La artritis psoriásica es una enfermedad inflamatoria crónica de las articulaciones estrechamente relacionada con la psoriasis. Esta enfermedad afecta principalmente las articulaciones y la piel, causando dolor, hinchazón y discapacidad funcional. Tiene un curso recurrente que puede afectar la calidad de vida a largo plazo.
La característica principal de esta enfermedad es la actividad anormal del sistema inmunológico, que provoca una inflamación crónica de la membrana sinovial de las articulaciones. A diferencia de otras enfermedades autoinmunes, la artritis psoriásica suele aparecer simultáneamente o después de las lesiones cutáneas de la psoriasis. Según estudios epidemiológicos, aproximadamente el 30% de los pacientes con psoriasis desarrollan síntomas articulares.
El mecanismo de la artritis psoriásica implica una interacción compleja de factores genéticos, inmunológicos y ambientales. La investigación muestra que ciertos polimorfismos genéticos, como HLA-B27, aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad, pero una mutación genética única no es determinante. La hiperactividad de células T y citoquinas (como IL-17, TNF-α) en el sistema inmunológico conduce a una inflamación persistente en los tejidos articulares.
Los principales factores de riesgo incluyen:
La presentación clínica es diversa, con síntomas típicos como hinchazón y dolor en las articulaciones, ya sea simétrica o asimétrica, común en las terminaciones de dedos y pies (como la artritis nail-pitting) y en la columna vertebral. Los pacientes suelen describir rigidez matutina que mejora con la actividad. Signos diagnósticos importantes incluyen uñas con hoyuelos y dolor en tendones de inserción, como la tendinitis de Aquiles.
Según el patrón de afectación articular, se dividen en cinco subtipos:
El diagnóstico requiere una evaluación clínica, estudios de imagen y datos de laboratorio. El médico revisará el historial de psoriasis y antecedentes familiares, y realizará un examen articular en busca de signos específicos, como lesiones en las uñas o dolor en los tendones de inserción. Las radiografías son fundamentales, pudiendo mostrar calcificación o erosiones óseas; la resonancia magnética puede detectar signos de inflamación en etapas tempranas.
Las pruebas de sangre no permiten un diagnóstico directo, pero sirven para descartar otros tipos de artritis, como la presencia de factor reumatoide o anticuerpos anti-CCP. Los criterios de diagnóstico CASPAR de 2015 requieren cumplir al menos tres de los siguientes:
Es importante distinguirla de la artritis reumatoide, gota y espondiloartritis. La artritis psoriásica suele ser negativa para factor reumatoide, y en el tipo axial, la positividad para HLA-B27 es aproximadamente del 50%, lo que ayuda en el diagnóstico diferencial.
El objetivo del tratamiento es controlar la inflamación, aliviar los síntomas y prevenir el daño articular. Las estrategias varían según la gravedad, incluyendo terapia básica y tratamientos más potentes. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y los medicamentos modificadores de la enfermedad (DMARDs) son comúnmente utilizados, aunque su eficacia en la inflamación articular puede ser limitada.
Los biológicos han revolucionado el tratamiento, con medicamentos anti-TNF-α (como infliximab) que inhiben directamente las vías inflamatorias. Los inhibidores de JAK de nueva generación, administrados por vía oral, ofrecen una alternativa sin inyección. La cirugía se reserva para casos con daño severo, incluyendo artroplastia para restaurar la función.
El plan terapéutico debe adaptarse al subtipo: el tipo axial puede requerir AINEs combinados con biológicos, mientras que el tipo destructivo necesita un inicio temprano con medicamentos potentes. La monitorización periódica y el ajuste de dosis según las guías ACR/EULAR son esenciales.
Aunque no se puede prevenir completamente, el manejo activo puede retrasar la progresión. Controlar la psoriasis cutánea reduce el riesgo de afectación articular, mediante corticosteroides tópicos o fototerapia. El ejercicio regular mantiene la movilidad articular; actividades de bajo impacto como la natación son recomendadas.
Dejar de fumar ha demostrado reducir el riesgo, ya que las sustancias químicas en el tabaco fomentan la inflamación. Revisiones periódicas de la piel y evaluaciones de la función articular cada 6-12 meses ayudan en la detección temprana de cambios.
Debe acudir al médico si presenta: hinchazón articular persistente por más de 3 semanas, rigidez matutina que dura más de media hora, aparición de nuevas lesiones cutáneas con descamación. En pacientes ya diagnosticados, un aumento en los síntomas, efectos adversos de medicamentos o deterioro funcional requiere evaluación inmediata.
El diagnóstico precoz es crucial, ya que retrasos pueden causar daños irreversibles en las articulaciones. Se recomienda acudir a un especialista en enfermedades reumáticas e inmunológicas para una evaluación completa ante síntomas sospechosos.
La efectividad del tratamiento se evalúa mediante la reducción de hinchazón, dolor y lesiones cutáneas. El médico realiza evaluaciones clínicas, monitorea marcadores inflamatorios en sangre (como CRP y ESR) y estudios de imagen. Si no hay mejoría significativa en 3-6 meses, puede ser necesario ajustar los medicamentos o dosis.
¿Qué medidas diarias pueden aliviar los síntomas?Realizar ejercicio regular de bajo impacto (como natación o yoga) ayuda a mantener la movilidad articular. Controlar el peso reduce la carga en las articulaciones inferiores. Dejar de fumar y evitar el frío en las articulaciones también son recomendaciones comunes. Se debe evitar mantener posturas prolongadas y usar ayudas para facilitar las actividades diarias.
¿En qué se diferencia la artritis psoriásica de la artritis común?Esta enfermedad afecta frecuentemente las articulaciones terminales de los dedos, con posible hundimiento de uñas o enrojecimiento cutáneo. A diferencia de la artritis reumatoide, la destrucción ósea suele ser bilateral, aunque la afectación de la columna es menor. El tratamiento temprano puede reducir el riesgo de deformidades irreversibles.
¿Existen problemas de resistencia a los biológicos?Alrededor del 5-15% de los pacientes pueden experimentar pérdida de eficacia por resistencia, especialmente con inhibidores de TNF-α. El médico ajustará la frecuencia de administración o cambiará a mecanismos diferentes, como inhibidores de IL-17 o IL-23. La monitorización periódica es esencial.
¿Qué impacto tiene el estrés psicológico en la enfermedad?El estrés puede activar o agravar el sistema inmunológico, aumentando los niveles de inflamación y la recurrencia de síntomas. Se recomienda técnicas de relajación, terapia artística o grupos de apoyo para reducir el impacto psicológico. La atención psicológica también ayuda a manejar el impacto emocional de una enfermedad crónica.