El tratamiento de desfibrilación es un procedimiento médico de emergencia que utiliza corrientes eléctricas de alta energía para restaurar el ritmo cardíaco normal, principalmente en casos de arritmias potencialmente mortales como la fibrilación ventricular o la actividad eléctrica sin pulso. Esta técnica interrumpe instantáneamente los latidos anormales mediante una descarga eléctrica, promoviendo que el corazón recupere su función de contracción coordinada.
En situaciones de emergencia como infarto, paro cardíaco o arritmias severas, la desfibrilación puede aumentar significativamente la tasa de supervivencia. La clave radica en reducir el tiempo desde la descarga hasta la recuperación del corazón, por lo que es común en escenarios de primeros auxilios y en unidades de cuidados intensivos hospitalarios.
La desfibrilación se divide principalmente en «Desfibrilación externa (Defibrilación externa)» y «Desfibrilación interna (Desfibrilador Cardioversor-Desfibrilador Implantable, DCI)». La desfibrilación externa se realiza mediante parches electrodo adhesivos o desfibriladores portátiles, mientras que el DCI es un dispositivo implantado de forma permanente en el tórax.
Se aplica principalmente en situaciones críticas como fibrilación ventricular (FV), taquicardia ventricular sin pulso (TVSP), y algunos casos de paro cardíaco. En pacientes en estado de coma o paralizados, si el electrocardiograma muestra arritmias reversibles, la desfibrilación inmediata puede mejorar notablemente la supervivencia.
Tras cirugías específicas o en pacientes con insuficiencia cardíaca recurrente, puede recomendarse la implantación de un DCI como medida preventiva. La decisión debe ser evaluada por un cardiólogo tras un análisis de riesgo a largo plazo.
La desfibrilación externa requiere confirmar que el paciente no tenga pulso ni respiración. El operador debe analizar el ritmo cardíaco con el desfibrilador y, según el ritmo «disparable de descarga», seleccionar la energía de la descarga. La primera dosis en adultos suele ser de 200-360 julios, ajustándose en posteriores descargas.
El DCI implantable requiere una cirugía para colocarlo subcutáneamente, y el dispositivo decide automáticamente si administra una descarga según los parámetros preestablecidos. Los pacientes deben acudir periódicamente para ajustar configuraciones y evitar contacto con campos magnéticos fuertes o fuentes de alta tensión.
Este tratamiento puede detener en segundos las arritmias mortales, y estudios muestran que una desfibrilación oportuna puede aumentar la tasa de supervivencia en paro cardíaco súbito en un 40-60%. La popularización de los DEA portátiles permite que personas no profesionales participen en la reanimación.
Puede causar quemaduras en la piel, fracturas de costillas o daño en el tejido miocárdico. Aproximadamente el 5-10% de los pacientes experimentan confusión temporal o ansiedad. Las descargas repetidas pueden aumentar el riesgo de daño miocárdico, por lo que se deben seguir estrictamente los niveles de energía establecidos.
Complicaciones graves incluyen:
Contraindicaciones incluyen presencia de objetos metálicos cerca de dispositivos electrónicos implantados en el tórax, contacto con objetos metálicos no desfibrilados, y ciertas anomalías anatómicas cardíacas. Antes de la operación, se debe confirmar que el paciente no solo presenta actividad eléctrica sin pulso (PEA).
Durante la cirugía, es necesario asegurarse de que el paciente esté fuera del agua para evitar cortocircuitos. Los pacientes con DCI deben evitar campos magnéticos fuertes como MRI y someterse a evaluaciones cardíacas periódicas.
Debe usarse en conjunto con medicamentos antiarrítmicos (como amiodarona), aunque estos pueden alterar la lectura del electrocardiograma y afectar la interpretación del desfibrilador. En casos de intubación o ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea), la colocación de electrodos debe ajustarse.
Cuando se combina con marcapasos, se debe verificar que no haya conflictos en la configuración. Pacientes con cirugías torácicas previas pueden tener alteraciones anatómicas que afectan la eficacia de la descarga, requiriendo ajustes en la colocación de electrodos.
Estudios muestran que por cada minuto de retraso en la desfibrilación, la tasa de supervivencia disminuye entre un 7-10%. Ensayos clínicos grandes confirman que la tasa de supervivencia en pacientes con paro cardíaco extrahospitalario que reciben AED en tiempo oportuno puede superar el 30%. La implantación de DCI reduce en un 60-70% el riesgo de muerte súbita en un período de cinco años.
Las guías de la American Heart Association (AHA) enfatizan que la desfibrilación debe combinarse con reanimación cardiopulmonar (RCP). Estudios de registros grandes muestran que los pacientes que usan correctamente el desfibrilador tienen mejores funciones neurológicas al alta hospitalaria.
Las alternativas a corto plazo incluyen medicamentos (como adrenalina, sulfato de magnesio) o marcapasos, aunque no detienen inmediatamente las arritmias mortales. La gestión a largo plazo puede incluir ablación por radiofrecuencia o reparación quirúrgica de anomalías estructurales cardíacas, pero no son soluciones de emergencia.
Opciones no invasivas como monitores cardíacos portátiles pueden predecir riesgos, pero no reemplazan la descarga eléctrica inmediata. Todas las alternativas requieren evaluación cardíaca periódica y cambios en el estilo de vida.
Antes de la desfibrilación, el paciente debe seguir las indicaciones médicas para suspender medicamentos que puedan afectar el ritmo cardíaco (como anticoagulantes) y ayunar de 6 a 8 horas. El equipo médico evaluará la condición cardíaca del paciente y realizará electrocardiogramas o análisis de sangre para garantizar la seguridad del procedimiento. Pacientes con diabetes o en tratamiento prolongado deben informar con anticipación al personal médico.
¿El proceso de desfibrilación duele?Durante el procedimiento, se administra anestesia breve, por lo que el paciente estará inconsciente y no sentirá dolor. Tras despertar, puede experimentar mareo o dolor muscular temporal, que generalmente desaparece en pocas horas. El personal monitorea continuamente el ritmo cardíaco y los signos vitales para garantizar la seguridad.
¿Qué efectos secundarios pueden ocurrir después de la cirugía? ¿Cómo manejarlos?Algunos pacientes pueden presentar enrojecimiento o inflamación en la piel, o quemaduras temporales en el sitio de contacto de los electrodos, que pueden aliviarse con cremas. Otros pueden experimentar palpitaciones o mareos; si estos síntomas persisten más de 24 horas o empeoran, se debe acudir al médico inmediatamente. Se recomienda evitar conducir o manejar maquinaria durante las primeras 24 horas tras la cirugía.
¿Necesito cambiar mis hábitos diarios después de la cirugía?Generalmente, se recomienda evitar ejercicio intenso durante una semana y realizar monitoreos periódicos del ritmo cardíaco. Si tiene hipertensión o hipercolesterolemia, debe controlar estas condiciones. Dejar de fumar, limitar el consumo de alcohol y mantener una dieta baja en sal y grasas puede reducir el riesgo de recurrencia de arritmias.
¿Cuál es la tasa de éxito de la desfibrilación?La tasa de éxito depende del tipo de arritmia y la salud general del paciente. La cardioversión en taquicardia supraventricular tiene una tasa de éxito del 80-90%, mientras que en fibrilación ventricular es menor pero es una medida de emergencia esencial. La revisión periódica y el tratamiento farmacológico pueden mejorar el control a largo plazo. El médico ajustará el plan de tratamiento según el riesgo de recurrencia.