La prueba de tuberculina en la piel (Prueba de Tuberculina, TST) es un método diagnóstico utilizado para detectar infecciones por la bacteria de la tuberculosis. Esta prueba consiste en la inyección intradérmica de derivado purificado de proteína de la tuberculina (PPD), para evaluar la reacción alérgica del cuerpo frente a los antígenos de la bacteria de la tuberculosis. El objetivo principal es determinar si la persona ha estado en contacto con la bacteria o si posee memoria inmunológica contra la tuberculosis, siendo común en exámenes de salud en grupos de alto riesgo.
La base de esta prueba es el mecanismo de respuesta del sistema inmunológico: si el individuo ha sido infectado anteriormente con la bacteria o ha recibido la vacuna BCG, la piel en el sitio de la inyección desarrollará una induración en 48 a 72 horas, cuya intensidad ayuda a los médicos a evaluar el estado de la infección. Debido a su bajo costo y simplicidad, se ha convertido en uno de los procedimientos estándar en la prevención y control de la tuberculosis en muchos países.
La prueba de tuberculina en la piel se clasifica como una prueba de respuesta inmunitaria, cuyo componente principal es el derivado purificado de proteína de la tuberculina (PPD). Cuando el PPD se inyecta en la piel, si el individuo ha estado expuesto previamente a la bacteria, las células T liberarán citoquinas, causando una reacción inflamatoria local en el sitio de la inyección. El tamaño de la induración está directamente relacionado con la fuerza de la memoria inmunológica, y generalmente se evalúa en 72 horas como criterio principal.
Este mecanismo está estrechamente relacionado con la reacción de hipersensibilidad tipo IV, permitiendo distinguir entre infección natural y vacunación. En comparación con las pruebas de sangre, tiene la ventaja de no requerir equipos complejos, aunque requiere que el paciente regrese para la evaluación en 24 a 72 horas.
Este test es principalmente adecuado para grupos de alto riesgo con antecedentes de contacto con la tuberculosis, como profesionales de la salud, contactos de infectados o pacientes inmunodeprimidos (como personas con VIH). Además, es común en exámenes de ingreso escolar, alistamiento militar o exámenes de salud laboral.
En ciertos grupos, como personas que han estado en contacto con pacientes con tuberculosis, residentes en áreas de alta incidencia o pacientes en tratamiento con biológicos, los médicos pueden solicitar pruebas periódicas para monitorear la infección. Sin embargo, es importante recordar que esta prueba no puede distinguir entre infección latente y tuberculosis activa, por lo que debe complementarse con otros exámenes para confirmar el diagnóstico.
El procedimiento consta de tres etapas: primero, se inyecta 0.1 ml de solución de PPD que contiene 5 unidades de tuberculina en el antebrazo, formando una pequeña burbuja; en segundo lugar, un profesional de la salud evalúa los resultados en 48 a 72 horas; finalmente, se mide la induración en milímetros y se interpreta en función de los factores de riesgo del paciente para determinar si la reacción es positiva.
El sitio de inyección debe mantenerse libre de estímulos y no se deben administrar otras vacunas o realizar otras pruebas cutáneas durante el período de evaluación. Si la hinchazón o enrojecimiento excede los 10 mm, puede ser necesario realizar estudios de imagen o pruebas moleculares para confirmar el diagnóstico.
Esta prueba tiene una sensibilidad del 85-90% en personas con antecedentes de contacto con la tuberculosis, siendo efectiva para detectar individuos con respuesta inmunitaria. Además, en comparación con las pruebas sanguíneas, sus resultados no se ven afectados por ciertos tratamientos inmunomoduladores, siendo útil en pacientes en uso de estos medicamentos.
La mayoría de los sujetos solo experimentan enrojecimiento o hinchazón local en el sitio de la inyección, pero en casos muy raros puede ocurrir shock alérgico, por lo que se recomienda observar durante 15 minutos tras la administración. Si aparecen ampollas, ulceraciones o hinchazón severa, se debe acudir inmediatamente a un centro de salud.
Los riesgos potenciales incluyen:
Contraindicaciones incluyen inmunodeficiencia severa, infecciones agudas o alergia a los componentes de la tuberculina. Mujeres embarazadas o en período de lactancia deben ser evaluadas por un médico antes de realizar la prueba. Personas que recibieron la vacuna BCG en los últimos 3 meses deben esperar entre 4 y 6 semanas para volver a realizarla, para evitar interferencias en los resultados.
Antes de la prueba, se debe informar al médico sobre antecedentes de contacto reciente, uso de medicamentos y alergias. Si el paciente está en uso de corticosteroides u otros inmunosupresores, la respuesta puede estar debilitada, por lo que esto debe ser registrado en el informe.
El uso concomitante con biológicos (como inhibidores de TNF-α) puede reducir la respuesta a la prueba, por lo que se deben ajustar las interpretaciones. Para pacientes en inmunoterapia, se recomienda usar la prueba de liberación de interferón gamma (IGRA) para mayor precisión.
No existe interacción directa con medicamentos antituberculosos, pero en pacientes en tratamiento, los resultados deben interpretarse en conjunto con los síntomas clínicos, ya que la medicación puede afectar la intensidad de la respuesta inmunitaria.
Estudios clínicos muestran que la sensibilidad del PPD en la detección de contactos es del 70-90%, con una especificidad superior al 90%. En regiones con recursos limitados, sus resultados son fundamentales para iniciar tratamientos preventivos.
Investigaciones epidemiológicas a gran escala confirman que esta prueba es efectiva para identificar infecciones latentes, especialmente en programas de seguimiento de contactos, ayudando a detectar en etapas tempranas a grupos de alto riesgo para intervenciones oportunas.
Las pruebas de liberación de interferón gamma (como T-SPOT.TB o QuantiFERON-TB Gold) son opciones principales que permiten distinguir entre vacunación con BCG e infección natural, además de no depender de la interpretación subjetiva de reacciones cutáneas.
Las pruebas de sangre, aunque más precisas, requieren equipamiento especializado y laboratorios, son más costosas y no ofrecen resultados inmediatos. La elección entre ambas depende de las características del paciente y los recursos disponibles.
Se recomienda evitar la administración de otras vacunas o el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) en las 48 a 72 horas previas, para no afectar los resultados. Además, se debe evitar rascar o frotar el sitio de la inyección y mantenerlo limpio para prevenir infecciones.
¿Es normal que aparezca enrojecimiento o picazón después de la prueba? ¿Cómo aliviarlo?Es común experimentar enrojecimiento y picazón leves, que son reacciones alérgicas normales. Si los síntomas son severos (como ampollas o hinchazón intensa), se debe acudir a un médico. Para aliviar molestias, se puede aplicar compresas frías o usar antihistamínicos bajo indicación médica.
¿Se debe evitar realizar actividades físicas o bañarse después de la prueba?Generalmente, se puede realizar actividades normales y bañarse, pero se debe evitar frotar el sitio de la inyección. Se recomienda usar agua tibia y mantener el área seca durante 24 horas para reducir el riesgo de infección.
¿Qué significa si la prueba resulta positiva y con qué frecuencia se deben realizar seguimientos?Una reacción positiva generalmente requiere radiografía de tórax y análisis de esputo para descartar tuberculosis activa. La frecuencia de seguimiento depende del riesgo individual; en grupos de alto riesgo, puede ser cada 3 a 6 meses, mientras que en contactos normales, una vez al año.
¿Una prueba negativa descarta completamente la infección por tuberculosis?Una respuesta negativa puede deberse a que el sistema inmunológico no respondió adecuadamente (como en la infección reciente de 1 a 3 meses) o a la ausencia de infección. Si hay sospecha clínica, el médico puede recomendar repetir la prueba o realizar la prueba de liberación de interferón gamma (IGRA) para mayor precisión.