La terapia de tracción espinal es una técnica de fisioterapia que aplica fuerzas externas en la estructura de la columna vertebral, ampliando los espacios intervertebrales para aliviar la compresión nerviosa. Este tratamiento no invasivo se utiliza principalmente para tratar afecciones cervicales o lumbares, ayudando a reducir la irritación de las raíces nerviosas causada por protrusiones discales y mejorando la biomecánica de la columna. Es común en fases conservadoras de tratamiento para síntomas como dolor cervical crónico, ciática y hernias discales.
La tracción puede dividirse en dos categorías principales: "tracción mecánica" y "tracción dinámica". La tracción mecánica utiliza equipos especializados para aplicar una fuerza constante, generalmente en entornos clínicos por profesionales; la tracción dinámica emplea fuerzas intermitentes o rítmicas que simulan patrones fisiológicos de movimiento. Sus mecanismos incluyen:
Este método es adecuado para síntomas de origen discal, como dolor irradiado en los miembros superiores por hernia cervical, ciática por hernia lumbar y claudicación intermitente por estrechamiento espinal. También puede considerarse en casos de espondilolistesis degenerativa o síndrome de artrosis facetaria, tras confirmación mediante imágenes.
Los parámetros de tratamiento deben ajustarse según la condición física y la gravedad del paciente: la tracción cervical generalmente aplica una fuerza de 4-12 kg con un ángulo de inclinación de 15-30 grados, con sesiones de 15-30 minutos; la tracción lumbar usa entre el 60-70% del peso corporal como fuerza de tracción, con duración de 20-40 minutos. El tratamiento completo suele realizarse 2-3 veces por semana, con un ciclo total de 8-12 sesiones.
La tracción ofrece ventajas por ser no invasiva y por mejorar directamente el entorno biomecánico de la zona afectada. Estudios clínicos muestran que aproximadamente el 60-75% de los pacientes experimentan una reducción del dolor en la escala VAS de más del 30% tras completar el tratamiento. Entre sus beneficios se incluyen:
Los efectos adversos a corto plazo pueden incluir dolor muscular en la zona de tracción y marcas en la piel, con una incidencia del 10-15%. En casos raros, puede ocurrir desplazamiento de la protrusión discal o inestabilidad espinal, con el riesgo de daño nervioso severo en casos graves. La tracción prolongada puede alterar la extensibilidad de la cápsula articular, por lo que requiere atención especial.
Las contraindicaciones incluyen fracturas vertebrales, osteoporosis severa, infecciones de la columna y lesiones medulares. Se prohíbe en casos sospechosos de inestabilidad espinal o tumores malignos. Antes del tratamiento, se debe realizar una evaluación detallada mediante imágenes. Los pacientes con hipertensión deben mantener la presión arterial por debajo de 140/90 mmHg y evitar el tratamiento durante el período menstrual o en fases agudas de inflamación.
La tracción a menudo se combina con terapias físicas como ultrasonido y interferencia eléctrica para potenciar la reparación de tejidos. Cuando se usa junto con medicación, se debe tener en cuenta que los corticosteroides pueden afectar la densidad ósea y las bloqueos nerviosos pueden interferir en la evaluación del dolor. Se debe evitar realizar manipulación espinal o técnicas de quiropraxia en el mismo día para prevenir sobreextensión de los tejidos.
Revisiones sistemáticas muestran que, en pacientes con hernia discal, la mejoría de síntomas a las 6 semanas alcanza un 72%, y en las resonancias MRI, se observa una reducción en la protrusión en el 55% de los casos. En pacientes con espondilosis cervical crónica, la tracción combinada con ejercicios tiene una tasa de recurrencia un 23% menor en comparación con la terapia única. Sin embargo, la efectividad a largo plazo en estenosis espinal aún es controvertida y requiere evaluación adicional con cirugía de descompresión.
Las opciones no quirúrgicas incluyen reposo en cama con colchón duro, inyecciones de bloqueo nervioso o bloqueo selectivo de raíces nerviosas espinales. Las cirugías comprenden discectomía mínimamente invasiva o fusión espinal. En fisioterapia, el entrenamiento de fuerza del core y los ejercicios de corrección postural pueden complementar el tratamiento, mientras que los agentes biológicos aún no cuentan con evidencia concluyente.
Antes del tratamiento, se recomienda realizar estudios de imagen (como radiografías o MRI) para confirmar los problemas específicos en la columna o las articulaciones. El terapeuta ajustará la fuerza y el ángulo de tracción según el peso y la condición del paciente, y explicará posibles molestias. Se debe evitar comer en las 2 horas previas y usar ropa cómoda y suelta para facilitar la sesión.
¿Qué hago si siento dolor muscular durante la tracción?Es normal experimentar molestias leves después del tratamiento, que pueden aliviarse con compresas de hielo o calor según la zona. Si el dolor persiste más de 48 horas o empeora, se debe contactar al médico para ajustar la fuerza o la frecuencia de tracción. El médico puede recomendar estiramientos o fisioterapia para reducir la incomodidad.
¿Puedo realizar actividades diarias o trabajar durante el tratamiento?Se recomienda evitar levantar objetos pesados, permanecer sentado por largos períodos o realizar ejercicios de alto impacto (como correr o levantar pesas) para no afectar la eficacia del tratamiento o agravar lesiones. Se pueden realizar actividades de bajo impacto, como caminar o ejercicios acuáticos, y reportar regularmente al terapeuta para ajustar el plan de tratamiento.
¿Cómo se determina la cantidad de sesiones y duración total del tratamiento?El número de sesiones depende de la gravedad de la condición; hernias discales leves pueden requerir de 6 a 12 sesiones, mientras que casos severos pueden necesitar más. Cada sesión dura aproximadamente 20-40 minutos, y el terapeuta ajustará según la respuesta del paciente. Tras finalizar, se recomienda realizar ejercicios de rehabilitación para mantener los beneficios.
¿Cómo puedo prevenir la recurrencia de los síntomas después de la tracción?Es importante fortalecer continuamente los músculos del core, mantener una buena postura y evitar mantener posiciones prolongadas. El médico puede sugerir estiramientos periódicos o el uso de soportes, y realizar controles semestrales. Ante la reaparición de síntomas, se debe acudir temprano al médico para evaluar si es necesario repetir el tratamiento o modificar hábitos de vida.