La síndrome de Sjögren (Sjögren's Syndrome) es una enfermedad autoinmune crónica que se caracteriza principalmente por la inflamación y daño en las glándulas exocrinas, como las glándulas lagrimales y salivales, lo que conduce a una disminución en la secreción de lágrimas y saliva. Esta enfermedad puede acompañarse de síntomas sistémicos y, en casos severos, afectar la función de los órganos internos, impactando la calidad de vida del paciente. Actualmente no existe una cura definitiva, pero con un tratamiento adecuado y manejo diario, es posible aliviar los síntomas y prevenir complicaciones.
Esta enfermedad es más frecuente en mujeres de mediana edad, con una proporción hombre-mujer de aproximadamente 1:9, y a menudo se confunde con envejecimiento o síndrome de ojo seco. Estudios recientes sugieren que la Sjögren puede estar relacionada con ciertos genotipos específicos y factores ambientales desencadenantes. El diagnóstico temprano es clave para retrasar la progresión de la enfermedad, por lo que los pacientes deben realizar controles periódicos de la función hepática y renal, así como de los indicadores sanguíneos, para evitar daños en los órganos.
El mecanismo de la Sjögren involucra una compleja disfunción autoinmune. Normalmente, las células inmunitarias deben reconocer y atacar solo patógenos externos, pero en los pacientes, las células T y B atacan erróneamente las glándulas lagrimales y salivales, provocando inflamación y atrofia glandular. Este proceso puede estar asociado con predisposición genética; estudios indican que ciertos genes de antígenos leucocitarios humanos (HLA-DR3 y HLA-DQ) aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Los factores ambientales se consideran desencadenantes importantes. Infecciones virales (como el virus de Epstein-Barr), cambios hormonales (como en la menopausia) o exposición prolongada a sustancias químicas pueden activar defectos inmunológicos genéticamente predispuestos. La investigación muestra que quienes tienen antecedentes de artritis reumatoide o lupus eritematoso sistémico tienen una incidencia 3-5 veces mayor de desarrollar Sjögren.
Los síntomas de la Sjögren se dividen en «síntomas de glándulas exocrinas» y «manifestaciones sistémicas». Los tres principales son: sequedad persistente en la boca que dificulta la deglución, síntomas de ojo seco que requieren el uso frecuente de lágrimas artificiales, y disminución de saliva que aumenta la caries dental. Algunos pacientes pueden presentar resequedad en la piel, hemorragias nasales u otras lesiones en mucosas.
Aproximadamente el 30% de los pacientes experimentan dolor articular, fatiga y debilidad general. En casos severos, puede haber fibrosis pulmonar, acidosis tubular renal y otras afectaciones de órganos internos. En el sistema nervioso, algunos presentan neuropatía periférica que causa entumecimiento en las extremidades. Es importante destacar que la gravedad de los síntomas no siempre se correlaciona con el grado de daño glandular, por lo que se requiere evaluación objetiva para confirmar el diagnóstico.
El diagnóstico de la Sjögren requiere la integración de síntomas clínicos y resultados de pruebas objetivas. Los criterios incluyen el sistema de clasificación EULAR/ACR 2016, que combina indicadores sintomáticos y biomarcadores. Los exámenes comunes son: prueba de Schirmer para medir la secreción lagrimal, sialografía para evaluar la estructura de las glándulas salivales, y detección de anticuerpos anti-SSA/Ro y anti-SSB/La en sangre.
Es fundamental descartar efectos secundarios de medicamentos (como antihistamínicos) y enfermedades que puedan presentar síntomas similares, como ojo seco primario o efectos de medicamentos en la boca. En casos sospechosos, puede realizarse una biopsia de glándula salival (de la glándula labial) para observar la infiltración linfocítica. Aproximadamente el 15% de los pacientes pueden desarrollar linfoma, por lo que se recomienda monitorear periódicamente la presencia de proteínas monoclonales en suero para descartar transformación maligna.
El objetivo del tratamiento es aliviar los síntomas, retardar el daño a los órganos y manejar las complicaciones sistémicas. Para la sequedad bucal, se pueden usar estimulantes de las glándulas salivales como cevimelina; en casos severos de ojo seco, se recomienda el uso de plasma autólogo en gotas o la oclusión de los conductos lagrimales. En inmunomodulación, el fármaco de primera línea es la hidroxicloroquina, que reduce la inflamación y tiene un perfil de seguridad favorable.
Aunque no es posible prevenir completamente la Sjögren, se pueden reducir las complicaciones mediante controles regulares, como visitas al dentista para prevenir caries, uso de lágrimas artificiales y sustitutos de saliva. Se recomienda evitar fumar para reducir el daño en las glándulas salivales y evitar medicamentos antihistamínicos que puedan empeorar la sequedad bucal.
Se aconseja realizar controles semestrales de anticuerpos antinucleares y niveles de complemento para monitorear la actividad de la enfermedad. Los pacientes con otras enfermedades autoinmunes deben prestar atención a los riesgos cardiovasculares, con chequeos periódicos de colesterol y presión arterial. Los nutricionistas sugieren una dieta rica en fibra y evitar alimentos secos para facilitar la deglución.
Debe acudir al médico si presenta síntomas persistentes de sequedad en boca y ojos por más de 3 meses, acompañados de pérdida de peso inexplicada, inflamación de articulaciones, manchas en la piel o disminución de la producción urinaria, signos de daño renal. Si los síntomas afectan la alimentación o el sueño, se recomienda realizar pruebas inmunológicas de inmediato.
La sequedad bucal es un síntoma típico de la Sjögren y puede aliviarse aumentando la ingesta de líquidos, usando gel o spray de saliva artificial. Se recomienda evitar cafeína y alcohol, y usar humidificadores para mantener la humedad ambiental. Masticar chicle sin azúcar regularmente también ayuda a estimular la producción de saliva y mejorar la deglución y la pronunciación.
¿Es necesario realizar biopsias de glándulas salivales periódicamente en pacientes con Sjögren?La biopsia de glándulas salivales (biopsia de glándula labial) es un método diagnóstico importante, pero en la actualidad, la mayoría de los diagnósticos se basan en marcadores serológicos y evaluación de síntomas. A menos que los síntomas sean poco claros o los resultados iniciales sean inciertos, generalmente no es necesario repetir la biopsia de forma invasiva durante el seguimiento.
¿Qué papel tienen los biológicos en el tratamiento de la Sjögren?Los biológicos, como los anticuerpos monoclonales anti-CD20 (por ejemplo, rituximab), pueden ser efectivos en pacientes con actividad autoinmune severa, ayudando a reducir la inflamación de las glándulas. Sin embargo, su uso debe ser evaluado cuidadosamente por el médico, ya que pueden aumentar el riesgo de infecciones y su administración debe ser individualizada según la gravedad del caso.
¿Cómo prevenir infecciones orales o caries en pacientes con Sjögren?El ambiente seco favorece la acumulación de placa bacteriana y las infecciones por hongos. Se recomienda usar enjuagues con flúor, acudir al dentista cada seis meses y tratar cualquier lesión oral como fisuras en la lengua o úlceras con medicamentos antifúngicos para evitar complicaciones graves.
¿En qué se diferencia la fatiga en pacientes con Sjögren de la fatiga común y cómo puede mejorarse?La fatiga en Sjögren suele acompañar a inflamación crónica, y es diferente de la fatiga habitual, pudiendo durar semanas y no mejorar con descanso. Se recomienda planificar actividades de manera equilibrada, realizar ejercicios suaves como caminar, y aplicar terapia cognitivo-conductual para ajustar el ritmo de vida y aliviar los síntomas.