El dengue es una enfermedad infecciosa aguda causada por un virus transmitido por mosquitos, principalmente a través de la picadura de mosquitos infectados. Esta enfermedad viral es ampliamente prevalente en regiones tropicales y subtropicales del mundo, especialmente durante la temporada de lluvias o en ambientes cálidos y húmedos donde las epidemias son más frecuentes. Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 100 millones de personas se infectan cada año a nivel mundial, con una tendencia de aumento anual en los casos.
El virus se transmite mediante la picadura del mosquito Aedes aegypti y Aedes albopictus. Tras la infección, las personas pueden presentar diversos síntomas clínicos, y en casos graves, puede provocar hemorragias o síndrome de shock. Aunque la mayoría de los pacientes presentan síntomas leves, la mortalidad en casos severos puede superar el 20%, por lo que las autoridades sanitarias prestan gran atención a esta enfermedad.
El agente causal del dengue es el virus del dengue, que tiene cuatro serotipos diferentes, numerados del 1 al 4. El virus se replica en el mosquito y se transmite a los humanos a través de su saliva. Tras picar a una persona infectada, el virus tiene un período de incubación de 7 a 10 días en el mosquito, momento en el cual se vuelve transmisible. Esta característica biológica hace que el control de la epidemia sea muy desafiante, ya que los mosquitos pueden ser portadores del virus durante largos períodos.
Los factores de riesgo están principalmente relacionados con el entorno geográfico y las conductas individuales. Residir o viajar a áreas endémicas, la falta de medidas preventivas contra los mosquitos, y la presencia de agua estancada en el entorno (como macetas, recipientes abandonados) aumentan el riesgo de infección. Las personas con sistemas inmunológicos debilitados (como niños pequeños y ancianos) o que han sido infectadas previamente con otros serotipos del virus, si se infectan nuevamente con un serotipo diferente, pueden desarrollar formas más graves de dengue hemorrágico.
El período de incubación suele ser de 3 a 14 días, seguido de una fase aguda. Los síntomas típicos incluyen fiebre alta (39-40°C), dolor de cabeza severo, dolor retroocular, dolores musculares y erupción cutánea. Aproximadamente del 5% al 20% de los pacientes presentan el « síndrome de dengue », que puede acompañarse de linfadenopatía y leucopenia.
En algunos casos, la enfermedad puede progresar a formas graves, manifestándose con tendencia a hemorragias (como sangrado de encías, petequias), caída de la presión arterial y signos de shock por insuficiencia de perfusión de órganos. Esta progresión suele ocurrir en el quinto día de fiebre, conocida como la « fase crítica », en la que la viremia disminuye pero la respuesta inmunitaria excesiva provoca fuga vascular.
Según la clasificación de la Organización Mundial de la Salud, los síntomas se dividen en:
El diagnóstico clínico se basa en la evaluación de síntomas y antecedentes epidemiológicos, incluyendo antecedentes recientes de picaduras de mosquitos y viajes a áreas endémicas. Los análisis de laboratorio incluyen hemogramas (para detectar trombocitopenia), detección de ARN viral y pruebas de anticuerpos. La prueba de antígeno NS1 en la fase aguda permite un diagnóstico temprano, mientras que en la recuperación se confirma mediante la detección de anticuerpos IgM/IgG en suero.
El diagnóstico diferencial requiere descartar otras enfermedades febriles como la influenza, malaria o infecciones por virus del Zika. Durante brotes epidémicos, las pruebas rápidas de antígenos pueden ayudar a clasificar sospechosos en el lugar, pero la confirmación definitiva requiere pruebas de laboratorio precisas.
El proceso diagnóstico generalmente incluye:
No existen antivirales específicos disponibles actualmente; el tratamiento es de soporte. Los pacientes con fiebre alta deben realizar enfriamiento físico y rehidratación, y en casos de deshidratación severa, se requiere fluidoterapia intravenosa para mantener el volumen sanguíneo. El manejo del dolor se realiza con paracetamol, evitando antiinflamatorios no esteroideos, que pueden aumentar el riesgo de hemorragia.
Los pacientes graves deben ser hospitalizados en unidades de cuidados intensivos para monitoreo de la presión arterial y la función de órganos, pudiendo requerir transfusiones de plaquetas o plasma fresco congelado. Las terapias experimentales incluyen el uso de anticuerpos monoclonales (como Tocilizumab) en el tratamiento de la tormenta de citoquinas, aunque aún en fase de investigación. Los medicamentos antivirales tradicionales, como Takhminavir, están en ensayos clínicos de fase III.
Los principios del tratamiento se resumen en:
Las estrategias preventivas se centran en interrumpir el ciclo de transmisión del mosquito. El control ambiental incluye eliminar recipientes con agua estancada, usar insecticidas en reservorios de agua y fumigaciones periódicas en áreas de alto riesgo. La protección personal requiere vestir ropa de manga larga, usar repelentes con DEET y colocar mosquiteros en interiores.
En cuanto a la vacunación, la vacuna tetravalente contra el dengue (TDV) ha sido aprobada en varios países, aunque las recomendaciones de edad y la eficacia varían según el serotipo. Antes de vacunarse, se recomienda una evaluación médica para determinar antecedentes de infección y estado inmunológico, evitando efectos adversos como la « inmunidad original » que puede empeorar la enfermedad.
Las medidas comunitarias incluyen:
Debe acudir al médico de inmediato si presenta los siguientes síntomas: fiebre alta por más de tres días, manchas o hematomas inexplicables, vómitos persistentes, dolor abdominal intenso, dificultad para respirar o cambios en el estado de conciencia. Estos signos pueden indicar una progresión a la fase de sangrado o pre-shock.
Las personas que hayan sido infectadas previamente con dengue y presenten síntomas diferentes o agravados deben buscar atención médica rápidamente. Las mujeres embarazadas y los pacientes con enfermedades crónicas también deben consultar al médico incluso con síntomas leves. Durante epidemias, la presencia de signos como el « triángulo rojo » (enrojecimiento facial, congestión conjuntival, enrojecimiento cervical) debe considerarse de alto riesgo.
Se deben acudir al hospital de inmediato en los siguientes casos:
Los síntomas del dengue, como fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, son similares a los del resfriado, pero el dengue suele acompañarse de dolor retroocular, erupción cutánea y dolores articulares intensos (conocido como « fiebre de los huesos rotos »). Si la fiebre persiste más de 3 días, hay vómitos frecuentes o hemorragias subcutáneas, se debe acudir al médico, ya que estos son signos claros de que no es un resfriado común.
¿Qué precauciones deben tomarse durante la recuperación del dengue en cuanto a alimentación y actividades?Durante la recuperación, se recomienda evitar actividades extenuantes, ya que el virus puede afectar las plaquetas y el ejercicio intenso puede aumentar el riesgo de hemorragia interna. La alimentación debe ser ligera y fácil de digerir, como arroz, verduras y líquidos con electrolitos. Es importante evitar alcohol y alimentos irritantes para reducir la carga sobre el hígado.
¿Las personas que han tenido dengue están inmunizadas contra otros serotipos?Tras infectarse con un serotipo, se desarrolla inmunidad contra ese serotipo específico, pero si se infecta con un serotipo diferente, puede ocurrir una « potenciación por anticuerpos » que agrava la enfermedad. Por ello, las personas con antecedentes deben seguir protegiéndose contra los mosquitos y no confiar en inmunidad previa para evitar la infección.
¿Cómo pueden los residentes en áreas endémicas reducir la proliferación de mosquitos en sus hogares?Es fundamental eliminar los recipientes con agua estancada, como macetas y latas abandonadas, donde las larvas del Aedes aegypti proliferan. Usar mosquiteros, repelentes con DEET y mantener el entorno seco ayuda a prevenir la reproducción del mosquito. La fumigación periódica y la educación comunitaria también son esenciales para controlar la propagación.
¿Cuánto tiempo después de que los síntomas mejoran puede un paciente volver a su rutina normal?Los casos leves suelen recuperarse en 1-2 semanas, pero algunos pueden necesitar más tiempo si su sistema inmunológico está comprometido. Se recomienda que, tras la recuperación, se eviten actividades intensas durante un mes y se realicen controles periódicos de las plaquetas. En casos graves, con antecedentes de hemorragias o shock, se debe seguir las indicaciones médicas para prolongar el reposo.