La penectomía es una intervención quirúrgica que consiste en la extirpación parcial o total del tejido del pene. Este procedimiento se utiliza principalmente para tratar cáncer de pene, infecciones graves, traumatismos o anomalías congénitas. El objetivo de la cirugía es eliminar las lesiones malignas, prevenir la diseminación del cáncer o resolver problemas estructurales severos, preservando en la medida de lo posible las funciones fisiológicas y la calidad de vida del paciente.
Generalmente, la cirugía la realizan urólogos o oncólogos, y el plan se diseña según la extensión de la lesión y las necesidades del paciente. Tras la operación, puede ser necesaria una reconstrucción o terapias complementarias para restaurar funciones o apariencia.
La penectomía se clasifica principalmente en «parcial» y «total». La parcial conserva parte del tejido del pene y se indica en casos de cáncer en etapas tempranas o infecciones locales; la total implica la extirpación completa del pene y se realiza en casos de cáncer avanzado o daño tisular severo. La cirugía elimina el tejido afectado y puede incluir muestreos de ganglios linfáticos para evaluar el riesgo de metástasis.
El mecanismo quirúrgico incluye cortar con precisión las lesiones, detener hemorragias, suturar las heridas y, en algunos casos, realizar trasplantes de piel o reconstrucciones. Si el paciente requiere función erectil, el cirujano intentará preservar nervios y vasos sanguíneos para facilitar la recuperación funcional posterior.
Este tratamiento se indica en las siguientes condiciones:
En algunos casos de anomalías congénitas, como deformidades severas del pene o hipospadias, también puede considerarse esta cirugía para mejorar la función urinaria o sexual.
La cirugía generalmente se realiza bajo anestesia general, y el cirujano planifica el alcance de la extirpación según la localización y extensión de la lesión. Los pasos incluyen:
Tras la operación, se administran antibióticos para prevenir infecciones y se realiza un seguimiento regular mediante marcadores tumorales o estudios de imagen. Si el paciente recibe quimioterapia o radioterapia, estas deben coordinarse con el momento de la cirugía para asegurar la eficacia del tratamiento.
Los beneficios directos de la penectomía incluyen:
Si se combina con cirugía reconstructiva, puede mejorar la apariencia y algunas funciones, además de reducir el impacto psicológico. Además, los pacientes con cáncer detectado en etapas tempranas que se someten a esta cirugía tienen una tasa de supervivencia a 5 años superior al 70%.
Los riesgos inmediatos incluyen:
Los efectos secundarios a largo plazo pueden incluir:Pérdida permanente de la función sexual, acortamiento del pene que afecte la micción, trauma psicológico o baja autoestima. Es importante realizar un seguimiento para detectar recurrencias tumorales o complicaciones.
Antes de la cirugía, se debe evaluar el estado general del paciente, incluyendo función cardiopulmonar y coagulación. Las contraindicaciones incluyen:
Tras la cirugía, es fundamental seguir las indicaciones de cuidado, como evitar esfuerzos físicos intensos, limpiar la herida diariamente y acudir a revisiones periódicas. Además, se recomienda apoyo psicológico para afrontar posibles impactos físicos y emocionales.
Esta cirugía puede combinarse con quimioterapia o radioterapia, por ejemplo:
Si el paciente está en tratamiento con anticoagulantes o inmunosupresores, estos deben ajustarse antes de la cirugía para reducir riesgos de sangrado. La coordinación con otros procedimientos también es importante para evitar afectar la cicatrización de la herida.
Estudios clínicos en varios países muestran que, en casos de cáncer de pene en etapas tempranas, la tasa de supervivencia a 5 años tras la extirpación radical puede alcanzar entre el 80% y el 90%. La resección local en pacientes sin invasión profunda tiene una tasa de recurrencia inferior al 20%.
La eficacia de la cirugía depende del estadio tumoral y del estado de los ganglios linfáticos. En casos avanzados, puede ser necesario combinar con radioterapia o quimioterapia para mejorar los resultados. El seguimiento a largo plazo indica que, con un manejo adecuado de las complicaciones, la calidad de vida de los pacientes puede mejorar progresivamente.
Las opciones no quirúrgicas incluyen:
La elección de la alternativa depende de la malignidad del tumor, la edad del paciente y su estado general de salud. El médico decidirá la opción más adecuada considerando la relación riesgo-beneficio.
El período de recuperación de la penectomía suele ser de 4 a 6 semanas, dependiendo de la extensión de la cirugía y la condición del paciente. Durante la fase inicial, se recomienda evitar levantar objetos pesados, caminar por largos períodos o montar en bicicleta, siguiendo las indicaciones médicas para cambiar los apósitos regularmente. La zona operada debe mantenerse limpia y seca para prevenir infecciones, y se aconseja usar ropa interior holgada para reducir la fricción.
¿Qué efectos secundarios a largo plazo pueden presentarse tras la cirugía? ¿Cómo manejar el impacto psicológico?Los efectos secundarios a largo plazo pueden incluir cambios en el patrón de micción o disminución de la sensibilidad en las áreas circundantes. Si se realiza una derivación urinaria, el paciente debe adaptarse a la nueva forma de orinar. En cuanto al aspecto psicológico, se recomienda acudir a un profesional de la salud mental o a grupos de apoyo, y muchas instituciones ofrecen recursos de asesoramiento psicológico para ayudar a los pacientes y sus familias a adaptarse a los cambios en la vida.
¿Es posible sustituir la cirugía por otros tratamientos en la fase previa? ¿Cuándo es imprescindible optar por la cirugía?En casos de enfermedad en etapas tempranas sin invasión de tejidos circundantes, puede considerarse inicialmente radioterapia o tratamiento farmacológico. Sin embargo, si el cáncer ha penetrado en tejidos profundos, hay metástasis en ganglios linfáticos o recurrencias, la cirugía suele ser la opción necesaria. La decisión debe ser evaluada por un equipo multidisciplinario de oncólogos y urólogos.
¿Es posible recuperar la función sexual normal tras la cirugía? ¿Qué opciones de tratamiento complementario existen?La cirugía puede afectar la función erectil, pero algunos pacientes logran recuperarla parcialmente mediante medicamentos o terapias físicas. En casos severos, se puede considerar la implantación de pene artificial o el uso de bombas de vacío. El médico recomendará la mejor opción según la extensión de la extirpación y la preservación nerviosa.
¿Cuáles son los aspectos clave en el seguimiento postoperatorio? ¿Cuándo se debe acudir de inmediato al médico?El seguimiento incluye monitoreo de marcadores tumorales, estudios de imagen y análisis de orina para detectar tempranamente recurrencias. Se debe acudir de inmediato si aparecen hinchazón anormal, sangrado persistente, fiebre superior a 38°C o dificultad severa para orinar. Se recomienda revisiones cada 3 a 6 meses durante al menos 5 años.