La vacuna contra la hepatitis B es un inmunógeno activo utilizado para prevenir la infección por el virus de la hepatitis B. Su principal objetivo es estimular el sistema inmunológico del cuerpo para producir anticuerpos, permitiendo que el vacunado bloquee eficazmente la infecciones al entrar en contacto con el virus. Esta vacuna es adecuada para todas las edades, especialmente para grupos de alto riesgo (como profesionales de la salud, contactos familiares y pacientes con enfermedades crónicas) para proporcionar protección a largo plazo.
El desarrollo de la vacuna contra la hepatitis B se basa en el antígeno de superficie del virus (HBsAg), que puede inducir eficazmente respuestas de células T y B, formando inmunidad de memoria. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda incluirla en los programas de inmunización infantil para bloquear la transmisión vertical y comunitaria del virus.
Esta vacuna pertenece a las «vacunas de ADN recombinante», producidas mediante ingeniería genética para expresar la proteína del antígeno de superficie del virus, sin contener virus vivos ni ácido nucleico viral, por lo que no causa enfermedad. Tras la vacunación, los componentes del antígeno son capturados por células presentadoras de antígenos, que activan las células T helper y B, produciendo anticuerpos anti-HBs y formando una memoria inmunitaria activa.
La vacuna generalmente se administra por vía intramuscular, y aproximadamente el 90% de los adultos sanos desarrollan niveles adecuados de anticuerpos en 6 meses. La respuesta inmunitaria puede durar varias décadas, y algunos estudios indican que la protección puede mantenerse por más de 20 años.
Principalmente indicada para personas de todas las edades sin infección ni anticuerpos, incluyendo:
Además, la vacuna también se usa en prevención de emergencia tras exposición accidental a sangre, generalmente en combinación con inmunoglobulina. Los receptores deben excluir pacientes con hepatitis B crónica o infección aguda activa.
El esquema estándar consiste en tres dosis, ajustadas según edad y peso:
El lugar habitual de administración es el deltoides del brazo, o en niños, la parte anterior del muslo. Tras completar la serie básica, se recomienda realizar una prueba de anticuerpos 1-2 meses después de la última dosis para verificar la respuesta inmunitaria.
Los principales beneficios incluyen:
En comparación con la inmunoglobulina, la vacuna proporciona inmunidad activa duradera, mientras que la inmunoglobulina solo ofrece protección pasiva a corto plazo. La durabilidad de los anticuerpos post-vacunación supera a la de otras vacunas similares, como la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH).
Las reacciones locales comunes incluyen dolor, enrojecimiento o endurecimiento en el sitio de inyección, con una incidencia del 25-30%, que generalmente desaparecen en 2-3 días. Reacciones sistémicas como fiebre y fatiga ocurren en aproximadamente el 5-10% de los vacunados, siendo leves en la mayoría de los casos.
Reacciones alérgicas graves son extremadamente raras, con una incidencia menor a 1 en 1,000,000: pueden manifestarse como dificultad respiratoria, urticaria o hipotensión. Personas con alergia a la levadura o a componentes de la vacuna deben evitar su administración.
Contraindicaciones incluyen:
Las mujeres embarazadas o en lactancia pueden vacunarse de forma segura, ya que los componentes de la vacuna no afectan al feto ni al bebé. Antes de la vacunación, se debe informar al médico sobre antecedentes de alergias y estado de salud actual para evaluar la idoneidad de la misma.
No se conocen interacciones directas con otras vacunas, pero se recomienda administrar con al menos 4 semanas de diferencia. El uso concomitante con inmunosupresores (como corticosteroides) puede reducir la respuesta de anticuerpos, por lo que debe ajustarse el momento de la vacunación bajo supervisión médica.
Al combinarse con vacunas contra el tétanos o la tos ferina, se recomienda administrar en sitios diferentes para facilitar el seguimiento de reacciones. Antes de la vacunación, informar al médico sobre medicamentos en uso, especialmente aquellos que afectan el sistema inmunológico.
Las vacunas de tercera generación tienen una tasa de protección de hasta el 95%, y en neonatos, la tasa de cronicidad puede reducirse del 90% a casi 0%. Las estadísticas globales muestran que en países con altas tasas de vacunación, la prevalencia de hepatitis B ha disminuido en más del 70%.
Estudios a largo plazo indican que, tras la administración de refuerzos, más del 90% de las personas con niveles de anticuerpos por debajo de 10 mIU/mL recuperan protección. La vacuna es efectiva contra todos los genotipos del virus de la hepatitis B, incluyendo los principales en Asia, como los tipos B y C.
No existen otras vacunas que puedan reemplazar completamente la función de la vacuna contra la hepatitis B, pero en casos de exposición de emergencia, se puede usar inmunoglobulina para proporcionar inmunidad pasiva inmediata, en combinación con la vacunación para obtener la máxima protección.
En caso de infección tras no vacunarse, se debe iniciar tratamiento antiviral (como entecavir), aunque estos tratamientos requieren uso de por vida y no eliminan el virus, por lo que la vacunación sigue siendo la mejor estrategia preventiva.
¿Es normal que después de la vacunación contra la hepatitis B aparezca enrojecimiento, hinchazón o fiebre en el sitio de la inyección? ¿Cómo debo proceder?
Es común experimentar enrojecimiento local o fiebre leve (por debajo de 38°C) tras la vacunación, que generalmente desaparecen en 2-3 días. Se puede aplicar compresas frías para aliviar el enrojecimiento y evitar rascarse en el sitio de la inyección; si la fiebre supera los 38.5°C o los síntomas persisten más de 48 horas, se recomienda consultar con un centro médico para una evaluación adicional.
Si después de vacunarse contra la hepatitis B aún se infecta, ¿significa que la vacuna no funciona?
La vacuna puede ofrecer una protección superior al 90%, pero en casos raros, algunas personas pueden no responder adecuadamente debido a diferencias individuales. Si se infecta tras la vacunación, se deben realizar análisis de sangre para determinar si fue por no completar el esquema, por un tiempo insuficiente de vacunación o por inmunodeficiencia. En estos casos, el médico puede ajustar la estrategia de vacunación o realizar seguimiento de los niveles de anticuerpos.
¿Es necesario evitar ciertos alimentos o actividades durante la vacunación contra la hepatitis B?
No se requieren restricciones específicas en la dieta diaria, pero se recomienda evitar el consumo excesivo de alcohol, ya que puede afectar la respuesta inmunitaria. El día de la vacunación, se debe evitar ejercicio intenso para reducir molestias en el sitio de inyección, pero las actividades cotidianas como caminar o trabajos ligeros generalmente no se ven afectadas.
¿Cuánto tiempo después de completar la vacunación se debe realizar la prueba de anticuerpos?
Se recomienda realizar la prueba de anticuerpos anti-HBs 1-2 meses después de completar la serie para verificar si se ha generado una protección adecuada (nivel de anticuerpos ≥10 mIU/mL). Si los niveles son bajos, el médico puede sugerir dosis adicionales o reforzar la inmunización para asegurar una protección a largo plazo.
¿Cuánto dura la protección proporcionada por la vacuna contra la hepatitis B? ¿Es necesario administrar refuerzos periódicos?
Los anticuerpos generados por la vacuna generalmente duran más de 10 años, pero la protección puede variar entre individuos. Se recomienda que los grupos de alto riesgo (como profesionales de la salud y contactos familiares) verifiquen su nivel de anticuerpos cada 5 años. Para la mayoría de las personas vacunadas, si el nivel de anticuerpos es suficiente, no es necesario un refuerzo inmediato. Las personas con inmunodeficiencia pueden requerir seguimiento y refuerzos más frecuentes.