La cirugía de descompresión orbitaria es un procedimiento quirúrgico utilizado para aumentar el volumen de la órbita y aliviar la protrusión ocular (exoftalmia) y la compresión del nervio óptico. Este procedimiento se dirige principalmente a pacientes con insuficiencia de espacio en la órbita debido a causas patológicas, como la exoftalmia severa o amenazas visuales causadas por la orbitopatía tiroidea (enfermedad de Graves).
El principio de la cirugía consiste en remover parte de la pared ósea orbital o tejido adiposo, permitiendo que el globo ocular vuelva a su posición normal y reduciendo la presión sobre el nervio óptico. Este tratamiento puede prevenir daños permanentes en la visión y mejorar la apariencia y función ocular del paciente.
Según la técnica quirúrgica, se puede clasificar en tres tipos:
El mecanismo principal consiste en reducir la distribución de la presión dentro de la órbita, permitiendo que el globo ocular recupere su posición normal. Para pacientes con enfermedad de Graves, esta cirugía puede prevenir eficazmente la atrofia del nervio óptico y complicaciones como la exposición corneal.
Principalmente se indica en casos de:
Debe ser evaluada conjuntamente por oftalmólogos y endocrinólogos, y realizarse cuando el proceso haya alcanzado una fase estable para garantizar la eficacia del tratamiento.
La cirugía generalmente se realiza bajo anestesia general, con una duración de aproximadamente 2 a 4 horas. El cirujano accederá a la órbita mediante incisiones en la conjuntiva o en la piel, dependiendo de la condición, y seleccionará la remoción de la pared ósea o grasa según sea necesario. Después de la operación, se deben usar colirios antibióticos y corticosteroides para controlar la inflamación.
La cirugía puede ser unilateral o bilateral, dependiendo de la gravedad, y en casos bilaterales puede ser necesario realizarla en etapas. Es importante realizar un seguimiento regular de la visión y la presión intraocular, además de mantener la cabeza elevada para reducir la hinchazón.
Los principales beneficios incluyen:
En comparación con el tratamiento farmacológico, la cirugía puede resolver directamente problemas estructurales y ofrecer resultados inmediatos en casos severos. Sin embargo, es importante recordar que se trata de un procedimiento permanente y debe considerarse cuando otros tratamientos no hayan sido efectivos.
Las posibles complicaciones incluyen:
Riesgos graves: La hemorragia intraorbitaria puede causar una compresión aguda del nervio óptico, requiriendo atención médica inmediata. Postoperatoriamente, puede ocurrir asimetría permanente en la posición ocular, por lo que debe evaluarse el balance entre riesgos y beneficios con el médico.
Las contraindicaciones incluyen:
Antes de la cirugía, se deben realizar exámenes detallados de la función tiroidea, nervio óptico y estructura orbital. Después de la operación, es crucial seguir estrictamente las indicaciones de cuidado, evitando levantar objetos pesados o realizar ejercicio intenso durante al menos seis semanas.
Frecuentemente se combina con tratamientos farmacológicos, como inmunosupresores o corticosteroides, para controlar la inflamación previa a la cirugía. La radioterapia puede afectar la reparación de tejidos, por lo que se recomienda esperar al menos 6 meses antes de realizar la cirugía. Además, los anticoagulantes como la warfarina deben ajustarse para reducir el riesgo de hemorragia durante la operación. La planificación del tratamiento debe realizarse en equipo multidisciplinario.
Los estudios clínicos muestran que la cirugía puede mejorar la visión en el 70-90% de los pacientes, con una reducción promedio de la protrusión ocular de 3-5 mm. El seguimiento a largo plazo indica que el riesgo de atrofia del nervio óptico se reduce en más del 60%. En casos con amenaza visual, la tasa de recuperación completa de la visión puede alcanzar hasta el 85%. Sin embargo, la mejora estética varía según cada individuo, por lo que es importante comunicar claramente las expectativas con el paciente.
Las opciones no quirúrgicas incluyen:
La estrategia de observación solo es adecuada para casos leves y en proceso estable. La elección de alternativas dependerá del estadio de la enfermedad y del estado general del paciente.
¿Qué preparativos se deben hacer antes de la cirugía?
El paciente debe someterse a una evaluación detallada de imágenes orbitales (como tomografía computarizada o resonancia magnética) para valorar la estructura orbital y la gravedad de la enfermedad. El médico evaluará la salud general y explicará los riesgos y posibles complicaciones. Se recomienda suspender los anticoagulantes 3 a 7 días antes de la operación y ajustar el control de enfermedades básicas como la diabetes o hipertensión según indicaciones médicas.
¿Cuánto tiempo tarda en desaparecer la hinchazón ocular postoperatoria y cómo aliviarla?
La hinchazón en la zona ocular suele durar entre 1 y 2 semanas, pudiendo extenderse hasta un mes en casos severos. Se recomienda aplicar hielo en la zona durante las primeras 24 horas para reducir la inflamación y mantener la cabeza elevada en reposo. En caso de dolor intenso o pérdida rápida de la visión, se debe acudir inmediatamente a un centro médico.
¿Cuánto tiempo tarda en recuperarse la actividad diaria y qué precauciones se deben tomar?
Las actividades leves, como caminar, pueden retomarse aproximadamente una semana después de la cirugía, pero se deben evitar levantar objetos pesados o realizar ejercicio intenso durante al menos 3 semanas. Se recomienda evitar frotar los ojos, nadar o exponerse a olores irritantes para prevenir infecciones o apertura de heridas. La recuperación completa de la visión y los resultados estéticos suele tomar entre 3 y 6 meses.
¿Cuáles son los principales factores que afectan la tasa de éxito de la cirugía?
El éxito depende de la gravedad de la enfermedad, la técnica quirúrgica elegida y la precisión en la ejecución. Los pacientes que reciben tratamiento en etapas tempranas y con lesiones limitadas tienen mejores resultados. La experiencia del cirujano y una evaluación preoperatoria precisa de la estructura orbital también son fundamentales para reducir complicaciones y mejorar la eficacia.
¿Por qué es necesario realizar controles de imagen periódicos después de la cirugía?
Las revisiones periódicas con imágenes (como MRI o CT) permiten evaluar la recuperación de la estructura orbital y detectar posibles recaídas. En pacientes con enfermedades tiroideas, el seguimiento regular ayuda a ajustar los tratamientos inmunológicos o de radioterapia según sea necesario.