La ecografía pélvica es una técnica de diagnóstico por imágenes no invasiva que utiliza ondas sonoras de alta frecuencia para visualizar las estructuras internas del cuerpo humano. Se aplica principalmente en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades ginecológicas, urológicas y del sistema digestivo. Su principio consiste en emitir ondas sonoras mediante una sonda y recibir los ecos, que son convertidos por una computadora en imágenes bidimensionales o tridimensionales, mostrando claramente la forma, tamaño y localización de lesiones en órganos como el útero, ovarios y vejiga. Esta tecnología ofrece ventajas como la inmediatez, ausencia de radiación y posibilidad de repetición, desempeñando un papel clave en el diagnóstico clínico.
La ecografía pélvica se divide en dos grandes categorías: diagnóstica y terapéutica. La ecografía diagnóstica se usa para observar estructuras anatómicas, por ejemplo, mediante exploración abdominal o vaginal; la ecografía terapéutica combina técnicas de enfoque (como la ultrasonografía de alta intensidad focalizada, HIFU), que utilizan efectos térmicos o mecánicos para destruir tejidos patológicos. Sus mecanismos incluyen la conversión de energía de ondas sonoras en calor, provocando necrosis coagulativa del tejido, o el estímulo de vibraciones en microburbujas para potenciar la entrega de medicamentos.
Las indicaciones diagnósticas abarcan miomas uterinos, quistes ováricos, endometriosis, embarazo ectópico y otras enfermedades ginecológicas, así como evaluación de residuo urinario en la vejiga y problemas del sistema urinario como hiperplasia prostática. La ecografía terapéutica se emplea en ablaciones mínimamente invasivas de miomas benignos, tratamiento localizado del cáncer de próstata o en la liberación dirigida de medicamentos en tejidos específicos.
Las exploraciones diagnósticas generalmente requieren que la paciente tenga la vejiga llena, con la sonda cubierta de gel y en contacto con la piel o insertada en la vagina; la ecografía terapéutica requiere ajustar la frecuencia (normalmente entre 1-7 MHz) y la densidad de energía según la profundidad y tamaño de la lesión. Por ejemplo, el tratamiento de miomas uterinos puede requerir 2-3 sesiones, aplicando entre 1-3 julios por centímetro cuadrado, monitoreando en tiempo real los cambios de temperatura mediante imágenes en vivo.
El riesgo en diagnósticos es muy bajo, pudiendo causar enrojecimiento temporal de la piel por contacto de la sonda. La ecografía terapéutica puede provocar dolor en la zona tratada, edema tisular o hematuria transitoria, y en casos raros, formación de escaras o estímulo nervioso. Es importante monitorizar estrechamente la incomodidad reportada por la paciente.
Contraindicaciones incluyen:
La ecografía complementa estudios radiológicos como TAC o MRI: puede filtrar rápidamente lesiones y luego evaluar las características tisulares con MRI. La ecografía terapéutica puede combinarse con quimioterapia, por ejemplo, usando microburbujas para mejorar la penetración de medicamentos en tumores. Sin embargo, debe evitarse su uso conjunto con anticoagulantes para reducir el riesgo de hemorragia en la zona tratada.
La precisión diagnóstica en la identificación de miomas uterinos supera el 90%, con alta sensibilidad en la determinación de benignidad o malignidad de quistes ováricos. Estudios clínicos muestran que la ecografía terapéutica en miomas benignos tiene una tasa de mejoría de síntomas del 80% que se mantiene por más de 2 años, con menor tasa de complicaciones postoperatorias en comparación con cirugías tradicionales. Investigaciones recientes también destacan su valor en la localización temprana de cáncer ovárico.
Otros métodos diagnósticos incluyen:
Las alternativas terapéuticas como la cirugía laparoscópica permiten la eliminación directa de lesiones, aunque con tiempos de recuperación más largos y mayor invasividad.
Se recomienda evitar joyas metálicas o ropa gruesa para reducir interferencias. Si la exploración es ginecológica, puede ser necesario beber agua para llenar la vejiga o ayunar algunas horas según indicaciones. Es importante seguir las instrucciones médicas y comunicar si hay alergia a gel o condiciones especiales.
¿La exploración causa dolor o incomodidad?La ecografía pélvica generalmente no duele, aunque puede haber sensación de presión al contacto del transductor con el abdomen o recto. Para exploraciones vaginales, puede requerirse adoptar ciertas posturas, y una incomodidad breve es normal. En caso de dolor intenso o sangrado anormal, se debe informar inmediatamente al personal médico.
¿Se deben limitar las actividades diarias después del examen?Por lo general, se puede volver a las actividades normales inmediatamente, salvo en casos de exploraciones invasivas (como vía rectal o vaginal), donde se recomienda evitar esfuerzos intensos por algunas horas. Si hay sangrado persistente, dolor abdominal severo o fiebre, se debe acudir a un centro de salud.
¿Cuánto tiempo tarda en obtenerse el resultado de una ecografía pélvica?Las imágenes en tiempo real pueden ser interpretadas en el momento, pero el informe detallado suele estar listo en 1-3 días hábiles, tras análisis por un especialista. En casos de urgencia, como embarazo ectópico, el informe puede priorizarse. Se recomienda consultar con el médico en la fecha acordada para discutir los resultados.
¿Qué factores afectan la precisión de la ecografía pélvica?La precisión puede verse influida por el llenado de la vejiga, la postura del paciente, la localización de la lesión y la experiencia del operador. La obesidad excesiva o gases intestinales pueden dificultar la claridad de la imagen, en cuyo caso se puede considerar otro método como MRI. La actualización técnica y la capacitación continua mejoran la precisión general.