La tiroiditis de Hashimoto es una enfermedad autoinmune de la tiroides cuyos síntomas suelen desarrollarse lentamente; en las etapas iniciales, puede haber molestias leves, pero a largo plazo puede conducir a una insuficiencia tiroidea. Esta enfermedad provoca que el sistema inmunológico ataque el tejido tiroideo, destruyendo gradualmente su capacidad para secretar hormonas tiroideas, lo que afecta el metabolismo en todo el cuerpo. Los pacientes pueden experimentar síntomas evidentes de forma progresiva en meses o años, lo que hace que el diagnóstico temprano sea un desafío.
La variedad de síntomas y su progresión lenta a menudo hacen que los pacientes confundan los signos iniciales con estrés o fatiga general. Sin embargo, si los síntomas empeoran o se acompañan de signos evidentes como hinchazón de la tiroides, se debe consultar inmediatamente a un médico para evaluación. La tiroiditis de Hashimoto no solo implica anomalías en la función tiroidea, sino que también puede afectar todo el organismo, como una disminución en el metabolismo y fluctuaciones en la inmunidad. Reconocer tempranamente estas características ayuda a iniciar un tratamiento precoz y a ralentizar el avance de la enfermedad.
En las primeras etapas de la tiroiditis de Hashimoto, los síntomas pueden ser leves y no específicos, a menudo ignorados o atribuidos al estrés. Los signos más comunes incluyen:
Estos síntomas pueden confundirse con otras causas de fatiga crónica o problemas metabólicos. Algunos pacientes experimentan cambios leves en el peso, como un aumento inexplicado de 2-3 kg, sin llegar a niveles significativos. La actividad del sistema inmunológico puede dejar huellas en análisis de sangre, como la presencia de anticuerpos tiroideos (por ejemplo, anticuerpos anti-peroxidasa tiroidea), que son claves para el diagnóstico.
En las fases iniciales, las anomalías metabólicas pueden manifestarse como:
Estos cambios generalmente se desarrollan de forma progresiva en meses, y los pacientes pueden no ser conscientes de la gravedad hasta que los síntomas se acumulan. Se recomienda realizar análisis de sangre si estos signos persisten por más de 3 meses para evaluar la función tiroidea.
En la etapa moderada, los síntomas se vuelven más evidentes. A continuación, los conjuntos de síntomas más reportados por los pacientes:
Otros síntomas comunes incluyen:
La insuficiencia de hormonas tiroideas conduce a una reducción general del metabolismo, provocando síntomas en múltiples sistemas:
En el sistema cardiovascular, la frecuencia cardíaca puede disminuir a menos de 60 latidos por minuto, y la presión arterial tenderá a ser baja. El sistema digestivo puede experimentar una ralentización, causando estreñimiento crónico o distensión abdominal. En el sistema inmunológico, la resistencia a infecciones puede disminuir, aumentando la frecuencia de resfriados. Estos efectos sistémicos conforman el perfil de síntomas característico de la tiroiditis de Hashimoto.
El curso de la enfermedad se divide en tres etapas, cada una con características específicas:
En esta fase, las hormonas tiroideas (T3/T4) aún están en rangos normales, pero la hormona estimulante de la tiroides (TSH) ya está elevada. Los pacientes pueden presentar síntomas leves, como una temperatura corporal ligeramente inferior en invierno (0.5°C), o dolor muscular ocasional. Sin tratamiento, estos síntomas pueden agravarse en 6-12 meses.
Cuando los niveles de T4 disminuyen notablemente, los síntomas se vuelven típicos del hipotiroidismo, incluyendo:
En esta etapa, si no se trata, puede desarrollarse edema mucoso (mixedema), donde los tejidos subcutáneos presentan hinchazón no depresible debido a la acumulación de mucopolisacáridos.
Los pacientes no tratados pueden experimentar complicaciones graves en 5-10 años, incluyendo:
En casos severos, puede ocurrir una crisis de mixedema, que se presenta con hipotensión, hipotermia (menos de 35°C) y confusión mental, siendo una emergencia médica.
Se debe buscar atención médica inmediata en los siguientes casos:
Se requiere atención urgente en los siguientes síntomas:
Incluso con síntomas leves, si hay antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes (como diabetes tipo 1 o artritis reumatoide), se recomienda realizar pruebas de función tiroidea. La monitorización periódica de los niveles de anticuerpos tiroideos (como anticuerpos anti-TPO) ayuda a evaluar la actividad de la enfermedad.
Las mujeres en edad fértil deben prestar especial atención a irregularidades menstruales: aumento del flujo, prolongación del ciclo o acortamiento del intervalo. Las embarazadas con agrandamiento tiroideo y edema gestacional deben descartar disfunción tiroidea. Los niños pueden presentar retraso en el crecimiento y desarrollo, y los escolares pueden mostrar dificultades de concentración y aprendizaje.
Los adultos mayores deben distinguir estos signos de envejecimiento. La aparición repentina de inestabilidad en la marcha o deterioro cognitivo rápido debe descartar una tiroiditis de Hashimoto con afectación neurológica. Se recomienda realizar pruebas de función tiroidea anualmente en grupos de alto riesgo, como aquellos con antecedentes familiares o que hayan recibido radioterapia en cabeza o cuello.
Los síntomas como fatiga, aumento de peso y sensibilidad al frío se superponen con el hipotiroidismo general, pero la clave está en los marcadores de anticuerpos en los análisis de sangre. Si los niveles de anticuerpos anti-peroxidasa tiroidea (anti-TPO) o anti-tiroglobulina (anti-TG) están elevados, se indica mayor probabilidad de tiroiditis de Hashimoto. Los médicos generalmente combinan síntomas, pruebas de anticuerpos y niveles de función tiroidea (como TSH y T4) para el diagnóstico.
¿Qué debo tener en cuenta en la alimentación? ¿Algunos alimentos pueden empeorar la condición?Se recomienda reducir el consumo de azúcares refinados y alimentos procesados, y aumentar la ingesta de frutas y verduras ricas en antioxidantes para reducir la inflamación. Para algunos pacientes, el gluten puede desencadenar respuestas inmunes, por lo que se sugiere una dieta sin gluten en casos sospechosos. La ingesta de yodo debe ser controlada, ya que tanto el exceso como la déficit pueden afectar la función tiroidea; se debe consultar a un médico o nutricionista para determinar la cantidad adecuada.
¿Por qué los síntomas persisten a pesar de la terapia con hormona tiroidea?Si el paciente toma levotiroxina de forma regular pero los síntomas no mejoran, puede ser por una dosis inadecuada, presencia de otras condiciones como síndrome metabólico o depresión. Además, el desequilibrio en la microbiota intestinal o el estrés crónico también pueden influir en la efectividad del tratamiento. Se recomienda consultar con el médico para evaluar ajustes o pruebas adicionales.
¿Qué impacto tiene el manejo del estrés en la progresión de la tiroiditis de Hashimoto?El aumento prolongado del cortisol, hormona del estrés, puede agravar la disfunción inmunitaria y acelerar la destrucción del tejido tiroideo. Técnicas como la meditación, ejercicio regular y un sueño adecuado ayudan a regular la respuesta autoinmune y pueden aliviar los síntomas. Estudios muestran que el manejo continuo del estrés puede reducir la actividad de los anticuerpos y la recurrencia de los síntomas.
¿Con qué frecuencia se deben realizar controles de función tiroidea en pacientes con Hashimoto?Tras el diagnóstico inicial, se recomienda monitorear TSH y T4 libre cada 6 a 12 semanas para ajustar la dosis de medicación. Una vez estabilizado, las revisiones pueden espaciarse a cada 6-12 meses. En caso de empeoramiento repentino de los síntomas o cambios importantes en el estilo de vida (como embarazo o cirugía mayor), se deben realizar análisis de sangre inmediatos y ajustar el seguimiento en consulta médica.