Diagnóstico de la gota

El diagnóstico de la gota es un proceso complejo que requiere la integración de múltiples métodos de evaluación. Los médicos generalmente comienzan con una historia clínica detallada y observación clínica para confirmar si el paciente presenta episodios de artritis aguda, enrojecimiento, hinchazón, calor y dolor en las articulaciones, que son síntomas típicos. La confirmación definitiva se realiza mediante análisis de sangre, análisis del líquido articular y estudios de imagen, para descartar otras enfermedades similares.

La clave para diagnosticar la gota radica en confirmar la alteración en el metabolismo del ácido úrico y la formación de cristales de urato monosódico en las articulaciones. La comunidad médica ha establecido criterios y procedimientos claros de diagnóstico, incluyendo las directrices de 1977 de la Sociedad Americana de Reumatología (ACR) y métodos recientes que incorporan tecnologías de imagen. A través de una evaluación sistemática, los médicos pueden distinguir con precisión la gota de la artritis reumatoide, la artritis infecciosa y otras enfermedades, permitiendo elaborar un plan de tratamiento personalizado.

Evaluación clínica

La evaluación clínica es el primer paso en el diagnóstico de la gota, y el médico analizará desde los siguientes aspectos:
Primero, una historia clínica detallada, que incluye la frecuencia de los episodios, el patrón de dolor, antecedentes médicos (como hiperuricemia, enfermedades renales) y antecedentes familiares. La gota suele manifestarse como un dolor agudo en una sola articulación, siendo la primera articulación del dedo gordo del pie la más afectada.

Durante el examen físico, el médico observará el grado de enrojecimiento, hinchazón y rango de movimiento limitado en la articulación afectada, además de buscar nódulos de gota (tophi). Si el paciente ha tenido episodios recurrentes, se evaluará el grado de daño articular y el riesgo de complicaciones crónicas. Además, se considerarán factores relacionados como el síndrome metabólico (hipertensión, obesidad, etc.).

Pruebas médicas y procedimientos

Pruebas de laboratorio

El análisis de sangre mide principalmente la concentración de ácido úrico en suero, pero el valor aislado de ácido úrico debe interpretarse con cautela, ya que durante un episodio de gota, la inflamación aguda puede causar una disminución temporal en los niveles de ácido úrico. Los médicos suelen combinar los resultados en períodos interictales para mejorar la precisión diagnóstica.

  • Medición de ácido úrico: valores normales en hombres <7 mg/dL, en mujeres <6 mg/dL, aunque aproximadamente el 50% de los pacientes con gota pueden presentar niveles normales durante un episodio
  • Indicadores de inflamación: la proteína C reactiva (PCR) y la velocidad de sedimentación globular (VSG) aumentan durante los episodios

Análisis del líquido articular

La artrocentesis, que consiste en extraer líquido de la articulación, permite observar bajo microscopio cristales de urato monosódico que refractan doble. Este es el estándar de oro para el diagnóstico de la gota. Los cristales tienen forma de aguja y se confirma su característica de doble refracción mediante microscopía de luz polarizada. Aunque este procedimiento es invasivo, permite verificar directamente el diagnóstico y evitar errores.

Estudios de imagen

Las radiografías pueden ser normales en la fase aguda, pero en etapas crónicas muestran destrucción ósea alrededor de la articulación y tophi. La ecografía puede detectar cristales refractantes en la articulación o tophi en superficies óseas y cartilaginosas, mientras que la tomografía computarizada de doble energía (DECT) puede mostrar depósitos de ácido úrico sin invasión, convirtiéndose en una herramienta diagnóstica emergente.

Herramientas de cribado y evaluación

El cribado de la gota debe dirigirse a grupos de alto riesgo, incluyendo aquellos con antecedentes familiares, hiperuricemia, enfermedades renales o en tratamiento con diuréticos. Los médicos pueden usar las directrices de diagnóstico de 1977 de la ACR, que consideran características clínicas, datos de laboratorio y hallazgos de imagen.

  • Criterios diagnósticos de la ACR: se requiere cumplir al menos 2 de 6 indicadores clínicos, como afectación de la primera articulación del dedo gordo del pie, duración del episodio menor a un día, enrojecimiento, hinchazón y dolor
  • Cribado por ecografía: para pacientes con síntomas pero sin posibilidad de artrocentesis, se puede observar líquido sinovial y cristales refractantes en la ecografía

Diagnóstico diferencial

El diagnóstico diferencial es un paso clave en la evaluación de la gota, y debe distinguirse de las siguientes enfermedades:
Artritis reumatoide: generalmente afecta articulaciones pequeñas de forma simétrica, con factor reumatoide positivo y sin cristales de urato.
Artritis infecciosa: suele acompañarse de fiebre y aumento agudo de leucocitos, y el cultivo del líquido articular puede identificar el patógeno.
Falsa gota: causada por cristales de pirofosfato de calcio, que muestran calcificación en radiografías y tienen morfología diferente a los cristales de urato.

Otras enfermedades a descartar

Durante un episodio agudo de gota, es importante distinguir entre nódulos de tophi infectados o inflamados y otras condiciones como la artritis reactiva. En etapas crónicas, se debe evaluar la presencia de cálculos renales o disfunción renal. Los médicos basan su diagnóstico en la rapidez de los síntomas, la localización de las articulaciones afectadas y los resultados de pruebas complementarias.

Importancia del diagnóstico precoz

El diagnóstico temprano puede prevenir la progresión de la gota a una enfermedad articular crónica. Sin tratamiento, los pacientes pueden desarrollar gota crónica en 5-10 años, con daño articular permanente y daño renal. La detección temprana y el tratamiento con medicamentos que reduzcan el ácido úrico disminuyen la frecuencia de los episodios agudos y la acumulación de cristales.

El diagnóstico precoz también mejora la calidad de vida, ya que el manejo del dolor en el episodio agudo debe comenzar en las primeras 24 horas. La demora en el diagnóstico puede empeorar los síntomas. Estudios muestran que, en promedio, se tarda entre 2 y 3 años desde la aparición de los síntomas hasta el diagnóstico, lo que resalta la importancia de aumentar la conciencia diagnóstica.

  • Prevención de complicaciones crónicas: el tratamiento temprano reduce el riesgo de cálculos renales y fallo renal
  • Mejora en la eficacia del tratamiento: el uso temprano de enzimas uricas o inhibidores de la síntesis de urato puede controlar mejor los niveles de ácido úrico en sangre

Estrategias de seguimiento a largo plazo

Una vez diagnosticado, es fundamental establecer un seguimiento a largo plazo, monitorizando cada 3-6 meses los niveles de ácido úrico en sangre y la función renal. Los médicos ajustarán el tratamiento según la edad del paciente, la frecuencia de los episodios y las complicaciones, asegurando que el ácido úrico se mantenga por debajo de 6 mg/dL para facilitar la disolución de los cristales.

 

Preguntas frecuentes

¿Qué síntomas de una crisis de gota requieren atención médica inmediata?

Durante una crisis aguda de gota, si aparecen síntomas de enrojecimiento, hinchazón, calor y dolor en la articulación, y el dolor afecta las actividades diarias, se recomienda acudir rápidamente al médico. Si además hay fiebre o enrojecimiento y úlceras en la piel alrededor de la área afectada, puede haber una infección, y se debe buscar atención médica urgente para descartar complicaciones graves.

¿Por qué los médicos piden análisis de sangre en ayunas para medir el ácido úrico?

Se solicita análisis en ayunas para eliminar la influencia temporal de la dieta sobre los niveles de ácido úrico, asegurando que los datos sean precisos. Tras consumir alimentos ricos en purinas, los niveles de ácido úrico pueden elevarse temporalmente, por lo que la prueba en ayunas refleja mejor el metabolismo a largo plazo.

¿Por qué durante el tratamiento de la gota es necesario monitorear regularmente la presión arterial y la función renal?

La hiperuricemia puede estar relacionada con hipertensión y disfunción renal, y el uso prolongado de medicamentos para reducir el ácido úrico puede afectar la función renal. La monitorización periódica ayuda a detectar efectos adversos o complicaciones metabólicas a tiempo, permitiendo ajustar el tratamiento.

¿Qué bebidas aparentemente «bajas en purinas» pueden desencadenar una crisis de gota?

Los jugos con alto contenido de azúcar y las bebidas carbonatadas con fructosa pueden promover la producción endógena de ácido úrico, aumentando el riesgo de crisis. Aunque se anuncien como «bajas en purinas», el consumo excesivo de bebidas azucaradas debe evitarse, prefiriendo agua o té sin azúcar.

¿Por qué no basta con un nivel elevado de ácido úrico en sangre para diagnosticar la gota?

El aumento de ácido úrico en sangre puede ser un indicador de alteraciones metabólicas, pero el diagnóstico de la gota requiere la combinación de síntomas clínicos (como artritis aguda repentina) y estudios de imagen (como DECT). Algunos pacientes pueden tener episodios de gota con niveles normales de ácido úrico, por lo que es necesario considerar múltiples indicadores para un diagnóstico preciso.

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