La cirugía de suspensión de vejiga es un procedimiento mínimamente invasivo diseñado específicamente para mejorar la incontinencia urinaria, principalmente dirigida a la incontinencia de esfuerzo causada por prolapso de órganos pélvicos o disfunción del esfínter uretral. Este procedimiento implica la implantación de una banda especial que soporta la uretra media para restaurar su función de cierre normal, siendo adecuado para pacientes que no responden a tratamientos conservadores o con síntomas severos. La técnica puede realizarse mediante abordaje abierto, vaginal o transuretral, seleccionando el método más adecuado según la estructura anatómica del paciente.
1. Suspensión abierta con banda: inserción de la banda a través de una incisión vaginal o abdominal inferior, indicada en casos con anatomía compleja. 2. Suspensión sin tensión (TVT): inserción de una banda preformada mediante pequeñas incisiones en las paredes abdominales laterales, que distribuye la tensión de manera uniforme para reducir el daño tisular. 3. Mini-Sling: inserción mediante una sola incisión, con menor tamaño de herida y recuperación más rápida.
El mecanismo principal de la banda consiste en formar una estructura de soporte físico que, cuando aumenta la presión abdominal (como en la tos, ejercicio), ajusta automáticamente la tensión de la uretra para prevenir pérdidas involuntarias de orina. Los materiales utilizados suelen ser biocompatibles, hechos de polímeros sintéticos o tejidos autógenos, que mantienen el soporte a largo plazo sin ser absorbidos.
Principalmente indicada para pacientes con incontinencia de esfuerzo moderada a severa, que experimentan pérdidas involuntarias al toser, hacer ejercicio o levantar objetos. También es apropiada para pacientes que no han obtenido resultados satisfactorios tras procedimientos de suspensión uretral o ejercicios de Kegel. En casos especiales como daño en los ligamentos del suelo pélvico postparto o incontinencia mixta asociada a vejiga neurogénica, también puede considerarse esta cirugía.
Es necesario que un urólogo o ginecólogo evalúe mediante estudios urodinámicos, cistoscopía y otras pruebas para confirmar si la estructura anatómica y la gravedad de los síntomas cumplen con los criterios para la cirugía. En general, se recomienda para pacientes mayores de 40 años con impacto significativo en su calidad de vida.
La cirugía generalmente se realiza bajo anestesia general o espinal, con una duración de aproximadamente 30-90 minutos y una estancia hospitalaria de 1 a 3 días. La elección del material de la banda debe basarse en la historia de alergias del paciente, y algunos pueden requerir pruebas de alergia. Después del procedimiento, se recomienda entrenamiento del suelo pélvico, con un período de recuperación de aproximadamente 4-6 semanas, evitando levantar objetos pesados y realizar ejercicio intenso.
No existe un concepto de «dosis» en el sentido tradicional, pero la longitud y tensión de la banda deben ajustarse con precisión: demasiado tensa puede dificultar la micción, demasiado floja no controlará eficazmente la incontinencia. El médico ajustará la tensión según la longitud de la uretra y la estructura anatómica, usando imágenes o palpación para determinar la tensión óptima.
Los riesgos a corto plazo incluyen: 1. Probabilidad de infección del tracto urinario del 5-10%. 2. Desplazamiento o exposición de la banda que requiere cirugía adicional (incidencia del 3-5%). 3. Dificultad temporal para orinar que requiere cateterización. A largo plazo, pueden presentarse síntomas de irritación uretral o molestias durante las relaciones sexuales.
Complicaciones graves incluyen: 1. Daño nervioso que causa dolor crónico. 2. Rechazo de la banda. 3. Daños en la vejiga o uretra. Si aparecen hematuria, dolor severo o signos de infección tras la cirugía, se debe acudir inmediatamente al hospital.
Las contraindicaciones incluyen: 1. Infección activa del tracto urinario no controlada. 2. Trastornos de la coagulación o uso de anticoagulantes. 3. Obstrucción de la salida de la vejiga. Antes de la cirugía, se debe suspender el uso de aspirina y otros antiplaquetarios al menos una semana.
Después de la cirugía, se deben seguir las siguientes recomendaciones: 1. Evitar levantar objetos superiores a 5 kg durante 4 semanas. 2. Realizar controles periódicos de flujo urinario. 3. Consultar si la sensación de cuerpo extraño persiste más de 2 semanas. Pacientes con diabetes o enfermedades autoinmunes deben tomar medidas adicionales para prevenir infecciones.
Interacciones con medicamentos: 1. El uso concomitante de bloqueadores alfa puede afectar el flujo urinario, requiriendo ajuste en el momento de la medicación. 2. Anticonceptivos o terapias hormonales pueden retrasar la cicatrización de heridas. Interacciones con otros procedimientos: si se realiza simultáneamente con cirugía de prolapso de órganos pélvicos, se debe evaluar el riesgo de daño tisular.
Ensayos controlados aleatorios muestran que la suspensión sin tensión tiene una tasa de éxito del 87% en un seguimiento de 2 años, superior al 60% de los tratamientos farmacológicos. Estudios a largo plazo indican que después de 10 años, el 70% de los pacientes mantienen un buen control de la vejiga. La efectividad varía significativamente según el tipo de banda, por lo que la elección del material y la técnica de implantación debe basarse en la estructura anatómica.
Opciones no quirúrgicas incluyen: 1. Entrenamiento de los músculos pélvicos combinado con electroestimulación. 2. Medicamentos como esteroides metilados o inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. 3. Inyecciones de ácido hialurónico para aumentar el soporte de los tejidos alrededor de la uretra.
Otras alternativas quirúrgicas: 1. Suspensión del cuello de la vejiga. 2. Implantación de esfínter uretral artificial. 3. Implantación de dispositivos de neuromodulación. La elección debe basarse en la gravedad de la causa y la edad del paciente.
¿Qué preparativos se deben realizar antes de la cirugía?
El paciente debe someterse a un examen físico completo y pruebas de orina y de imágenes para evaluar la función vesical y la estructura anatómica. Se recomienda suspender los anticoagulantes, como la aspirina, al menos dos semanas antes para reducir el riesgo de sangrado, y ajustar los medicamentos de enfermedades crónicas con el médico. El cirujano explicará el procedimiento y los riesgos, y el paciente debe firmar un consentimiento informado tras entender todo.
¿Cuánto tiempo tarda en recuperarse la actividad diaria después de la cirugía?
Generalmente, se requiere reposo de 1 a 2 semanas. Es posible levantarse después de 24 horas con actividad ligera, pero se debe evitar levantar objetos pesados o realizar ejercicio intenso durante al menos 6 semanas. La función urinaria puede ser inestable inicialmente; se recomienda orinar cada 2-3 horas y seguir las indicaciones médicas para ejercicios de suelo pélvico para facilitar la recuperación.
¿Qué molestias pueden presentarse después de la cirugía y cómo manejarlas?
Las molestias comunes a corto plazo incluyen incomodidad al orinar, dolor o frecuencia urinaria, que generalmente desaparecen en 1-2 semanas. Si aparecen hematuria, dolor severo o fiebre, se debe acudir a urgencias. A largo plazo, pueden presentarse síntomas de vejiga hiperactiva; el médico puede recomendar terapia conductual o medicación, con mejoría en el 80% de los casos en 3 a 6 meses.
¿La cirugía afecta la vida sexual o las actividades diarias?
Durante las primeras 3 a 6 semanas, puede haber molestias por la cicatrización; se recomienda evitar relaciones sexuales. La mayoría de los pacientes recuperan su función sexual, aunque algunos pueden experimentar molestias por la posición de la banda, que puede requerir ajuste en consulta. En actividades diarias, se aconseja no levantar objetos superiores a 5 kg durante al menos 3 meses.
¿Cuál es la tasa de éxito de la cirugía y qué factores influyen en ella?
La tasa de éxito general oscila entre el 70% y el 90%, dependiendo de la edad del paciente, la duración de la enfermedad y la gravedad de la anomalía estructural. Pacientes con diabetes o con atrofia tisular severa tienen menor tasa de éxito y pueden requerir tratamientos adicionales. El seguimiento regular y la correcta rehabilitación aumentan la eficacia; se recomienda revisiones cada 3-6 meses durante el primer año para evaluar la función de la suspensión y la recuperación vesical.