La ablación endometrial es una cirugía mínimamente invasiva mediante endoscopía dirigida a tratar hemorragias uterinas anormales, principalmente destruyendo el tejido del endometrio para reducir el flujo menstrual. Esta terapia es adecuada para mujeres que no responden a medicamentos y que no presentan lesiones estructurales uterinas, permitiendo conservar la estructura uterina y mejorar la calidad de vida.
La cirugía generalmente se realiza en consulta externa o en una sala de procedimientos diurnos, utilizando ondas de radiofrecuencia, crioterapia o energía térmica, seleccionando de manera específica la destrucción de la capa basal del endometrio sin afectar el músculo uterino. Los efectos pueden durar años, aunque no eliminan completamente el riesgo de endometriosis o cáncer de útero.
Se dividen en tres técnicas principales: ablación por energía térmica (como radiofrecuencia o láser), crioterapia (uso de nitrógeno líquido) y método de presión con burbujas de agua. La tecnología térmica calienta hasta 60-100°C, provocando la denaturación de las proteínas del endometrio; la crioterapia utiliza temperaturas bajas (-40°C) para causar necrosis por cristalización del tejido.
Todas las técnicas requieren primero expandir la cavidad uterina con un medio de distensión (como solución salina fisiológica o gas) para asegurar una distribución uniforme de la energía. El mecanismo de efecto consiste en reducir de forma permanente la capacidad de regeneración del endometrio, aunque la capa basal puede conservar potencial de regeneración, por lo que puede ser necesaria una segunda intervención.
Principalmente para pacientes con menorragia severa (más de 80 ml por ciclo) que causa anemia o afecta su vida diaria. Los candidatos deben cumplir con los siguientes criterios:
Las guías clínicas recomiendan que las pacientes mayores de 30 años con útero de tamaño normal (<7.5 semanas de gestación) sean las principales candidatas. Es necesario descartar malformaciones uterinas o infecciones graves como contraindicación.
El procedimiento incluye tres fases: anestesia (local o sedación), dilatación uterina y transmisión de energía. Los instrumentos ingresan por el cuello uterino, ajustando la potencia de energía (como láser de 50-150W) y el tiempo de aplicación (de 5 a 15 minutos) según el tamaño uterino.
Después de la intervención, se administran analgésicos y antibióticos para prevenir infecciones, con un período de recuperación de aproximadamente 1-3 días. La dosis de tratamiento debe ajustarse a la morfología uterina; un exceso puede causar perforación uterina, mientras que una dosis insuficiente puede reducir la eficacia.
Las principales ventajas incluyen:
Estudios muestran que después de cinco años, el 70% de las pacientes están satisfechas con los resultados, además de evitar complicaciones asociadas a cirugías abiertas. Es adecuada para quienes desean mantener su fertilidad pero sufren de sangrado menstrual severo que afecta su vida.
Las reacciones adversas comunes a corto plazo incluyen:
Complicaciones graves incluyen perforación uterina (<1%), infecciones y daño a las trompas de Falopio. A largo plazo, puede causar adherencias en la cavidad uterina o insuficiencia de regeneración endometrial, afectando la fertilidad futura.
Contraindicaciones absolutas incluyen:
Contraindicaciones relativas abarcan malformaciones uterinas, miomas mayores de 3 cm o retroversión severa del útero. Antes del procedimiento, se debe realizar una histeroscopía o ecografía para confirmar la morfología uterina, y está terminantemente prohibido en personas alérgicas a materiales de crioterapia o energía térmica.
No hay interacción directa con terapias hormonales (como progestágenos o GnRH), pero se recomienda un intervalo de al menos 3 meses. Si se usan anticoagulantes, se debe ajustar la dosis para evitar riesgos de sangrado.
Pacientes con antecedentes de cirugía uterina (como curetajes) pueden requerir ajustes en los parámetros de energía. Comparado con la embolización de las arterias uterinas, la ablación es más adecuada para problemas de sangrado menstrual que para tratar miomas.
Ensayos controlados aleatorios muestran que el 90% de las pacientes reducen su flujo menstrual en más del 50% en 6 meses, con una eficacia sostenida del 75% a los 3 años. Sin embargo, en mujeres mayores de 45 años, la eficacia puede disminuir debido a cambios hormonales.
El seguimiento a largo plazo indica que el riesgo de cáncer de endometrio no aumenta significativamente, aunque en pacientes con adenomiosis puede disminuir la eficacia en un 30%. Se recomienda monitorear el grosor endometrial cada 2 años tras el tratamiento.
El tratamiento farmacológico incluye:
Las alternativas invasivas incluyen:
Al elegir, se deben comparar la durabilidad del efecto, la tasa de recurrencia y las necesidades futuras de fertilidad, por ejemplo, los dispositivos intrauterinos con progestágenos son reversibles pero deben cambiarse cada 5 años.
¿Qué restricciones de actividades diarias se deben seguir después del tratamiento?
Durante la primera semana, se recomienda evitar levantar objetos pesados o realizar ejercicio intenso para prevenir un aumento del sangrado uterino. Se sugiere realizar caminatas suaves u otras actividades leves, reanudando gradualmente la actividad normal en 2-4 semanas. La actividad sexual y el uso de tampones deben evitarse por al menos 2 semanas, siguiendo las indicaciones médicas.
¿Cuánto dura el sangrado postoperatorio y cómo aliviar las molestias?
Algunas pacientes experimentan sangrado irregular o secreciones que suelen durar de 1 a 2 semanas. Para el dolor abdominal leve, se pueden tomar analgésicos prescritos por el médico. Si el sangrado supera una toalla por hora o presenta fiebre o secreciones malolientes, se debe acudir inmediatamente al médico.
¿Cómo afecta esta terapia a la futura fertilidad?
La ablación del endometrio puede dificultar la implantación del embrión, pero no es una forma definitiva de esterilización. Si se queda embarazada accidentalmente, aumenta el riesgo de ruptura uterina. Antes del tratamiento, se debe confirmar que no hay intención de concebir y discutir con el médico las opciones anticonceptivas posteriores.
¿Qué preparaciones especiales se deben hacer antes del procedimiento?
Antes del tratamiento, se recomienda realizar ecografía uterina y examen ginecológico para confirmar la morfología uterina y descartar miomas o cáncer. Es aconsejable programar la cirugía en un momento específico del ciclo menstrual, ayunar 6 horas antes y suspender medicamentos anticoagulantes.
¿Cómo se evalúa la durabilidad del efecto?
Alrededor del 70-80% de las pacientes experimentan una reducción significativa del flujo menstrual, aunque la eficacia varía según la velocidad de recuperación del endometrio. Se recomienda realizar controles cada 6-12 meses para monitorear el flujo menstrual y considerar otras opciones si los síntomas persisten o reaparecen.