Tonsillectomy

Resumen del tratamiento

La amigdalectomía es una intervención quirúrgica que consiste en remover el tejido de las amígdalas ubicadas en la garganta. Este procedimiento se realiza generalmente para tratar casos severos de inflamación recurrente, obstrucción de las vías respiratorias o complicaciones relacionadas. El objetivo de la cirugía es eliminar las lesiones, prevenir la propagación de infecciones o bloqueos respiratorios que puedan causar trastornos del sueño.

Las técnicas quirúrgicas pueden dividirse en métodos tradicionales de raspado y técnicas modernas con dispositivos de energía, seleccionadas según la edad del paciente, la frecuencia de inflamaciones y la gravedad de las complicaciones. La recuperación suele durar entre 1 y 2 semanas, durante las cuales se debe vigilar estrechamente signos de sangrado o infección.

Tipos de tratamiento y mecanismos

El método tradicional utiliza instrumentos quirúrgicos para remover directamente las amígdalas, con suturas o cauterización para detener el sangrado. Tecnologías más recientes, como el bisturí de baja temperatura o el láser, permiten cortar el tejido con precisión y reducir el daño circundante, disminuyendo el dolor y el riesgo de sangrado postoperatorio.

El mecanismo de la cirugía consiste en eliminar completamente el tejido enfermo, bloqueando la acumulación de bacterias y el ciclo de inflamación recurrente. En casos de apnea del sueño causada por hipertrofia amigdalina, la remoción del tejido puede restaurar la permeabilidad de las vías respiratorias.

Indicaciones

Las principales indicaciones incluyen: más de 7 episodios de amigdalitis aguda al año, más de 6 o 5 episodios según diferentes rangos de edad, hipertrofia amigdalina que obstruye las vías respiratorias, o complicaciones como abscesos periamigdalinos.

  • Infecciones recurrentes del tracto respiratorio superior con fiebre y dificultad para tragar
  • Hipertrofia amigdalina que causa apnea obstructiva del sueño
  • Sospecha de tumor maligno o cálculos amigdalinos persistentes

Modo de uso y dosis

La cirugía se realiza bajo anestesia general, generalmente en modalidad ambulatoria. El cirujano introduce instrumentos por la boca para remover el tejido con dispositivos o energía, y realiza la hemostasia. La duración total es de aproximadamente 30 a 90 minutos, ajustándose a la anatomía del paciente.

Tras la operación, se deben seguir las indicaciones dietéticas, comenzando con líquidos fríos y progresando a alimentos normales. La administración de antibióticos y analgésicos debe seguir la prescripción médica, con controles periódicos para seguimiento.

Beneficios y ventajas

Las principales ventajas son la resolución definitiva de las inflamaciones recurrentes, con una reducción del 90% en las recurrencias postoperatorias. Para pacientes con apnea del sueño, la cirugía puede mejorar significativamente los niveles de oxígeno en sangre y la calidad del sueño.

  • Reducción del riesgo de complicaciones graves como abscesos periamigdalinos
  • Prevención de anemia o retraso en el crecimiento en niños debido a infecciones recurrentes
  • El uso de dispositivos modernos puede acortar el tiempo de recuperación y reducir el daño tisular

Riesgos y efectos secundarios

Los efectos secundarios comunes incluyen dolor de garganta, dificultad para tragar y fiebre baja; aproximadamente el 80% de los pacientes desarrollan una membrana blanca durante la cicatrización. Los riesgos graves comprenden hemorragia intraoperatoria o postoperatoria, con una incidencia del 1-2%, que requiere atención inmediata.

En casos muy raros, puede presentarse sensación crónica de cuerpo extraño en la garganta o alteraciones del gusto. En niños, se deben tener en cuenta los riesgos anestésicos. La infección o retraso en la cicatrización puede aumentar si la inmunidad es baja o no se siguen las instrucciones de cuidado.

Precauciones y contraindicaciones

Antes de la cirugía, se debe suspender el uso de anticoagulantes (como aspirina) al menos una semana, y controlar infecciones respiratorias superiores durante al menos 2 semanas. Las contraindicaciones incluyen enfermedades hemorrágicas activas, infecciones cardiopulmonares recientes o trastornos metabólicos no controlados.

Después de la operación, es fundamental seguir estrictamente las restricciones dietéticas, evitando alimentos muy calientes o ásperos que puedan dañar la herida. Se prohíbe realizar ejercicio intenso durante los primeros 10 días para prevenir el sangrado.

Interacciones con otros tratamientos

Interacción con antibióticos: el uso de antibióticos antes de la cirugía debe completarse 24 horas antes para no afectar la evaluación del día de la operación. El uso postoperatorio debe seguir la prescripción médica para evitar resistencia bacteriana.

Interacción con analgésicos: los antiinflamatorios no esteroideos pueden afectar la coagulación, por lo que su uso debe ser según indicación médica en cuanto a tiempo y dosis.

Eficacia y evidencia

Estudios grandes muestran que, dentro de un año, las infecciones agudas disminuyen entre el 85% y el 95%, y los síntomas de apnea del sueño mejoran en un 70-80%. Los datos de seguimiento a 5 años indican una tasa de recurrencia inferior al 5%.

Comparado con tratamientos conservadores, el grupo quirúrgico presenta una reducción del 60% en ausencias escolares o laborales, y un análisis de costo-beneficio muestra que la cirugía es ventajosa cuando se cumplen las indicaciones.

Alternativas

El tratamiento conservador incluye altas dosis de antibióticos y corticosteroides para reducir la inflamación, pero solo alivian temporalmente los síntomas. La terapia inmunomoduladora está en fase experimental y aún no se ha popularizado.

En casos leves, fortalecer el sistema inmunológico o enjuagues locales pueden controlar los síntomas, pero en casos recurrentes que superan los límites, se recomienda la cirugía para prevenir complicaciones.

 

Preguntas frecuentes

¿Cómo aliviar el dolor después de la cirugía? ¿Qué medicamentos se deben tomar?

Se recomienda usar analgésicos prescritos por el médico, como antiinflamatorios no esteroideos o analgésicos suaves opioides. La aplicación de hielo en el cuello y evitar esfuerzos excesivos también ayuda a reducir el malestar. Si el dolor empeora o persiste más allá de la acción de los medicamentos, se debe consultar al médico de inmediato.

¿Qué restricciones dietéticas se deben seguir después de la cirugía? ¿Cuándo se puede volver a comer normalmente?

Durante las primeras 1 a 2 semanas, se recomienda consumir líquidos fríos o alimentos blandos, como batidos, gelatinas o papillas, evitando alimentos calientes, duros o picantes. Es aconsejable usar pajillas para beber líquidos y reducir la irritación de la garganta. La recuperación completa para volver a una dieta normal suele tomar entre 4 y 6 semanas, ajustándose según la evolución individual.

¿Es normal que haya sangrado o fiebre después de la cirugía? ¿Cuándo se debe acudir de emergencia?

Un sangrado leve o fiebre baja en las primeras 48 horas puede ser normal, pero si hay sangrado abundante de color rojo brillante, fiebre alta persistente (más de 38.5°C) o dificultad para respirar, se debe acudir de inmediato a emergencias. Si en las primeras 2 semanas se presenta sangrado repentino y abundante, puede ser la caída del tejido cicatricial y requiere atención urgente.

¿Cuándo se pueden retomar las actividades diarias y qué ejercicios deben evitarse?

Se recomienda descansar al menos 1 a 2 semanas, evitando esfuerzos físicos intensos o levantar objetos pesados para prevenir sangrado o retraso en la cicatrización. Los ejercicios de alta intensidad, como correr o nadar, generalmente deben suspenderse por 2 a 4 semanas, dependiendo de la recuperación individual. Se puede reanudar gradualmente la actividad ligera, evitando risas o gritos excesivos.

¿Es posible que vuelva a inflamarse después de la cirugía? ¿Cuáles son los riesgos a largo plazo?

Tras la extracción de las glándulas, la probabilidad de amigdalitis aguda disminuye significativamente debido a la reducción del tejido en la garganta, aunque otras infecciones respiratorias aún pueden ocurrir. Los riesgos a largo plazo incluyen cicatrización deficiente o sequedad en la garganta, pero son muy raros. La vigilancia periódica permite detectar anomalías tempranamente, como dificultad persistente para tragar o bloqueo respiratorio.