Tratamiento de la cardiopatía isquémica

El objetivo del tratamiento de la cardiopatía isquémica es aliviar los síntomas, mejorar la función cardíaca y reducir el riesgo de eventos cardíacos futuros. La estrategia terapéutica generalmente combina medicamentos, cirugía y cambios en el estilo de vida para lograr un control a largo plazo de la enfermedad. Los médicos elaboran planes de tratamiento personalizados según la edad del paciente, la gravedad de la enfermedad y las complicaciones.

El proceso de tratamiento debe enfatizar los objetivos duales de «prevención de recurrencias» y «retraso de la progresión de la enfermedad». Por ejemplo, los medicamentos pueden aliviar inmediatamente la angina de pecho, mientras que la cirugía intervencionista puede abrir directamente las arterias coronarias obstruidas. Además, la participación activa del paciente en cambios en el estilo de vida, como dejar de fumar y hacer ejercicio regularmente, puede mejorar significativamente la eficacia del tratamiento. La mayoría de los pacientes requieren seguimiento a largo plazo, con electrocardiogramas o análisis de sangre periódicos para evaluar la respuesta al tratamiento.

Opciones de tratamiento actuales

La medicina moderna ofrece estrategias de tratamiento en varias líneas, que se dividen en tres partes principales: control farmacológico, intervención quirúrgica y cambios en el estilo de vida. El tratamiento farmacológico se puede dividir en alivio de síntomas agudos y retraso de la progresión crónica. La cirugía incluye la angioplastia con balón (PCI) y la cirugía de bypass coronario (CABG), destinadas a restaurar el flujo sanguíneo al miocardio. Los cambios en el estilo de vida son la base del tratamiento y deben realizarse junto con las medidas médicas.

El tratamiento en fase aguda se centra en dilatar las arterias coronarias y disolver los coágulos. Por ejemplo, la nitroglicerina se usa para aliviar rápidamente la angina estable, mientras que los antiplaquetarios como la aspirina inhiben la formación de coágulos durante un infarto agudo de miocardio. El tratamiento crónico enfatiza el control a largo plazo de los factores de riesgo, como los medicamentos reductores de lípidos que disminuyen la progresión de la aterosclerosis.

Tratamiento farmacológico

Medicamentos para aliviar los síntomas

Los nitratos (como la nitroglicerina) dilatan las arterias y reducen el consumo de oxígeno del corazón, siendo la primera opción en el manejo de la angina aguda. Los betabloqueantes (como el metoprolol) disminuyen la frecuencia cardíaca y la presión arterial, reduciendo la demanda de oxígeno del miocardio y también tienen efectos antiarrítmicos. Los bloqueadores de los canales de calcio (como el verapamilo) se usan en pacientes específicos para controlar la vasoconstricción, pero deben usarse con precaución en pacientes con insuficiencia cardíaca severa.

  • Tabletas sublinguales de nitroglicerina: alivian la angina estable en 15 minutos
  • Los betabloqueantes deben tomarse de forma continua y no suspenderse de forma abrupta
  • Los bloqueadores de los canales de calcio son adecuados para pacientes intolerantes a los betabloqueantes

Medicamentos para retrasar la progresión de la enfermedad

Los medicamentos reductores de lípidos, como las estatinas (atorvastatina, rosuvastatina), son el núcleo del tratamiento. Estudios muestran que su uso prolongado puede reducir el LDL-C en un 30-50%, además de tener efectos antiinflamatorios y estabilizadores de las placas. Los antiplaquetarios (como la aspirina y el clopidogrel) inhiben la agregación plaquetaria y reducen el riesgo de formación de coágulos.

Medicamentos emergentes como los inhibidores de PCSK9, dirigidos a pacientes con hipercolesterolemia resistente, pueden reducir el LDL-C en más del 60%. Los diuréticos y los inhibidores de la ECA se usan en pacientes con insuficiencia cardíaca concomitante, mejorando la poscarga y reduciendo las hospitalizaciones.

Tratamientos no farmacológicos

Intervención coronaria percutánea (PCI)

Este procedimiento implica la inserción de un catéter para realizar una angioplastia con balón o colocar un stent en la arteria coronaria obstruida. Tiene un tiempo quirúrgico corto y una invasividad mínima, siendo adecuado para obstrucciones en una sola arteria o en casos de infarto agudo de miocardio. Los stents liberadores de fármacos modernos reducen la tasa de reestenosis, pero requieren terapia antiplaquetaria doble durante al menos un año.

Los riesgos incluyen complicaciones en la punción vascular o formación de trombos dentro del stent, aunque la tasa de éxito supera el 90%. En lesiones complejas, puede ser necesario combinar técnicas como rotablación o aspiración de trombos para mejorar el flujo sanguíneo.

Cirugía de bypass coronario (CABG)

Esta cirugía abierta es adecuada para pacientes con múltiples obstrucciones en vasos o lesiones en la arteria principal izquierda. El cirujano toma venas o arterias del propio paciente para rodear las áreas obstruidas y reconstruir el flujo sanguíneo. Estudios a largo plazo muestran que este procedimiento ofrece mejores pronósticos en pacientes con disfunción del ventrículo izquierdo.

Los riesgos incluyen accidente cerebrovascular o disfunción renal, pero la tasa de supervivencia a 5 años es superior a la de pacientes no tratados. En casos complejos, puede ser necesario soporte con circulación extracorpórea, y después de la cirugía se requiere monitoreo cercano de la arritmia y la función renal.

Manejo del estilo de vida

Los cambios en el estilo de vida son la base del tratamiento y pueden reducir en un 40-50% el riesgo de recurrencias. Dejar de fumar reduce el riesgo de eventos cardiovasculares en un 50%, ya que la nicotina provoca vasoconstricción coronaria. La dieta debe ser baja en grasas y rica en fibra, siguiendo un esquema tipo mediterráneo, con un consumo de grasas saturadas inferior al 10% de las calorías diarias.

El ejercicio aeróbico, como correr o nadar, durante 150 minutos por semana, mejora la capacidad metabólica del corazón. La gestión del estrés, mediante técnicas como la meditación mindfulness, ha demostrado reducir la presión arterial y los niveles de cortisol, recomendándose 10-15 minutos diarios. La gestión del peso, con un IMC entre 22 y 25, y la reducción del 5% del peso corporal pueden mejorar la resistencia a la insulina.

Futuras direcciones en el tratamiento

La terapia génica está en desarrollo, con el objetivo de reparar la función de las células endoteliales o promover el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos. Entre ellas, la transferencia del gen VEGF mediante vectores virales adenovirales ha mostrado potencial en estudios con animales para mejorar el flujo sanguíneo miocárdico. La terapia con células madre, como el trasplante de células madre mesenquimales de médula ósea, puede promover la reparación del miocardio, aunque aún enfrenta desafíos técnicos relacionados con la supervivencia celular y la diferenciación.

La inteligencia artificial en la planificación del tratamiento se está volviendo cada vez más común, con modelos de aprendizaje automático que pueden predecir con precisión la ubicación de las obstrucciones vasculares a partir de angiografías coronarias y biomarcadores. Los dispositivos portátiles, como monitores continuos de ECG, pueden detectar arritmias en tiempo real y activar sistemas de alerta, con una posible integración futura en plataformas de telemedicina.

Cuándo consultar a un especialista

Se debe acudir al especialista ante la aparición de dolor torácico nuevo, angina en reposo o agravamiento de síntomas existentes. Si el paciente presenta dificultad respiratoria, edema en las extremidades inferiores o fatiga inexplicada tras el tratamiento, puede indicar insuficiencia cardíaca y requiere reevaluación. Los diabéticos con obstrucción en tres vasos deben someterse a angiografías coronarias de seguimiento cada 6 meses.

Las siguientes situaciones requieren atención médica en 24 horas:

  • Dolor torácico opresivo que dura más de 20 minutos
  • Sudoración fría, mareo o dolor irradiado al brazo izquierdo
  • Falta de mejoría tras el uso de nitroglicerina sublingual
En casos de emergencia, se debe llamar a una ambulancia y evitar conducir al hospital por cuenta propia.

 

Preguntas frecuentes

¿Cuál es el criterio para elegir entre tratamiento farmacológico y quirúrgico?

El médico decidirá según el grado de obstrucción vascular, la gravedad de los síntomas y la salud general del paciente. Para obstrucciones leves sin síntomas agudos, puede preferirse el uso de antiplaquetarios o vasodilatadores; si la obstrucción supera el 70% o hay angina o infarto, puede ser necesaria una angioplastia o cirugía de bypass. La evaluación regular de la función cardíaca es clave.

¿Es necesario seguir tomando medicamentos después de la cirugía?

Sí, la mayoría de los pacientes necesitan continuar con medicamentos antiplaquetarios, reductores de lípidos o antihipertensivos a largo plazo. La cirugía solo desobstruye los vasos, pero no detiene la progresión de la arteriosclerosis. El seguimiento regular de lípidos, glucosa y presión arterial, junto con la medicación, es fundamental para controlar la enfermedad.

¿Qué principios dietéticos son más efectivos para prevenir la progresión de la enfermedad?

Se recomienda una dieta baja en sal, grasas y rica en fibra. Aumentar el consumo de cereales integrales, pescados grasos y verduras ricas en fitoquímicos, y limitar las grasas trans y azúcares refinados. La dieta mediterránea, con alto contenido de Omega-3 y antioxidantes, ha demostrado reducir significativamente el riesgo de recurrencias.

¿Cómo ayuda la gestión del estrés a mejorar la condición?

El estrés psicológico aumenta la secreción de adrenalina, acelerando el ritmo cardíaco y provocando vasoconstricción periférica, lo que agrava la demanda de oxígeno del miocardio. El estrés prolongado también promueve la inflamación y la formación de coágulos, acelerando la aterosclerosis. Técnicas como la meditación mindfulness y la terapia cognitivo-conductual pueden reducir el riesgo cardiovascular de manera indirecta.

¿Cómo se evalúa la intensidad del ejercicio en pacientes en rehabilitación cardíaca?

El cardiólogo de rehabilitación realiza pruebas de función cardiopulmonar para determinar el rango seguro de ejercicio. Inicialmente, se recomienda caminar o hacer ejercicio acuático, aumentando gradualmente la intensidad hasta alcanzar el 60-80% de la frecuencia cardíaca objetivo. El plan de ejercicio debe ajustarse según el historial del paciente y monitorizarse mediante pruebas de esfuerzo periódicas para evitar sobrecarga y angina.

Ischemic Heart Disease