La paratiroidectomía es una intervención quirúrgica utilizada para tratar el hiperparatiroidismo primario, que causa hipercalcemia. Este procedimiento se dirige principalmente a lesiones como adenomas, hiperplasia o carcinoma de las paratiroides, mediante la extirpación parcial o total de las glándulas anormales para reducir la secreción excesiva de hormona paratiroidea (PTH) y restaurar los niveles de calcio en sangre a un rango normal. El objetivo de la cirugía es resolver las alteraciones óseas, daños renales y síntomas neuromusculares causados por la hipercalcemia, además de reducir el riesgo de complicaciones a largo plazo.
Este tratamiento se recomienda comúnmente en pacientes con control farmacológico inadecuado o con daño orgánico evidente. La técnica quirúrgica depende de la localización y gravedad de la lesión. Después de la operación, es necesario realizar un seguimiento regular de los niveles de calcio y PTH para asegurar la eficacia del tratamiento. La cirugía tiene una base anatómica clara, pero debe ser realizada por cirujanos experimentados para minimizar riesgos de complicaciones.
La paratiroidectomía se divide principalmente en resección total (extirpación de las cuatro glándulas), resección subtotal (conservación de parte de las glándulas normales) y resección parcial (solo eliminación de las glándulas lesionadas). La elección depende del alcance de la lesión; por ejemplo, los adenomas solitarios generalmente se tratan con resección parcial. El mecanismo consiste en eliminar el tejido glandular que secreta PTH en exceso, reduciendo así los niveles de calcio en sangre y restaurando el equilibrio metabólico.
Normalmente, la cirugía se realiza con técnicas de imagen guiada (como ultrasonido o gammagrafía) para localizar las glándulas afectadas, y puede emplearse monitoreo nervioso para proteger el nervio laríngeo recurrente. Tras la extirpación, puede dejarse tejido residual o realizarse trasplante para mantener una secreción basal de PTH, evitando una insuficiencia paratiroidea permanente. Este procedimiento requiere anestesia general, con incisiones generalmente en la piel del cuello para reducir cicatrices.
Se indica principalmente en casos de hiperparatiroidismo primario, especialmente en pacientes con síntomas de hipercalcemia (calcio en sangre superior a 10.5 mg/dL) o sin síntomas pero con niveles de calcio persistentemente anormales. Otras indicaciones incluyen recurrencia postoperatoria, sospecha de tumor maligno, o casos donde la medicación (como bifosfonatos) no controla la condición. En pacientes con insuficiencia renal crónica que presentan hiperparatiroidismo renal, la cirugía puede mejorar la disfunción del metabolismo del calcio y fósforo.
En situaciones especiales, como hiperparatiroidismo familiar o enfermedades relacionadas con mutaciones genéticas, la cirugía puede ser una opción curativa. Sin embargo, es importante descartar causas secundarias de hipercalcemia, como intoxicación por vitamina D, y confirmar que la lesión está en las glándulas paratiroides.
Este tratamiento es invasivo y requiere anestesia general en quirófano. El proceso incluye una incisión en el cuello, localización de las glándulas paratiroides, extirpación del tejido lesionado y posible biopsia rápida para confirmar la lesión. La duración de la cirugía suele ser de 1 a 3 horas, con hospitalización de 1 a 3 días, aunque la recuperación completa puede tomar de 2 a 4 semanas.
No existe un concepto de "dosis" en esta intervención, pero el alcance de la cirugía debe ajustarse según la gravedad de la lesión. Por ejemplo, en adenomas únicos, puede extirparse solo una glándula, mientras que en lesiones múltiples puede ser necesaria una resección total con trasplante de parte del tejido en el antebrazo para mantener la función basal de PTH. Después de la cirugía, se ajusta la suplementación de calcio y vitamina D según los niveles de calcio en sangre.
En comparación con la medicación, la cirugía ofrece una solución permanente, especialmente en pacientes con recurrencias de cálculos renales o disminución severa de la densidad ósea. Tecnologías modernas, como el monitoreo nervioso intraoperatorio, también disminuyen el riesgo de daño al nervio laríngeo, mejorando la aceptación del procedimiento por parte de los pacientes.
Los principales riesgos incluyen:
Otros riesgos potenciales incluyen problemas de cicatrización o inadvertidamente cortar glándulas normales, causando insuficiencia compensatoria. Complicaciones graves como hipocalcemia permanente pueden requerir suplementación de por vida, por lo que es necesario un monitoreo estricto. La evaluación preoperatoria y el monitoreo intraoperatorio de PTH pueden reducir estos riesgos.
Las contraindicaciones incluyen trastornos de coagulación no controlados, enfermedades cardiopulmonares severas que impidan la anestesia, o rechazo del paciente a la cirugía. Antes de la operación, se deben realizar ecografías cervicales, gammagrafías o análisis de sangre para confirmar la localización de la lesión.
Después de la cirugía, se debe prestar atención a la ingesta de calcio en la dieta, evitar alimentos ricos en calcio que puedan inducir síntomas de hipocalcemia. Los pacientes deben evitar actividades intensas durante al menos 2 semanas y realizar un seguimiento regular de los niveles de calcio y PTH. Si aparecen dificultades para tragar o ronquera persistente, se debe acudir inmediatamente al médico.
La cirugía puede interactuar con tratamientos farmacológicos, como los bifosfonatos, por lo que es necesario suspender medicamentos que afecten el metabolismo óseo antes del procedimiento. Si el paciente está en tratamiento quirúrgico de la glándula suprarrenal o tiroides, puede realizarse cirugía conjunta para reducir riesgos de anestesia repetida. La radioterapia, como la terapia con yodo radiactivo para el cáncer de tiroides, puede afectar los tejidos cervicales y debe informarse al médico para ajustar la estrategia quirúrgica.
En comparación con la medicación, la cirugía no requiere dependencia a largo plazo de fármacos, pero se debe tener cuidado con la suplementación postoperatoria de calcio, que puede interactuar con otros medicamentos como los corticosteroides. La colaboración multidisciplinaria es clave para el éxito del tratamiento, por ejemplo, endocrinólogos y cirujanos deben planificar conjuntamente el manejo postoperatorio.
Grandes estudios muestran que en adenomas solitarios, la tasa de éxito de la cirugía alcanza el 95%, y el 90% de los pacientes recuperan niveles normales de calcio en sangre tras la operación. El seguimiento a largo plazo indica que en pacientes con trasplante de tejido, el riesgo de hipocalcemia a largo plazo es inferior al 10%.
En casos de hiperparatiroidismo secundario, como en pacientes con insuficiencia renal crónica, la cirugía puede reducir eficazmente los niveles de calcio y mejorar los indicadores de función renal. Ensayos controlados aleatorios confirman que, en comparación con la medicación, la cirugía reduce significativamente la incidencia de fracturas y cálculos renales, siendo la opción preferida en crisis de hipercalcemia.
Las alternativas no quirúrgicas incluyen:
La medicación puede controlar temporalmente los síntomas, pero no cura la condición y puede causar toxicidad renal. La radioterapia puede aumentar el riesgo de cáncer secundario. Por ello, la cirugía sigue siendo el tratamiento preferido en la mayoría de los casos de hiperparatiroidismo.
¿Qué preparativos son necesarios antes de la cirugía para asegurar su éxito?
Antes de la operación, se deben realizar exámenes completos, incluyendo análisis de sangre, gammagrafía o ultrasonido para localizar la lesión. El paciente debe ayunar 12 horas antes y suspender ciertos medicamentos (como anticoagulantes) según indicaciones médicas. Además, el personal sanitario explicará los posibles síntomas postoperatorios y las medidas a tomar, asegurando que el paciente y su familia comprendan bien el procedimiento.
¿Cómo se detectan y manejan los síntomas de hipocalcemia postoperatoria?
Algunos pacientes pueden experimentar síntomas de hipocalcemia transitoria, como entumecimiento en manos y pies, calambres o palpitaciones, debido a la inhibición temporal de la función paratiroidea. Los médicos ajustarán la medicación con calcio o vitamina D y realizarán controles sanguíneos periódicos. Si los síntomas empeoran repentinamente, se debe acudir de inmediato al centro médico para ajustar la medicación.
¿Cuánto tiempo tarda en recuperarse la actividad normal después de la cirugía? ¿Qué precauciones deben tomarse?
Las actividades leves, como caminar, generalmente pueden comenzar en 1-2 días tras la cirugía, pero se deben evitar levantar objetos pesados o realizar ejercicio intenso durante al menos 2-4 semanas. La recuperación total para volver al trabajo puede variar de 2 a 6 semanas. Es recomendable evitar mojar la herida en los primeros 2 semanas y vigilar signos de sangrado o inflamación.
¿Cuál es la tasa de éxito a largo plazo de la paratiroidectomía?
Para el hiperparatiroidismo primario, la tasa de éxito con cirugía mínimamente invasiva alcanza entre el 90% y 95%, con un riesgo de recurrencia del 1% al 5%. En casos de tumores o hiperplasia múltiple, puede ser necesaria una resección más extensa. El seguimiento a largo plazo muestra que más del 85% de los pacientes mantienen niveles normales de calcio y PTH tras la operación, aunque algunos pueden requerir suplementación prolongada.
¿Qué cambios en la dieta se recomiendan para facilitar la recuperación?
Se recomienda una dieta baja en calcio en las primeras semanas postoperatorias para reducir la carga renal, y ajustar la ingesta según los niveles sanguíneos. Es aconsejable consumir alimentos ricos en magnesio y vitamina D (como verduras de hoja verde y pescados), y evitar cafeína en exceso o alimentos con alto contenido en fósforo para mantener el equilibrio calcio-fósforo. El médico personalizará las recomendaciones dietéticas según cada caso.