La parotiditis es una enfermedad altamente contagiosa causada por el virus de la parotiditis, que afecta principalmente las glándulas salivales, siendo la inflamación de la glándula parótida debajo del lóbulo de la oreja el síntoma típico. Este virus se transmite a través de gotas respiratorias, siendo común en niños y adolescentes, aunque adultos no vacunados también pueden infectarse. Aunque la mayoría de los pacientes experimentan síntomas autolimitados, puede ocasionar complicaciones, por lo que es crucial entender sus vías de transmisión y medidas preventivas.
En el pasado, la parotiditis era una enfermedad infecciosa frecuente en niños, pero con el aumento de la cobertura vacunal, su incidencia ha disminuido significativamente. Sin embargo, en áreas o grupos con baja cobertura, aún existe riesgo de brotes. Este artículo explica en detalle las causas, síntomas, métodos de diagnóstico, tratamientos y estrategias de prevención, ayudando a los lectores a comprender mejor esta enfermedad.
El agente causal de la parotiditis es el virus de la parotiditis (virus de la parotiditis), que se transmite principalmente a través de gotas en el aire, por ejemplo, cuando un paciente tose o estornuda y las gotas son inhaladas por otros. El contacto con objetos contaminados por el virus y luego tocarse la boca o la nariz también puede causar infección. Tras ingresar al cuerpo, el virus se replica en las vías respiratorias superiores o en las glándulas salivales, provocando una respuesta inflamatoria local.
Los grupos de alto riesgo incluyen niños y adolescentes no vacunados, especialmente en ambientes congregados como escuelas. Los pacientes con inmunidad comprometida, el personal sanitario en contacto con pacientes, y adultos que no han completado su esquema de vacunación, también están en mayor riesgo de infección. Es importante destacar que el virus de la parotiditis puede transmitirse de manera asintomática, ya que los pacientes pueden propagar el virus hasta 2 días antes de que aparezcan los síntomas, lo que hace más difícil controlar los brotes.
Los síntomas típicos generalmente aparecen entre 16 y 18 días después del contacto con el virus, manifestándose como inflamación no supurativa de una o ambas glándulas parótidas, con dolor a la palpación y mayor incomodidad al comer alimentos ácidos. Aproximadamente el 30% de los pacientes puede presentar solo síntomas inespecíficos, como fiebre, dolor de cabeza y fatiga, lo que puede dificultar el diagnóstico inicial.
En casos severos, pueden ocurrir complicaciones, como orquitis en hombres, que causa inflamación y dolor en el escroto; en mujeres, puede provocar ooforitis. Los niños pueden presentar meningitis, con rigidez en el cuello y alteraciones en la conciencia. En casos raros, puede complicarse con pancreatitis o pérdida auditiva, afectando la salud a largo plazo del paciente.
El diagnóstico clínico en etapas iniciales se basa en la observación de los síntomas y el examen físico, donde el médico confirmará el grado de inflamación y sensibilidad de las glándulas parótidas mediante palpación. Si se sospechan complicaciones, se pueden realizar ecografías o tomografías computarizadas para evaluar daños en órganos. En laboratorio, se puede detectar ARN viral en saliva, sangre o orina, o mediante métodos serológicos para determinar anticuerpos específicos.
El diagnóstico diferencial debe realizarse con otras enfermedades que causan inflamación de las glándulas salivales, como parotiditis bacteriana o cálculos en las glándulas salivales. Si un paciente vacunado presenta síntomas similares, se debe considerar la posible disminución de la protección de la vacuna o la variación del virus, requiriendo análisis moleculares para confirmar el diagnóstico.
Actualmente, no existen medicamentos antivirales específicos para curar la parotiditis; el tratamiento se centra en aliviar los síntomas. Se recomienda reposo adecuado, aplicar compresas frías para reducir la inflamación y el dolor, y evitar alimentos ácidos para disminuir la estimulación de las glándulas salivales. Los antipiréticos como el paracetamol pueden aliviar fiebre y malestar, pero se deben evitar los antiinflamatorios no esteroideos para prevenir complicaciones.
Para complicaciones severas, se requiere atención individualizada: en casos de orquitis, se pueden usar suspensorios para proteger el escroto y analgésicos; en meningitis, hospitalización para monitoreo neurológico. Aunque no hay evidencia que apoye el uso de inmunoglobulinas, la investigación continúa explorando el potencial de anticuerpos monoclonales.
La vacunación contra la parotiditis es la principal estrategia preventiva, recomendándose seguir el esquema de vacunación combinada MMR (sarampión, rubéola y parotiditis): la primera dosis a los 12-15 meses y la segunda entre los 4 y 6 años. La vacuna proporciona inmunidad en aproximadamente el 90% de las personas, con protección que se desarrolla a partir de los 14 días post-vacunación.
Durante brotes, los grupos de alto riesgo que han estado en contacto con pacientes deben realizar un control de salud de 21 días y evitar actividades en grupos. Los lugares públicos deben mejorar la ventilación y promover el lavado frecuente de manos y el uso de mascarillas. Las instituciones médicas deben implementar medidas de aislamiento, colocando a los sospechosos en habitaciones separadas para detener la cadena de transmisión.
Si presenta inflamación de las glándulas parótidas, fiebre superior a 38.5°C o dificultad para tragar, debe acudir rápidamente al médico para descartar otras enfermedades. Si un hombre desarrolla inflamación en el escroto, un niño presenta alteraciones en la conciencia o un adulto experimenta dolor abdominal, también se requiere evaluación urgente. Tras haber estado en contacto con un caso confirmado, incluso sin síntomas, se recomienda consultar a un médico sobre las medidas post-exposición.
Las mujeres embarazadas o inmunodeprimidas que hayan estado en contacto con el virus deben recibir inmunoglobulina en las 72 horas siguientes y monitorear los cambios en los síntomas. El médico puede solicitar análisis adicionales según la historia epidemiológica y la gravedad de los síntomas para confirmar el diagnóstico.
Las complicaciones pueden incluir orquitis (especialmente en hombres adultos), ooforitis, meningitis o pancreatitis. Aunque en niños las complicaciones graves son menos frecuentes, las personas inmunodeprimidas o adultas deben estar particularmente atentos a cambios en los síntomas y consultar inmediatamente si aparecen signos preocupantes.
¿Es posible infectarse a pesar de estar vacunado contra la parotiditis? ¿Qué tan efectiva es la vacuna?La vacunación reduce significativamente el riesgo, pero no elimina completamente la posibilidad de infección. La vacuna MMR (sarampión, rubéola y parotiditis) con dos dosis ofrece una protección del 88-95%. Los adultos que no han completado su esquema pueden consultar a un médico para reforzar la inmunidad.
¿Cuánto tiempo deben estar en aislamiento los pacientes con parotiditis? ¿Qué deben hacer las personas que han estado en contacto?Los pacientes deben estar en aislamiento hasta 9 días después del inicio de los síntomas, especialmente durante la inflamación de las glándulas salivales, que es cuando la transmisión es más probable. Los contactos no inmunizados deben vigilar síntomas estrechamente y, en grupos de alto riesgo como embarazadas o inmunodeprimidos, consultar si necesitan inmunoglobulina.
¿Se pueden usar antipiréticos para aliviar los síntomas durante el período de contagio?Sí, se pueden usar antipiréticos como el paracetamol para reducir fiebre y molestias, pero se debe evitar el uso de aspirina para prevenir el síndrome de Reye. Es importante mantenerse bien hidratado, aplicar compresas frías en las áreas inflamadas y evitar alimentos ácidos para reducir la estimulación de las glándulas salivales.
¿La parotiditis puede causar secuelas a largo plazo? ¿Qué síntomas requieren atención médica inmediata?Las complicaciones graves como pérdida auditiva o infertilidad son raras, pero síntomas como dolor de cabeza intenso, dolor abdominal, inflamación testicular o convulsiones pueden indicar meningitis o pancreatitis, requiriendo atención médica urgente.