La psoriasis es una enfermedad autoinmune crónica recurrente de la piel, caracterizada por placas eritematosas con escamas plateadas, comúnmente en las rodillas, codos y cuero cabelludo. Esta enfermedad afecta aproximadamente al 2-3% de la población mundial y puede acompañarse de complicaciones como artritis psoriásica, impactando significativamente la calidad de vida de los pacientes. La psoriasis tiene un curso cíclico, con períodos de brote y remisión, pero actualmente no tiene cura definitiva y requiere manejo a largo plazo para controlar los síntomas.
El mecanismo patológico implica una proliferación excesiva de las células cutáneas y una activación anormal del sistema inmunológico, lo que acorta significativamente el ciclo de regeneración de la piel. La medicina moderna ha confirmado que la interacción entre predisposición genética y factores ambientales es clave en la aparición de la enfermedad, aunque los mecanismos exactos aún son un misterio. Las estrategias de tratamiento han evolucionado para incluir intervenciones tópicas, fototerapia, medicamentos orales y biológicos, pero los pacientes necesitan planes de tratamiento personalizados para lograr un control óptimo.
Los estudios genéticos muestran que ciertos polimorfismos en genes como HLA-C están altamente relacionados con la incidencia de psoriasis, especialmente el genotipo HLA-C*06:02 en el sexto par de cromosomas, que aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad. La historia familiar es un factor de riesgo importante; si un familiar de primer grado tiene antecedentes de psoriasis, la probabilidad de que una persona la desarrolle puede superar el 50%. La investigación genética indica que aproximadamente el 40% del riesgo puede atribuirse a factores hereditarios, aunque los desencadenantes ambientales siguen siendo fundamentales.
La activación inapropiada de las células T linfocíticas es central en la patogenia de la psoriasis, especialmente la hiperactivación de las células TH17 que liberan citocinas como IL-17, induciendo la proliferación de queratinocitos. Esta respuesta autoinmune y la disfunción de la barrera cutánea crean un ciclo vicioso que conduce a la acumulación de escamas y enrojecimiento. Estudios recientes han identificado que la activación anormal del eje de señalización IL-23/IL-17 es un factor clave en la aparición de la enfermedad.
La manifestación típica en la piel es una placa eritematosa con límites definidos, cubierta de escamas plateadas; al rascarse, puede aparecer sangrado puntual (signo de Auspitz). Las áreas más frecuentes incluyen la cara externa de los codos, las rodillas, el cuero cabelludo, las caderas y la zona sacra, con aproximadamente el 85% de los pacientes afectando el cuero cabelludo. Las lesiones pueden empeorar rápidamente debido a presión, infecciones o cambios climáticos.
Aproximadamente el 30% de los pacientes desarrollan artritis psoriásica, que se presenta como artritis simétrica, hinchazón de las articulaciones y rigidez matutina. Cuando la columna vertebral está involucrada, puede parecer espondiloartritis, con cambios destructivos en las radiografías. Los síntomas sistémicos pueden incluir fatiga, fiebre baja y pérdida de peso.
La psoriasis palmoplantar afecta las palmas y plantas, a menudo acompañada de nódulos dolorosos; la psoriasis inversa afecta áreas de pliegues, con lesiones eritematosas húmedas. La eritrodermia es una forma grave que puede causar complicaciones como septicemia y requiere atención médica inmediata.
El diagnóstico se basa principalmente en la presentación clínica, con historia clínica y antecedentes familiares detallados, además de examen visual y táctil de las lesiones cutáneas. Cuando es necesario, se realiza biopsia de piel para descartar enfermedades similares como eccema o infecciones fúngicas. La evaluación de síntomas articulares incluye análisis de sangre como factor reumatoide y proteína C reactiva, y estudios de imagen como radiografías o ultrasonido para valorar el daño articular.
Es importante distinguirla de la dermatitis seborreica, eccema y otras formas de psoriasis. La dermatitis seborreica suele localizarse en áreas con alta secreción grasa, con escamas más finas y secreciones oleosas. La psoriasis pustulosa puede asociarse con tumores internos, por lo que se requiere análisis para descartar malignidades. Las formas severas deben diferenciarse de la eritrodermia, la dermatitis medicamentosa y el lupus eritematoso sistémico.
El tratamiento de primera línea incluye corticosteroides tópicos, retinoides y preparados a base de alquitrán. Los corticosteroides potentes son adecuados para las áreas extensas en las extremidades, mientras que las lesiones en el cuero cabelludo pueden requerir champús con alquitrán de hulla. Nuevos medicamentos tópicos como tacrolimus pueden inhibir la activación de células T y son útiles en áreas sensibles como la cara.
La fototerapia con UVB de banda estrecha es una opción común para casos moderados, ajustando la dosis según la gravedad de las lesiones. La terapia PUVA combina psoralenos orales con exposición a UVA, efectiva en lesiones extensas, aunque con riesgo de envejecimiento cutáneo. El láser de pulso de color 308 nm es efectivo en lesiones localizadas, especialmente en cuero cabelludo y uñas.
Los pacientes con enfermedad moderada a grave pueden requerir medicamentos orales como metotrexato o ciclosporina, que suprimen la respuesta inmunitaria pero requieren monitoreo de función hepática y renal. Los biológicos, como los anticuerpos monoclonales anti-TNF-α (ej. adalimumab), bloquean específicamente las señales inflamatorias y son efectivos en casos resistentes a tratamientos convencionales, aunque con riesgo de infecciones.
Aunque no es posible prevenir completamente la aparición, se pueden reducir las recurrencias mediante:
Evitar traumatismos y rascarse, usar ropa holgada para reducir la fricción. El apoyo psicológico es fundamental; programas de manejo del estrés o terapia cognitivo-conductual pueden disminuir la frecuencia de brotes. Es importante realizar controles periódicos de función hepática, renal y cardiovascular, ya que los pacientes con psoriasis tienen un riesgo un 30% mayor de enfermedades cardiovasculares.
Debe acudir al médico en los siguientes casos:
• Cuando las lesiones cubren más del 3% de la superficie corporal
• Cuando hay inflamación articular o rigidez matutina que dura más de una hora
• Cuando la picazón afecta significativamente la calidad del sueño
• Signos de infección en la piel, como pus o úlceras
• Cuando los tratamientos no son efectivos o aparecen resistencias
Si aparecen síntomas sistémicos como fiebre, pérdida de peso o linfadenopatía, se debe descartar la presencia de otras enfermedades sistémicas. Se recomienda seguimiento cada 3-6 meses, especialmente en pacientes en tratamiento con biológicos, para monitorear riesgos potenciales de infección.
La fototerapia utiliza longitudes de onda específicas de luz ultravioleta (como UVB o UVB de banda estrecha) para inhibir la respuesta inflamatoria y la proliferación excesiva de células cutáneas. Los equipos modernos permiten un control preciso de la dosis; en el corto plazo puede causar enrojecimiento o inflamación, pero con un uso prolongado, los médicos ajustan la terapia según la condición de la piel, reduciendo significativamente el riesgo de cáncer de piel a largo plazo.
¿La dieta ayuda a aliviar los síntomas de la psoriasis?Aunque la dieta no puede curar la psoriasis directamente, reducir el consumo de alimentos ricos en azúcar y grasas puede disminuir la inflamación sistémica. El consumo de pescados ricos en Omega-3 y frutas y verduras antioxidantes puede mejorar los síntomas. Se recomienda trabajar con un nutricionista para diseñar un plan alimenticio personalizado y evitar ayunos o restricciones excesivas que puedan ser perjudiciales.
¿Cómo ayuda el manejo del estrés a controlar los brotes de psoriasis?El estrés puede desencadenar o empeorar la psoriasis. Técnicas como la meditación, el ejercicio regular y la terapia cognitivo-conductual ayudan a regular las hormonas del estrés. Estudios muestran que los pacientes que practican manejo del estrés tienen una reducción promedio del 30% en la frecuencia de empeoramiento de los síntomas cutáneos. Se recomienda seguir las estrategias sugeridas por el médico para un manejo psicológico a largo plazo.
¿Qué cuidados diarios de la piel son necesarios y qué se debe evitar?Se deben evitar productos que contengan alcohol o ingredientes agresivos para eliminar las células muertas, ya que pueden irritar la barrera cutánea. La ducha debe hacerse con agua a menos de 40°C y en no más de 3 minutos. Después, aplicar inmediatamente una crema hidratante sin fragancia para reducir la descamación y el picor.
¿Cómo distinguir la psoriasis de la dermatitis atópica en la piel?La psoriasis presenta placas con escamas plateadas, límites definidos y suele afectar rodillas y codos; la dermatitis atópica suele ser enrojecida, con edema, secreción y picazón crónica, afectando áreas como los pliegues de los codos. Si los síntomas no son claros, el médico puede realizar biopsia o análisis de sangre para diferenciar.