El tratamiento de la obesidad es un proceso médico integral cuyo objetivo es reducir de manera segura y efectiva el peso, disminuir los riesgos de complicaciones relacionadas y mejorar la calidad de vida general del paciente. Las estrategias de tratamiento generalmente se diseñan de forma personalizada según el índice de masa corporal (IMC), el estado de salud y las necesidades individuales del paciente, enfatizando el mantenimiento a largo plazo del peso en lugar de la pérdida de peso a corto plazo.
La medicina moderna recomienda que el tratamiento combine monitoreo médico, cambios conductuales y, cuando sea necesario, intervenciones farmacológicas o quirúrgicas. Los médicos evaluarán los riesgos y beneficios según la situación específica del paciente, establecerán objetivos por etapas y realizarán seguimientos periódicos para ajustar el plan. Este proceso requiere la colaboración activa del paciente y del equipo médico para lograr mejoras sostenibles en la salud.
Las opciones de tratamiento para la obesidad actualmente incluyen medicamentos, cirugía, terapias conductuales y apoyo tecnológico. Las principales líneas de tratamiento incluyen:
El tratamiento farmacológico generalmente se utiliza en pacientes con IMC ≥30 o IMC ≥27 con enfermedades metabólicas asociadas (como diabetes). Actualmente, los medicamentos aprobados se clasifican en las siguientes categorías:
Como la liraglutida, que imita la acción de la incretina intestinal, puede retrasar el vaciamiento gástrico y aumentar la sensación de saciedad. Los estudios muestran que puede reducir en promedio un 5-10% del peso corporal y mejorar el control glucémico. Se debe tener en cuenta que pueden causar efectos secundarios como náuseas o molestias gastrointestinales.
Medicamentos que contienen derivados de coenzima A, que bloquean las señales de estímulo del apetito, inhibiendo el exceso de ingesta. Algunos medicamentos deben usarse junto con una dieta baja en calorías para obtener mejores resultados. El médico evaluará si son adecuados según la función hepática del paciente.
La cirugía es una opción importante para casos de obesidad severa, pero debe cumplir con criterios estrictos. Los principales tipos de cirugía incluyen:
Esta cirugía reduce la capacidad del estómago y altera la estructura intestinal, disminuyendo la absorción de alimentos y reduciendo la secreción de grelina. Los seguimientos a largo plazo muestran que puede mantener una pérdida de peso del 15-30%, pero es importante evaluar si el paciente tiene enfermedades metabólicas graves (como IMC ≥40) y el riesgo de deficiencias nutricionales postoperatorias.
Las técnicas emergentes de reducción de peso mediante endoscopia incluyen la colocación de balones gástricos o la colocación de stents intestinales, que son menos invasivos que la cirugía tradicional, aunque su alcance es más limitado. El médico evaluará según el índice metabólico, la edad y los síntomas asociados del paciente.
La terapia conductual es la base de todos los planes de tratamiento, requiriendo cambios estructurados en los hábitos diarios. Los elementos clave incluyen:
La terapia psicológica puede ayudar a manejar problemas de atracón o alimentación emocional. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ayuda a los pacientes a identificar los desencadenantes y a establecer patrones de comportamiento alternativos. Los grupos de apoyo ofrecen plataformas de intercambio entre pares, fortaleciendo la motivación para el tratamiento.
Las investigaciones emergentes se centran en la terapia génica, la regulación de la microbiota intestinal y las técnicas de neuroestimulación. Los estudios genéticos han identificado polimorfismos en genes como FTO relacionados con la obesidad, y en el futuro podrían desarrollarse medicamentos específicos. La transferencia de microbiota intestinal ha mostrado que ciertas cepas bacterianas pueden mejorar los indicadores metabólicos, aunque su aplicación clínica aún está en fase experimental.
Los dispositivos portátiles combinados con inteligencia artificial se están convirtiendo en herramientas de apoyo, permitiendo monitorear en tiempo real la ingesta dietética y la actividad, y ofreciendo recomendaciones personalizadas mediante algoritmos. Además, los dispositivos de estimulación nerviosa intestinal están en fase de prueba, con el objetivo de regular las vías de señalización del hambre.
Se debe buscar la evaluación de un especialista en medicina de la obesidad cuando el IMC supera 30 y hay presencia de hipercolesterolemia, apnea del sueño u otras enfermedades metabólicas. Si no se alcanzan los objetivos tras 6 meses de tratamiento farmacológico o si aparecen complicaciones como hígado graso, se debe reevaluar la intensidad del tratamiento. La evaluación para cirugía requiere cumplir con ciertos criterios, como un IMC ≥35 con enfermedades cardiovasculares o un IMC ≥40 sin complicaciones. El médico realizará un examen completo para descartar otras alteraciones metabólicas y explicará las necesidades de cuidado a largo plazo antes y después de la cirugía.