El diagnóstico de la celulitis infecciosa se basa principalmente en la combinación de manifestaciones clínicas y exámenes médicos. El médico realizará una historia clínica detallada, un examen físico, y complementará con pruebas de laboratorio y estudios de imagen necesarios para descartar otras enfermedades con síntomas similares. Un diagnóstico temprano puede prevenir eficazmente la propagación de la infección y reducir el riesgo de complicaciones.
El proceso diagnóstico generalmente se divide en tres etapas: evaluación clínica preliminar, confirmación mediante pruebas auxiliares, y diagnóstico diferencial para excluir otras enfermedades. El médico prestará especial atención a la velocidad de desarrollo de los síntomas, el patrón de cambios en la piel, y si existe una fuente potencial de infección, como heridas o antecedentes de enfermedades crónicas.
La evaluación clínica es el punto de partida clave para el diagnóstico. El médico primero preguntará sobre el momento de inicio de los síntomas, su evolución, y si hay antecedentes de trauma, cirugía o enfermedades del sistema inmunológico. Por ejemplo, pacientes con diabetes o uso prolongado de corticosteroides tienen un riesgo mayor de infección y requieren atención especial.
Durante el examen físico, el médico observará cuidadosamente las características de la piel en la zona afectada. Las manifestaciones típicas incluyen enrojecimiento, hinchazón, aumento de temperatura, sensibilidad a la presión, y eritema con bordes difusos. Si la infección ha penetrado en tejidos profundos, puede palparse inflamación o endurecimiento. También se evaluará si hay linfadenopatía o síntomas sistémicos como fiebre.
Las pruebas de laboratorio generalmente incluyen un hemograma completo (CBC) para observar si hay leucocitosis, que puede reflejar una respuesta infecciosa. La medición de la proteína C reactiva (PCR) o la velocidad de sedimentación globular (VSG) puede proporcionar datos objetivos sobre la inflamación. Si se sospecha una infección bacteriana, el médico puede realizar cultivos de sangre o tejidos para identificar el microorganismo causante y determinar su sensibilidad a los antibióticos.
En algunos casos, los estudios de imagen son necesarios. La ecografía puede ayudar a distinguir entre celulitis y abscesos profundos o trombosis vascular. La resonancia magnética (RM) o la tomografía computarizada (TC) se utilizan cuando se sospecha que la infección se ha extendido a tejidos profundos o huesos, especialmente si los síntomas no son claros o la respuesta al tratamiento es deficiente.
Actualmente, no existen herramientas específicas de cribado para la celulitis infecciosa, pero los médicos suelen usar la "evaluación de índices inflamatorios" para seguir la evolución de la enfermedad. Por ejemplo, el seguimiento de los cambios en los niveles de PCR puede indicar la eficacia del tratamiento. Algunas guías médicas recomiendan evaluar la función inmunológica en pacientes con recurrencias frecuentes para detectar posibles déficits inmunitarios.
En cuanto a las herramientas de evaluación, el médico puede utilizar "escalas de evaluación clínica" que sistematizan la valoración del alcance del enrojecimiento, la intensidad del dolor y los síntomas sistémicos. Estas escalas ayudan a distinguir infecciones leves de severas y a decidir si es necesario hospitalizar o ajustar el tipo de antibiótico.
Para pacientes con sospecha de infecciones graves, se realiza una evaluación más profunda, incluyendo análisis de gases arteriales para valorar el riesgo de hipoxia tisular, o el uso de "criterios de respuesta inflamatoria sistémica" (SIRS) para determinar si se ha producido una infección sistémica. Estas herramientas ayudan a clasificar rápidamente el nivel de riesgo del paciente.
El diagnóstico diferencial es un paso importante para confirmar la celulitis infecciosa. El médico debe distinguirla de enfermedades con síntomas similares, como el pénfigo, trombosis venosa profunda, o dermatitis de contacto. Por ejemplo, la dermatitis de contacto suele acompañarse de picazón en lugar de dolor intenso, y la trombosis venosa profunda puede presentar hinchazón y dolor en la extremidad.
Es importante excluir condiciones como forúnculos, celulitis y erisipela. La erisipela generalmente afecta capas más superficiales de la piel, con bordes bien definidos y frecuente inflamación de los vasos linfáticos. Los forúnculos presentan abscesos claramente definidos, diferentes de la inflamación crónica de la celulitis.
El diagnóstico temprano puede mejorar significativamente la eficacia del tratamiento. La celulitis no tratada puede propagarse rápidamente a la sangre causando septicemia, o provocar fascitis necrosante y otras complicaciones mortales. El uso oportuno de antibióticos puede reducir el tiempo de recuperación en más del 50% y disminuir la necesidad de cirugía para extirpar tejidos afectados.
Según la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas, los pacientes de alto riesgo (como inmunodeprimidos o diabéticos) deben recibir tratamiento con antibióticos en las primeras 24 horas. El tratamiento precoz no solo acorta la duración de la enfermedad, sino que también reduce el riesgo de resistencia a los antibióticos, ya que la demora puede obligar a usar antibióticos más potentes.
Al integrar las manifestaciones clínicas y los resultados objetivos, el médico puede formular rápidamente una hipótesis diagnóstica y diseñar un plan de tratamiento personalizado. La descripción activa del paciente sobre los cambios en los síntomas, como el patrón de fiebre y la intensidad del dolor, es crucial para una precisión diagnóstica.
Si observa que la zona inflamada continúa expandiéndose, el dolor aumenta o aparecen síntomas sistémicos como fiebre, debe acudir inmediatamente a un centro médico para una evaluación. El médico puede ajustar el tipo o la dosis de antibióticos y descartar complicaciones adicionales. Los pacientes deben evitar prolongar el uso de medicamentos por su cuenta y seguir estrictamente las indicaciones médicas y las citas de seguimiento.
¿Qué hábitos diarios pueden aumentar el riesgo de recurrencia de la celulitis?El control deficiente de la glucemia en pacientes diabéticos, úlceras en los pies o lesiones cutáneas crónicas no tratadas adecuadamente pueden aumentar la probabilidad de recurrencia. Se recomienda mantener la piel limpia y seca, evitar manipular heridas con remedios caseros, y revisar periódicamente las áreas propensas a lesiones, como los pies.
¿Cómo distinguir entre inflamación no infecciosa y celulitis?La inflamación no infecciosa (como el pénfigo) suele acompañarse de ampollas o descamación de la piel, mientras que la celulitis se caracteriza por enrojecimiento, hinchazón, calor y dolor, generalmente causada por infección bacteriana. Si los síntomas no son claros o no mejoran con tratamiento, el médico puede realizar biopsias o análisis de sangre para descartar otras enfermedades inmunológicas.
¿Se puede mojar la zona afectada o aplicar calor durante el tratamiento con antibióticos?Durante el tratamiento, se debe evitar sumergir la zona afectada en agua durante períodos prolongados para no empeorar la inflamación o propagar la infección. La aplicación de calor puede aliviar temporalmente las molestias, pero si no se combina con antibióticos, puede retrasar la recuperación. La atención específica debe seguir las indicaciones del médico.
¿Cuáles son las diferencias clave entre celulitis e impétigo en la presentación clínica?El impétigo generalmente se extiende a lo largo de los vasos linfáticos, con bordes bien definidos y tendencia a recaídas, mientras que la celulitis presenta un área de inflamación más difusa, con posible hinchazón o abscesos. Ambos requieren tratamiento con antibióticos, pero el impétigo tiende a recurrir más fácilmente en pacientes con inmunidad debilitada y requiere tratar las causas subyacentes, como la diabetes.