diagnóstico. Además, algunos pacientes presentan alteraciones en la coagulación, como sangrado de encías o aumento de hematomas en la piel, relacionadas con la disminución en la producción de factores de coagulación por parte del hígado.
La hepatitis aguda puede presentar síntomas de forma repentina en semanas posteriores a la infección, mientras que los pacientes con hepatitis crónica suelen experimentar una progresión gradual de los síntomas. En la fase aguda, la ictericia, vómitos severos y dolor abdominal pueden empeorar rápidamente en unos días, requiriendo atención médica inmediata. La hepatitis crónica puede mantenerse sin síntomas durante años, y posteriormente desarrollarse síntomas relacionados con la cirrosis, como acumulación de líquido en el abdomen y encefalopatía hepática.
Cuando el daño hepático progresa a la etapa de cirrosis, los síntomas se vuelven más severos y afectan a todo el organismo. Las complicaciones incluyen:
En pacientes con hepatitis C, aproximadamente entre el 15 y el 30% de las infecciones agudas evolucionan a crónicas, etapa en la que pueden presentar síntomas intermitentes, como fiebre inexplicada y dolor en las articulaciones, relacionados con la lucha prolongada del sistema inmunológico contra el virus.
Se debe buscar atención médica de inmediato si se presentan cualquiera de los siguientes síntomas:
Incluso si los síntomas parecen leves, también se debe realizar un chequeo si se cumplen las siguientes condiciones:
Los pacientes con hepatitis crónica que desarrollan nuevos síntomas (como hinchazón en los tobillos o cambios en el estado mental) deben considerar esto como una señal importante de empeoramiento y buscar evaluación y ajuste del tratamiento de inmediato.
Los pacientes con hepatitis crónica deben evitar alimentos altos en grasas, azúcares y procesados para reducir la carga sobre el hígado. Se recomienda aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra (como cereales integrales y verduras) y en vitamina C (frutas), además de controlar la ingesta de sal para prevenir la retención de líquidos. El consumo de alcohol debe ser completamente evitado, ya que el alcohol puede agravar el daño hepático.
¿Qué situaciones requieren atención médica inmediata tras la aparición de ictericia?Cuando la piel o los ojos se vuelven amarillos (ictericia) acompañados de fatiga severa, orina de color oscuro o heces pálidas, puede indicar una disfunción hepática que requiere evaluación urgente. Si además aparecen síntomas como ascitis o alteración del estado mental, se considera una emergencia médica.
¿Cuáles son las diferencias en las vías de transmisión entre hepatitis B y hepatitis C?La hepatitis B se transmite principalmente a través de contacto con sangre, relaciones sexuales o transmisión vertical de madre a hijo, mientras que la hepatitis C se transmite principalmente por contacto con sangre, como compartir agujas o instrumentos médicos. Ambos virus no se transmiten por contacto cotidiano (como compartir comidas), pero es importante evitar el contacto con sangre y fluidos corporales potencialmente infectados.
¿Cuáles son los efectos secundarios comunes del tratamiento con interferón en pacientes con hepatitis?El interferón puede causar síntomas similares a la gripe (fiebre, escalofríos), disminución de glóbulos blancos y cambios en el estado emocional. Algunos pacientes pueden experimentar mareos o fatiga, por lo que es importante realizar análisis de sangre periódicos y comunicar al médico cualquier efecto secundario severo para ajustar la dosis.
¿Qué vacunas son efectivas para prevenir la infección por hepatitis?La vacuna contra la hepatitis A proporciona inmunidad a largo plazo, mientras que la vacuna contra la hepatitis B requiere completar tres dosis para generar suficientes anticuerpos. Actualmente, no existe vacuna para la hepatitis C, por lo que la prevención se basa en evitar el contacto con sangre y mantener prácticas sexuales seguras.