La prescripción de ejercicio es un plan sistemático de actividad física elaborado por profesionales de la salud en función de la condición física y los objetivos de salud del paciente. Su objetivo principal es mejorar las enfermedades crónicas, promover la recuperación funcional o prevenir el empeoramiento de la enfermedad mediante un diseño científico del ejercicio. Esta terapia combina evaluación personalizada y principios de medicina basada en la evidencia, pudiendo mejorar eficazmente la función cardiorespiratoria, la fuerza muscular y la regulación metabólica del paciente.
La prescripción de ejercicio se divide principalmente en cuatro tipos: ejercicio aeróbico, entrenamiento de resistencia, entrenamiento de flexibilidad y entrenamiento de equilibrio. El ejercicio aeróbico, como correr o nadar, estimula adaptaciones cardiovasculares, promoviendo el crecimiento mitocondrial y la angiogénesis. El entrenamiento de resistencia aumenta la masa muscular mediante cargas, elevando la tasa metabólica basal y la densidad ósea. Sus mecanismos fisiológicos incluyen la inducción de enzimas antioxidantes, la regulación de la sensibilidad a la insulina y la mejora de la coordinación neuromuscular.
Este método es adecuado para pacientes con síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, osteoporosis y otras enfermedades crónicas. Para quienes necesitan rehabilitación, como después de una artroplastia, se pueden diseñar ejercicios específicos para recuperar la capacidad de actividad. Los pacientes con obesidad pueden mejorar eficazmente la proporción de grasa corporal y la acumulación de grasa en el hígado mediante una prescripción estructurada de ejercicio. Grupos especiales como personas mayores o embarazadas deben ajustar la intensidad para prevenir caídas o complicaciones durante el embarazo.
La ejecución de la prescripción sigue el principio FITT: Frecuencia (semanas), Intensidad, Tiempo y Tipo. Por ejemplo, a un paciente con diabetes se le puede recomendar 5 veces por semana, 30 minutos de ejercicio aeróbico de intensidad moderada. La dosis debe ajustarse según la clasificación de la condición física del paciente, comenzando posiblemente con un 50-60% de la frecuencia cardíaca máxima, y aumentando gradualmente hasta alcanzar el objetivo. Es necesario reevaluar periódicamente la prescripción mediante pruebas de aptitud física.
La práctica a largo plazo puede mejorar la función cognitiva y retrasar el atrofiamiento cerebral. También ayuda a la salud mental, promoviendo la liberación de endorfinas y aliviando síntomas de depresión.
Advertencia importante: Si durante el ejercicio aparecen dolor en el pecho, mareos o fatiga anormal, se debe detener inmediatamente y acudir al médico.
Las contraindicaciones incluyen infarto agudo de miocardio en fase aguda, hipertensión no controlada (>180/110 mmHg) y artritis aguda. Los grupos de alto riesgo deben realizarse bajo supervisión, y quienes tengan dispositivos de marcapasos implantados deben evitar movimientos bruscos. Las embarazadas deben evitar ejercicios en posición supina, y las pacientes con preeclampsia deben limitar la intensidad.
Al combinarse con medicamentos para reducir la glucosa, se debe ajustar la dosis para evitar hipoglucemia. Al usarse con anticoagulantes, se debe tener cuidado con los cambios en la coagulación inducidos por el ejercicio. En rehabilitación, la prescripción de ejercicio puede complementarse con fisioterapia, pero se debe evitar conflicto con el uso de inmovilizadores articulares. Los pacientes en terapia psicológica pueden potenciar los efectos mediante la liberación de endorfinas inducida por el ejercicio.
Estudios muestran que la práctica regular de la prescripción puede reducir en promedio el HbA1c en pacientes con diabetes tipo 2 en 0.5-1.0%. Los pacientes con enfermedades cardiovasculares pueden mejorar su consumo máximo de oxígeno en un 15-20% tras 6 meses. En osteoporosis, el entrenamiento de resistencia puede aumentar la densidad mineral ósea en un 1-3%. Las guías clínicas recomiendan integrar la prescripción de ejercicio en el tratamiento de primera línea de la hipertensión.
Para pacientes que no pueden hacer ejercicio, se pueden considerar ayuno intermitente o terapias de estimulación metabólica. Para problemas articulares severos, opciones como ejercicio acuático o entrenamiento por estimulación eléctrica son viables. Los medicamentos como los agonistas del receptor GLP-1 pueden ser la primera opción en el tratamiento metabólico, aunque deben considerarse los posibles efectos secundarios gastrointestinales.
Al elaborar una prescripción de ejercicio, el médico evalúa la edad, nivel de condición física, estado de salud (como función cardiopulmonar, resistencia muscular), antecedentes de enfermedades crónicas (como hipertensión, diabetes) y estilo de vida personal (como tipo de trabajo, tiempo libre). Además, se consideran contraindicaciones para el ejercicio (como molestias en las articulaciones) o antecedentes de lesiones previas, para garantizar la seguridad y adecuación del tipo y la intensidad del ejercicio.
¿Qué hacer si aparecen dolor muscular o molestias en las articulaciones durante el ejercicio?Si aparecen molestias leves, se pueden aliviar con compresas frías o calientes, estiramientos o actividades de baja intensidad. Si el dolor en las articulaciones persiste o empeora, se debe detener el ejercicio y consultar al médico para ajustar el plan. No se recomienda tomar analgésicos por cuenta propia ni forzar el entrenamiento, para evitar lesiones tisulares o inflamación crónica.
¿Cómo deben los pacientes con enfermedades crónicas (como diabetes) realizar ejercicio de manera segura?Los pacientes con enfermedades crónicas deben consultar con su médico para determinar el rango de frecuencia cardíaca objetivo y la frecuencia de monitoreo de glucosa. Por ejemplo, los pacientes con diabetes deben medir su glucosa antes y después del ejercicio, evitar riesgos de hipoglucemia y escoger ejercicios con bajo impacto en las articulaciones, como ejercicio acuático. El médico puede recomendar un intervalo de 1-2 horas entre medicación y ejercicio, ajustando la dosis según la respuesta individual.
¿Cuánto tiempo tarda en reflejarse la efectividad de la prescripción de ejercicio?Generalmente, tras 6-8 semanas de práctica regular, se pueden observar mejoras en la función cardiorrespiratoria, fuerza muscular o control glucémico. Sin embargo, el progreso varía según la condición física inicial, y se debe complementar con control dietético y evaluaciones periódicas. El médico ajustará la intensidad o el tipo de ejercicio en función de los datos de seguimiento para asegurar avances continuos.
¿Cómo manejar la situación en la que no se puede completar la prescripción de ejercicio debido a limitaciones de tiempo?Se puede negociar con el médico para dividir la práctica en sesiones cortas, por ejemplo, realizar 3 sesiones de 10 minutos de ejercicio de intensidad moderada al día en lugar de una sola de 30 minutos. Caminar durante el desplazamiento, realizar estiramientos en casa o aprovechar momentos libres para entrenamiento de resistencia son alternativas. Lo importante es mantener la regularidad, no completar todo en una sola vez, y el médico puede replanificar un esquema flexible según la situación real.