El diagnóstico de la herpes zóster se basa principalmente en la observación clínica combinada con pruebas específicas. Los médicos suelen realizar una evaluación inicial basada en los síntomas descritos por el paciente y la morfología de las lesiones cutáneas, para luego confirmar la actividad viral. Un diagnóstico precoz y correcto puede prevenir complicaciones como la neuralgia postherpética, por lo que el proceso diagnóstico debe equilibrar rapidez y precisión.
El proceso diagnóstico generalmente incluye historia clínica, examen físico y pruebas de laboratorio. El médico prestará especial atención al patrón de distribución de las erupciones y a las características del dolor, además de descartar otras enfermedades cutáneas con síntomas similares. En algunos casos, puede ser necesario realizar cultivo viral o pruebas de anticuerpos para confirmar el diagnóstico.
Durante la evaluación inicial, el médico preguntará detalladamente sobre la evolución de los síntomas. Los pacientes suelen describir una sensación de ardor o punzazón en un lado de la piel, seguida de enrojecimiento y ampollas en unos días. Si estos síntomas siguen la distribución de un nervio y no cruzan la línea media del cuerpo, esto sugiere altamente la presencia de herpes zóster.
En el examen físico, el médico observará la morfología y el alcance de las lesiones. La erupción típica presenta agrupaciones de ampollas con enrojecimiento en la base, concentradas en áreas específicas de dermatomas. En casos de dolor neural severo o inmunosupresión, se reforzarán las pruebas para evaluar el riesgo de complicaciones.
Las pruebas virológicas son clave para confirmar el diagnóstico. Tras recolectar muestras de las lesiones, se puede realizar una prueba de PCR para detectar el ADN del virus del herpes zóster, que ofrece alta sensibilidad y resultados rápidos. Aunque el cultivo viral requiere más tiempo, permite determinar el tipo de virus, útil en casos especiales.
En casos raros o complejos, el médico puede solicitar estudios de neuroimagen. La resonancia magnética cerebral o estudios de conducción nerviosa pueden evaluar la encefalitis o daño en nervios periféricos, especialmente si el paciente presenta síndrome temporal o dolor persistente.
Las herramientas de detección se utilizan principalmente para la identificación temprana en grupos de alto riesgo. Personas mayores de 60 años o inmunodeprimidas, incluso con síntomas atípicos, pueden ser recomendadas para pruebas de ADN viral. El médico también puede usar escalas como la escala de Derbyshire para cuantificar la gravedad del dolor neural y planificar el tratamiento.
La prueba de frotis cutáneo es un método común de detección inicial. La observación microscópica de inclusiones y partículas virales en las células puede detectar infecciones por herpesvirus rápidamente. Aunque no es 100% precisa, ayuda a reducir el rango de diagnóstico.
El diagnóstico diferencial requiere excluir varias enfermedades cutáneas con síntomas similares. La infección por herpes simple (HSV) puede confundirse con herpes zóster, ya que en las etapas iniciales los síntomas son similares, pero HSV generalmente afecta los labios o los genitales y las ampollas están más dispersas. El médico debe distinguirlas mediante tipos de anticuerpos.
La dermatitis de contacto o alergias a medicamentos también pueden causar enrojecimiento y ampollas, pero carecen del patrón en forma de banda que sigue la distribución nerviosa. El médico preguntará sobre sustancias de contacto o antecedentes de medicación para descartar reacciones alérgicas. En pacientes inmunosuprimidos, es importante diferenciar entre herpes zóster y reactivación del virus de la varicela.
Un diagnóstico temprano puede mejorar significativamente la eficacia del tratamiento. Iniciar terapia antiviral dentro de las 72 horas posteriores al inicio de la erupción puede reducir la duración de las lesiones y disminuir el riesgo de neuralgia postherpética. La intervención temprana también evita la diseminación del virus a los ojos o oídos, previniendo complicaciones graves como úlceras corneales o daño en el nervio auditivo.
Para pacientes mayores o inmunodeprimidos, retrasar el diagnóstico puede conducir a viremia o invasión de órganos internos. Un diagnóstico oportuno permite al equipo médico evaluar y comenzar tratamientos inmunomoduladores, reduciendo las tasas de hospitalización y mortalidad por complicaciones. La monitorización regular ayuda a evaluar la respuesta al tratamiento y mantener la enfermedad bajo control.
Las medidas preventivas incluyen detección periódica en grupos de alto riesgo. Por ejemplo, en receptores de trasplantes u pacientes con VIH, incluso con síntomas leves, se deben realizar pruebas de antígenos virales. Esta vigilancia activa ayuda a detectar la reactivación viral tempranamente y prevenir que evolucione a una forma grave.
Las lesiones tempranas del herpes zóster suelen seguir una distribución en banda a lo largo de un nervio, afectando un solo lado del cuerpo, acompañadas de sensación de ardor o punzazón. Si aparecen dolores o molestias sin causa aparente antes de la erupción, se recomienda acudir al médico de inmediato. El diagnóstico puede confirmarse mediante examen cutáneo y pruebas de antígenos virales (como PCR).
¿Es necesario realizar pruebas de laboratorio para diagnosticar el herpes zóster?En casos típicos, el médico confía en la morfología de las lesiones y la historia clínica, pero si los síntomas son atípicos (como en pacientes inmunodeprimidos), puede ser necesario recolectar líquido de las ampollas para cultivo viral o PCR para confirmar la infección por VZV.
¿Cómo afecta el momento de la administración de medicamentos antivirales al pronóstico?Los medicamentos antivirales (como el aciclovir) deben administrarse dentro de las 72 horas posteriores a la aparición de la sarpullido para ser efectivos en la supresión de la replicación viral, reducir la gravedad de las lesiones y disminuir el riesgo de neuralgia postherpética. La demora en el tratamiento puede prolongar la enfermedad o aumentar las complicaciones.
¿Es necesario vacunarse contra la varicela si ya se ha recibido la vacuna?La vacuna contra la varicela previene principalmente la infección primaria, mientras que la vacuna contra el herpes zóster (como Shingrix) está diseñada para reactivar el virus latente. Se recomienda que adultos mayores de 50 años la reciban, incluso si han tenido herpes zóster o se han vacunado contra la varicela anteriormente.
¿Cuáles son las opciones para manejar el dolor de la neuralgia postherpética?Durante la fase aguda, se pueden usar antivirales y corticosteroides para reducir la inflamación; en la neuralgia crónica, pueden ser necesarias bloqueos nerviosos, medicamentos anticonvulsivos (como gabapentina) o parches de lidocaína tópicos. El médico adaptará el plan de tratamiento según la gravedad del dolor.