La terapia de oxígeno es una técnica médica que consiste en suministrar oxígeno externo al cuerpo para mejorar el estado de hipoxia tisular. Se utiliza principalmente para aliviar la hipoxia en los tejidos. Cuando los pacientes presentan niveles bajos de oxígeno en la sangre debido a enfermedades o lesiones, la administración de oxígeno a través de diferentes dispositivos puede aumentar eficazmente la presión parcial de oxígeno arterial (PaO₂) y la saturación de oxígeno en sangre (SpO₂). Este tratamiento es común en emergencias, unidades de cuidados intensivos y en el manejo a largo plazo de enfermedades respiratorias crónicas, ayudando a aliviar síntomas como dificultad respiratoria y pérdida de conciencia, además de reducir el riesgo de fallo orgánico.
La terapia de oxígeno se clasifica en cuatro tipos principales según la modalidad de administración:
Este tratamiento es principalmente indicado en las siguientes condiciones:
La concentración de oxígeno debe ajustarse según los resultados de análisis de gases en sangre, con un objetivo general de mantener la saturación de oxígeno en sangre entre 90% y 95%. La administración de oxígeno a altas concentraciones (>60%) generalmente se limita en duración para evitar la toxicidad por oxígeno, mientras que los pacientes crónicos pueden requerir oxígeno a bajo flujo durante 24 horas (1-2 litros por minuto). El equipo médico ajustará la dosis según los valores de gases arteriales (como PaO₂<55 mmHg) o SpO₂<90%. El uso domiciliario de oxígeno requiere seguir estrictamente las indicaciones médicas y no ajustar la concentración por cuenta propia.
Los principales beneficios incluyen:
La administración excesiva de oxígeno puede inducir toxicidad, causando fibrosis pulmonar o retinopatía (especialmente en prematuros). Otros riesgos potenciales incluyen:
Las contraindicaciones incluyen:
Al combinarse con broncodilatadores o corticosteroides, es necesario ajustar la concentración de oxígeno para evitar la acumulación de dióxido de carbono. El uso de presión positiva en las vías respiratorias (CPAP) puede interactuar con anticoagulantes, por lo que se debe monitorizar la coagulación. En neonatos, la administración de oxígeno a altas concentraciones debe coordinarse con el tratamiento con surfactante pulmonar.
Estudios multicéntricos muestran que la oxigenoterapia a largo plazo (LTOT) en pacientes con EPOC puede aumentar la supervivencia a 3 años hasta más del 80%. En unidades de cuidados intensivos neonatales, el uso de oxígeno ha reducido la mortalidad por síndrome de dificultad respiratoria en prematuros del 50% en el siglo pasado al 5-10% actual. En emergencias, las estrategias dirigidas a objetivos de oxigenación han reducido complicaciones en pacientes con infarto de miocardio.
Cuando la terapia de oxígeno no es adecuada, se pueden considerar:
Antes de iniciar la terapia de oxígeno, el paciente debe asegurarse de que las vías respiratorias estén limpias y despejadas, y evitar el uso de materiales inflamables en el entorno de tratamiento. El personal médico ajustará la concentración de oxígeno según las señales vitales del paciente. Es importante que el paciente mantenga una posición reclinada o semi-reclinada y comunique cualquier incomodidad para garantizar la seguridad y efectividad del tratamiento.
¿Qué hacer si durante la terapia de oxígeno el paciente experimenta sequedad en la nariz o las vías respiratorias?La sequedad es un efecto secundario común y puede aliviarse usando humidificadores o solución salina para la garganta. Si los síntomas son severos, se debe informar inmediatamente al personal médico para ajustar el flujo de oxígeno o agregar un humidificador, sin modificar los dispositivos por cuenta propia.
¿Es posible realizar actividades diarias como leer o comer durante la terapia de oxígeno?La terapia de oxígeno a bajo flujo generalmente permite actividades leves, pero se debe evitar mover demasiado los tubos para prevenir caídas. Al comer, se debe tener cuidado para evitar que los líquidos regresen a las vías respiratorias. Además, durante el tratamiento, está prohibido fumar o acercarse a fuentes de fuego para prevenir riesgos de incendio en ambientes con oxígeno.
¿Qué seguimiento o cuidado debe realizarse después de finalizar la terapia de oxígeno?Después del tratamiento, se recomienda realizar controles periódicos para monitorear la saturación de oxígeno y la función pulmonar, además de registrar cambios en los síntomas diarios. Si se presenta dificultad respiratoria aumentada o cianosis, se debe acudir de inmediato a un centro médico. El equipo médico ajustará el plan de tratamiento según la recuperación.
¿Cómo puede un paciente saber si la terapia de oxígeno está siendo efectiva?La efectividad se evalúa mediante análisis de gases en sangre, monitoreo de la saturación de oxígeno y la mejoría de los síntomas. El objetivo general es elevar la saturación de oxígeno por encima del 90%, aunque los estándares específicos varían según la enfermedad (como EPOC o insuficiencia cardíaca). Es importante consultar regularmente con el médico para verificar los avances.