La epilepsia es una enfermedad crónica del sistema nervioso cerebral, caracterizada principalmente por episodios recurrentes de actividad eléctrica anormal en el cerebro, que conducen a convulsiones de diferentes grados de severidad. Esta enfermedad afecta a más de sesenta millones de personas en todo el mundo y puede presentarse en cualquier grupo de edad, desde niños hasta ancianos. Las formas de las convulsiones varían desde breves episodios de confusión hasta convulsiones generalizadas que pueden poner en peligro la vida. Un diagnóstico y tratamiento tempranos pueden controlar eficazmente las convulsiones, pero los pacientes requieren un manejo a largo plazo para mantener su calidad de vida.
Los avances en la medicina moderna han mejorado significativamente el tratamiento de la epilepsia, incluyendo medicamentos, cirugías y nuevas técnicas de neuromodulación. Sin embargo, todavía existen malentendidos en la sociedad sobre esta enfermedad, y muchas personas desconocen cómo responder correctamente durante una convulsión. Este artículo presenta de manera sistemática las causas, síntomas, métodos de diagnóstico y estrategias de tratamiento, ayudando a los lectores a comprender de manera integral la epilepsia.
Las causas de la epilepsia son complejas y generalmente implican una descarga anormal de neuronas cerebrales, que puede ser provocada por factores genéticos congénitos o lesiones cerebrales adquiridas. La predisposición genética juega un papel importante en algunos pacientes, especialmente en aquellos con antecedentes familiares de epilepsia o trastornos del sistema nervioso relacionados. Anomalías en la estructura cerebral, como defectos del desarrollo cerebral congénitos, lesiones cerebrales o secuelas de accidentes cerebrovasculares, también pueden desencadenar convulsiones epilépticas.
Los factores ambientales y fisiológicos también son elementos clave de riesgo. Traumatismos craneales severos, infecciones cerebrales (como encefalitis o meningitis), consumo excesivo de alcohol a largo plazo o trastornos metabólicos (como hipoglucemia o desequilibrio electrolítico) pueden inducir epilepsia. En cuanto a la edad, los niños y ancianos, debido a la mayor fragilidad cerebral, son grupos de alto riesgo. Es importante destacar que aproximadamente un tercio de los pacientes con epilepsia no tienen una causa clara, lo que se denomina epilepsia idiopática.
Las manifestaciones de las convulsiones epilépticas son variadas y se dividen en dos grandes categorías: convulsiones parciales y generalizadas. Las convulsiones parciales comienzan en una región específica del cerebro y pueden afectar solo funciones neurológicas locales, como movimientos en extremidades o sensaciones anormales. Las convulsiones generalizadas involucran ambos hemisferios cerebrales y son comunes las convulsiones tónico-clónicas (conocidas como «gran mal»), en las que el paciente pierde la conciencia de repente y presenta rigidez muscular seguida de sacudidas.
Las formas atípicas incluyen las ausencias (especialmente en niños), donde el paciente interrumpe la actividad y fija la mirada en un punto durante segundos o minutos. Los síntomas autonómicos, como dilatación pupilar, enrojecimiento de la piel o pérdida de control de esfínteres, pueden acompañar ciertos tipos de convulsiones. Algunos pacientes experimentan síntomas previos, como miedo inexplicado o malestar abdominal, denominados «aura».
El diagnóstico de epilepsia requiere una integración de la observación clínica, análisis de antecedentes y múltiples pruebas. Los médicos suelen preguntar detalladamente sobre el comportamiento durante las convulsiones, su frecuencia y duración, así como posibles desencadenantes. Las herramientas diagnósticas estándar incluyen el electroencefalograma (EEG) para detectar anomalías en las ondas cerebrales y estudios de imágenes cerebrales como MRI o CT para descartar tumores o anomalías estructurales.
Es crucial diferenciar las convulsiones epilépticas de otras enfermedades, como trastornos no epilépticos de origen cardíaco o mareos. Los médicos pueden solicitar monitoreo EEG prolongado de 24 horas o registrar en tiempo real durante una convulsión. La historia clínica debe incluir antecedentes familiares, factores desencadenantes y medicamentos en uso.
El tratamiento farmacológico es la modalidad más común actualmente, con medicamentos antiepilépticos (AEDs) que regulan neurotransmisores y reducen la actividad eléctrica anormal. Los fármacos de primera línea, como carbamazepina y levetiracetam, deben seleccionarse según el tipo de convulsión. Aproximadamente el 70% de los pacientes pueden controlar eficazmente las convulsiones con un uso regular de medicamentos.
Las epilepsias resistentes a medicamentos pueden considerar evaluaciones quirúrgicas, como resección del foco epiléptico o estimulación del nervio vago. Las terapias emergentes incluyen la dieta cetogénica, que ha mostrado eficacia en niños con epilepsia resistente, y la estimulación cerebral profunda (DBS), que está en fase de aplicación clínica. Los cambios en el estilo de vida, como mantener horarios regulares y evitar desencadenantes, también son componentes importantes del tratamiento.
Aunque algunas causas de la epilepsia son desconocidas, se puede reducir la frecuencia de las convulsiones evitando desencadenantes. La protección de la cabeza, como usar cascos en deportes, puede disminuir el riesgo de convulsiones inducidas por traumatismos. Mantener un estilo de vida regular ayuda a estabilizar el sistema nervioso, evitando falta de sueño, consumo excesivo de alcohol y otros factores desencadenantes.
El seguimiento periódico y la adherencia a la medicación son fundamentales para prevenir las convulsiones. Los pacientes deben llevar un diario de epilepsia, registrando horarios, desencadenantes y respuesta a los medicamentos. Los niños deben tener especial cuidado con las vacunas, ya que infecciones como la meningitis pueden inducir epilepsia. La adaptación del entorno, como medidas de seguridad en el hogar, puede reducir el riesgo de lesiones durante una convulsión.
Ante la primera pérdida de conciencia inexplicada, convulsiones involuntarias o síntomas típicos de epilepsia, se debe acudir de inmediato a evaluación médica. Si la convulsión dura más de 5 minutos o si hay múltiples episodios sin recuperación de conciencia entre ellos, se considera una emergencia. Los pacientes que experimentan una disminución en la eficacia del tratamiento o efectos secundarios deben ajustar su plan terapéutico a tiempo.
En casos especiales, como embarazo, planificación de cirugía o cambios en el tipo de epilepsia, es necesario reevaluar el tratamiento. Si después de una convulsión aparecen síntomas nuevos como dolor de cabeza o dificultades del habla, puede indicar problemas estructurales cerebrales que requieren estudios adicionales. El seguimiento en consulta ayuda a detectar cambios en la condición de manera temprana.
Al presenciar una convulsión, se debe colocar suavemente al paciente de lado para evitar que la saliva obstruya las vías respiratorias, y retirar objetos punzantes cercanos para prevenir lesiones. Nunca se debe sujetar con fuerza los miembros del paciente ni introducir objetos en su boca. La convulsión generalmente dura menos de 5 minutos. Tras ella, acompañar al paciente hasta que recupere la conciencia y llamar a los servicios médicos para evaluar si se requiere atención adicional.
¿Qué precauciones deben tener los pacientes con epilepsia en su vida diaria?Es importante evitar ambientes con luces intermitentes, dormir lo suficiente, evitar el consumo excesivo de alcohol y gestionar el estrés. Se recomienda que los pacientes usen pulseras de alerta médica y comuniquen su condición a colegas o compañeros de estudio para prevenir riesgos durante una convulsión.
¿Qué nuevas terapias existen además de los medicamentos para controlar las convulsiones?Además de los medicamentos, opciones como la estimulación del nervio vago (VNS) y la estimulación cerebral profunda (DBS) son alternativas para pacientes con epilepsia resistente. La dieta cetogénica ha demostrado ser efectiva en niños con epilepsia difícil de tratar, y técnicas como la ultrasonografía focalizada pueden destruir con precisión las lesiones epileptogénicas, reduciendo los riesgos de la cirugía convencional.
¿Es seguro que los pacientes con epilepsia practiquen natación o actividades en altura?Los pacientes que tienen control completo de la epilepsia durante al menos un año y con autorización médica pueden participar en natación, pero siempre bajo supervisión de un salvavidas profesional y sin hacerlo en solitario. En actividades en altura o con maquinaria, se deben seguir estrictamente las indicaciones médicas y evitar participar en estado de fatiga o sin medicación, para prevenir accidentes por una convulsión repentina.
¿Cómo deben manejarse las emociones en pacientes con epilepsia? ¿La terapia psicológica ayuda a reducir la frecuencia de las convulsiones?El estrés emocional puede desencadenar convulsiones. Se recomienda a los pacientes practicar técnicas de relajación como la meditación mindfulness, ejercicio regular y terapia cognitivo-conductual (TCC) para aliviar la tensión. La evidencia indica que la intervención psicológica puede reducir la frecuencia de convulsiones relacionadas con la ansiedad, pero debe complementarse con medicación y no sustituirla.