La prueba de función tiroidea es un conjunto de análisis de sangre utilizados para evaluar la función de la glándula tiroides, principalmente midiendo indicadores como la hormona estimulante de la tiroides (TSH), T4 libre y T3 libre. Este examen permite un diagnóstico rápido de hiperfunción, hipofunción tiroidea o alteraciones metabólicas relacionadas, siendo una herramienta diagnóstica común en endocrinología.
Su objetivo principal es evaluar si la secreción de hormonas tiroideas está dentro del rango normal, ayudando a los médicos a diagnosticar enfermedades como la enfermedad de Graves o la tiroiditis de Hashimoto. Los resultados pueden servir como base para ajustar los tratamientos, como la dosificación de medicamentos antitiroideos o terapias de reemplazo hormonal.
Se dividen en tres categorías: 1. Prueba básica: medición combinada de TSH y T4 libre, para un cribado inicial de anomalías. 2. Pruebas extendidas: incluyen anticuerpos tiroideos (como TPOAb, TgAb) para identificar enfermedades autoinmunes. 3. Seguimiento de eficacia: monitoreo periódico de las concentraciones hormonales para evaluar la respuesta al tratamiento.
El principio de la prueba es mediante inmunoensayo radioactivo o química luminiscente, detectando las concentraciones de hormonas tiroideas y hormonas reguladoras en la sangre. La TSH es secretada por la hipófisis, mientras que T4/T3 son liberadas directamente por la tiroides, formando un sistema de retroalimentación negativa. Cualquier anomalía en estos componentes puede desviar los valores normales.
También se usa para monitorear la función tiroidea en mujeres embarazadas, ya que las necesidades hormonales cambian durante el embarazo. Además, ayuda a evaluar la respuesta a medicamentos antitiroideos o terapia de reemplazo hormonal.
El método de análisis es mediante extracción venosa, generalmente procesada en 6-8 horas. Normalmente no requiere dosis específicas, pero sí atención a las preparaciones previas:
Las principales ventajas son que es no invasiva y los resultados son rápidos, permitiendo cuantificar con precisión el estado de la función tiroidea. Facilita la detección temprana de enfermedades tiroideas subclínicas, previniendo su progresión a síntomas evidentes. En embarazadas, ayuda a evitar que las alteraciones tiroideas afecten al feto.
Comparada con estudios de imagen, la prueba de sangre tiene menor costo y no expone a radiación. La combinación con análisis de anticuerpos aumenta la precisión diagnóstica, diferenciando entre enfermedades primarias y secundarias de la tiroides.
El riesgo del procedimiento es muy bajo, siendo lo más común molestias en el sitio de punción o mareo. En casos raros, puede presentarse hematoma por estrechez vascular, que generalmente desaparece en 24 horas.
Riesgos graves: personas con trastornos de coagulación pueden tener mayor riesgo de sangrado, por lo que deben informar al médico para ajustar la técnica de extracción. En casos especiales, como alteraciones severas de la coagulación, se recomienda realizar pruebas de coagulación previamente.
Contraindicaciones incluyen trastornos de coagulación o uso de anticoagulantes (como warfarina). Antes del análisis, se debe suspender el uso de medios de contraste yodados al menos una semana, ya que estos pueden afectar temporalmente los valores tiroideos.
Algunos medicamentos pueden interferir en los resultados:
Interacción con tratamiento con yodo radiactivo: quienes hayan recibido terapia con yodo en los últimos 3 meses pueden tener resultados imprecisos, por lo que deben informar a su médico sobre su historial de tratamiento.
Estudios clínicos muestran que la TSH tiene una precisión diagnóstica superior al 95%, siendo el indicador preferido internacionalmente. Una TSH por debajo de 0.1 mIU/L junto con aumento de T3/T4 confirma hiperfunción tiroidea.
Para mujeres embarazadas, los valores de referencia de TSH deben ajustarse a 0.1-2.5 mIU/L para evitar afectar el desarrollo neurológico fetal. Estudios de seguimiento a largo plazo confirman que la revisión periódica reduce en un 70% la incidencia de crisis tiroideas.
Las pruebas alternativas incluyen:
Estas técnicas suelen usarse como evaluación secundaria tras resultados anómalos en análisis de sangre, sin reemplazar la función de cribado inicial del análisis sanguíneo.
Se recomienda ayuno de 8-12 horas, evitar alimentos ricos en yodo (como algas, nori) y bebidas con cafeína, ya que pueden interferir con los valores de TSH o T4 libre. Las personas que toman anticonceptivos, heparina o esteroides deben informar a su médico, ya que algunos medicamentos pueden afectar los resultados.
¿Es necesario comenzar tratamiento inmediatamente si los resultados son anormales pero no hay síntomas?Los valores leves anormales deben evaluarse en conjunto con síntomas e historia clínica. Por ejemplo, en hipotiroidismo subclínico sin síntomas como fatiga o intolerancia al frío, el médico puede recomendar observación en lugar de medicación inmediata. Es importante realizar seguimientos periódicos y, si los valores persisten alterados o los síntomas empeoran, considerar el tratamiento.
¿Cómo evitar que los medicamentos y otras pruebas afecten los resultados durante el tratamiento tiroideo?Las personas que toman levotiroxina deben tomarla en ayunas por la mañana a la misma hora, evitando tomarla junto con hierro o calcio, con un intervalo de al menos 4 horas. Para estudios de imagen o inyección de contraste, se debe informar con anticipación al personal médico sobre el tratamiento tiroideo en curso.
¿Qué precauciones debo tomar tras la terapia con yodo radiactivo?Se recomienda evitar contacto cercano con otras personas, especialmente embarazadas y niños, durante las primeras 24-48 horas. Tras usar el baño, se debe enjuagar dos veces, lavar la ropa de cama y las toallas por separado, y beber abundantes líquidos para facilitar la eliminación. En general, se aconseja evitar contacto cercano durante una semana, dependiendo de la dosis administrada.
¿Qué restricciones en la dieta y actividad física debo seguir después de una cirugía tiroidea?Durante las dos semanas posteriores, se recomienda evitar ejercicio intenso y levantar objetos pesados para prevenir la apertura de la herida. La dieta debe ser blanda y baja en fibra para reducir dificultades de deglución. En caso de tiroidectomía total, será necesario tomar reemplazo hormonal de por vida y realizar controles periódicos para ajustar la dosis según los niveles sanguíneos.