Los biológicos son una clase de medicamentos proteicos producidos mediante ingeniería genética, utilizados principalmente para regular el sistema inmunológico hiperactivo y tratar enfermedades autoinmunes. A diferencia de los medicamentos antiinflamatorios tradicionales, los biológicos pueden dirigirse con precisión a vías inmunitarias específicas, como bloquear citoquinas particulares o inhibir la actividad de células inmunitarias, reduciendo así el daño tisular. Esta terapia es especialmente adecuada para pacientes que no responden bien a los tratamientos estándar o que no toleran los efectos secundarios, ofreciendo una opción de tratamiento más específica.
Su principio fundamental consiste en regular la activación anormal del sistema inmunológico, en lugar de suprimirlo de manera general. Esta capacidad de regulación selectiva permite a los biológicos controlar la actividad de la enfermedad mientras disminuyen el riesgo de inmunosupresión sistémica, convirtiéndose en una estrategia clave para diversas enfermedades autoinmunes.
Los biológicos se dividen principalmente en cinco categorías: (1) anticuerpos monoclonales anti-TNF-α, (2) antagonistas del receptor de IL-6, (3) medicamentos para la depleción de células B, (4) inhibidores de IL-17/23, y (5) bloqueadores de señales de células T. Cada tipo apunta a diferentes vías inflamatorias, por ejemplo, los medicamentos anti-TNF-α neutralizan directamente el factor de necrosis tumoral alfa, bloqueando su efecto en la inducción de artritis y dermatitis.
Los biológicos están aprobados para diversas enfermedades autoinmunes moderadas a graves, incluyendo artritis reumatoide, síndrome de Sjögren, espondiloartritis axial y artritis psoriásica. En Taiwán, la cobertura del seguro de salud generalmente requiere cumplir con ciertos índices de actividad de la enfermedad, por ejemplo, en la artritis reumatoide, se requiere que más de dos articulaciones estén dañadas o que la respuesta a los DMARDs tradicionales sea insuficiente.
Recientemente, las indicaciones se han ampliado a enfermedades inflamatorias crónicas intestinales (como la enfermedad de Crohn) y lupus eritematoso sistémico, especialmente en pacientes con biomarcadores positivos específicos. La evaluación de la respuesta al tratamiento suele combinar la mejoría clínica con cambios en biomarcadores sanguíneos (como CRP, ESR).
La vía de administración varía según el medicamento, siendo generalmente inyección subcutánea o infusión intravenosa. Por ejemplo, adalimumab se administra por inyección subcutánea cada 2 semanas, mientras que infliximab se administra por infusión intravenosa mensual. La dosis se ajusta según el peso del paciente o la gravedad de la enfermedad, y algunos medicamentos requieren pruebas de tuberculina antes de la primera dosis.
La capacitación para la autoadministración por inyección subcutánea es un paso importante, donde el personal de enfermería instruye al paciente en la técnica correcta y en el almacenamiento del medicamento. El ciclo de tratamiento suele durar desde varios meses hasta varios años, con seguimiento regular de la función hepática, renal y signos de infección.
La principal ventaja de los biológicos es la rápida supresión de la inflamación, con algunos pacientes notando alivio en el dolor articular y la rigidez matutina en pocas semanas. Su mecanismo de acción específico puede reducir la inmunosupresión sistémica, disminuyendo la necesidad de corticosteroides a largo plazo.
Los efectos secundarios más comunes incluyen enrojecimiento o inflamación en el sitio de inyección, que afecta aproximadamente al 10-15% de los pacientes, con reacciones alérgicas leves. Los riesgos más graves incluyen un aumento en la susceptibilidad a infecciones, especialmente la reactivación de tuberculosis y infecciones virales severas. El uso prolongado puede incrementar el riesgo de ciertos tumores malignos (como linfoma), aunque la incidencia es menor al 1%.
Precauciones importantes: Es necesario realizar pruebas de infección por tuberculosis antes de comenzar, y si la prueba es positiva, se debe administrar tratamiento preventivo. Pacientes con antecedentes de insuficiencia cardíaca o infecciones graves deben evaluar cuidadosamente la relación riesgo-beneficio.
Antes del tratamiento, se deben realizar pruebas de tuberculosis (TST o Quantiferon), cribado de hepatitis y VIH. Las contraindicaciones incluyen infecciones activas, enfermedades cardíacas graves no controladas y alergia a los componentes del medicamento.
Al combinarse con AINEs, se debe tener precaución por el riesgo de hemorragia gastrointestinal. La combinación con metotrexato puede potenciar la eficacia. Cuando se recibe radioterapia o inmunosupresores (como micofenolato mofetilo), se debe monitorear el efecto acumulativo en la inmunidad.
Antes de iniciar la terapia con biológicos, el médico evaluará los medicamentos o suplementos herbales que esté tomando el paciente, ya que algunos ingredientes pueden afectar la regulación inmunitaria. Durante el tratamiento, no se deben administrar vacunas con virus vivos, optando por vacunas inactivadas o de subunidades.
Los ensayos clínicos muestran que el 70-80% de los pacientes con artritis reumatoide alcanzan un bajo nivel de actividad de la enfermedad después de 6 meses de tratamiento, con una tasa de retraso en la destrucción articular de hasta el 60%. Los pacientes con artritis psoriásica que usan inhibidores de IL-17 experimentan mejoras en piel y articulaciones en un 50-70%.
Los estudios a largo plazo confirman que los biológicos reducen la necesidad de cirugías articulares y el riesgo de discapacidad. Sin embargo, la eficacia puede variar según el medicamento y el grupo de pacientes, por ejemplo, los anti-TNF-α son más efectivos en espondiloartritis que los inhibidores de IL-6.
Los tratamientos tradicionales incluyen DMARDs convencionales (como metotrexato), AINEs y corticosteroides en dosis bajas. Los DMARDs tardan semanas o meses en hacer efecto, mientras que los biológicos ofrecen un control más rápido de las exacerbaciones agudas, aunque los medicamentos tradicionales son más económicos y tienen menor toxicidad renal y hepática.
Los fármacos orales de molécula pequeña (como inhibidores de JAK) son una opción emergente, con la ventaja de la administración oral, pero pueden aumentar el riesgo de trombosis. La elección del tratamiento debe basarse en la gravedad de la enfermedad, el alcance del compromiso orgánico y el estilo de vida del paciente.
Si presenta fiebre, tos o inflamación en la piel, debe contactar inmediatamente a su médico. Es posible que se suspenda el tratamiento y se realicen pruebas de infección. En casos graves, puede ser necesario administrar antibióticos o ajustar la dosis. Se recomienda mantener buena higiene personal y vacunarse contra la gripe para reducir el riesgo de infecciones.
¿Requiere preparación especial la inyección de biológicos?La mayoría de los biológicos se administran por inyección subcutánea o infusión intravenosa, y la primera dosis debe ser realizada por personal sanitario. Antes de la autoadministración, el paciente debe verificar la temperatura del medicamento (algunos requieren estar a temperatura ambiente), rotar los sitios de inyección (como abdomen o muslo) y seguir estrictamente las técnicas asépticas para evitar infecciones.
¿Puedo vacunarme durante el tratamiento? ¿Qué vacunas son seguras?Durante el tratamiento, se deben evitar vacunas con virus vivos (como varicela o sarampión), pero se pueden administrar vacunas inactivadas o de subunidades (como influenza o neumocócica). La vacunación debe coordinarse con el médico, preferiblemente antes de comenzar el tratamiento o en intervalos entre dosis, para garantizar la eficacia y seguridad.
¿Cuánto tiempo tarda en hacer efecto el tratamiento con biológicos?El tiempo de respuesta varía según la enfermedad. La artritis reumatoide generalmente muestra mejoría en 6-12 semanas, mientras que la psoriasis puede evidenciar cambios en 8-12 semanas. Algunos pacientes alcanzan el efecto óptimo en 3-6 meses, y el médico ajustará el plan de tratamiento en función de los biomarcadores y los síntomas.
¿Es necesario modificar la dieta o el ejercicio durante el tratamiento?Se recomienda mantener una dieta equilibrada, evitando alimentos azucarados o procesados para reducir la inflamación. El ejercicio aeróbico moderado, como natación o caminatas rápidas, puede mejorar la movilidad articular, pero debe evitarse el esfuerzo excesivo. En caso de inyectarse en casa, el sitio de inyección debe evitar movimientos bruscos que puedan dañar el tejido.