La terapia de ondas de choque extracorpóreas (Extracorporeal Shock Wave Therapy, ESWT) es una técnica médica no invasiva que utiliza ondas acústicas de alta energía para estimular los tejidos del cuerpo, promoviendo la circulación sanguínea local y la reparación regenerativa. Se aplica principalmente en patologías crónicas del sistema musculoesquelético y del sistema urinario, como fracturas que no consolidan, tendinitis o disfunción eréctil. Este método mejora el microambiente tisular sin necesidad de cirugía y ha sido ampliamente utilizado en medicina deportiva y rehabilitación en los últimos años.
Dependiendo de la intensidad de energía, se clasifican en tres tipos: ondas de choque de alta energía para litotricia, y de energía media y baja para la reparación tisular. El mecanismo de acción incluye tres fases: primero, la energía de la onda de choque induce la liberación de factores de crecimiento por las células, estimulando la angiogénesis; en segundo lugar, promueve la activación de osteoblastos y fibroblastos, acelerando la reparación tisular; finalmente, regula la conducción nerviosa local, suprimiendo la transmisión de señales de dolor.
Las principales indicaciones incluyen fracturas que no consolidan, tendinitis del hombro (hombro congelado), tendinitis de Aquiles, síndrome de la banda iliotibial y otras lesiones crónicas. En años recientes, su uso se ha expandido a enfermedades de la próstata y úlceras en pies diabéticos. Para pacientes que no responden bien a tratamientos farmacológicos prolongados, esta terapia puede ser una opción de segunda línea, especialmente para aquellos que no son aptos para cirugía debido a la edad o comorbilidades.
Durante el tratamiento, el paciente debe exponer la zona afectada. El médico localiza la lesión con un transductor y aplica ondas de choque en modo pulsado. Cada sesión dura aproximadamente 15-30 minutos, ajustando la cantidad total de impactos según los síntomas, generalmente una vez por semana durante 3-5 sesiones. La intensidad de la energía debe ajustarse según el tipo de tejido; puede haber una sensación de calor leve en la piel, pero no requiere anestesia.
En comparación con la cirugía tradicional, esta terapia reduce el trauma tisular y la necesidad de hospitalización, permitiendo que el paciente retome sus actividades diarias al día siguiente del tratamiento. Para pacientes con dolor crónico, evita los efectos secundarios del uso prolongado de esteroides o analgésicos.
Las reacciones adversas comunes a corto plazo incluyen enrojecimiento, hematomas o dolor temporal en el sitio de tratamiento, que generalmente desaparecen en 1-3 días. En casos raros, puede presentarse hematoma subcutáneo o parálisis nerviosa temporal. En caso de hematomas severos o necrosis tisular, se debe suspender inmediatamente el tratamiento. Grupos especiales, como pacientes con tendencia a sangrar, deben ser evaluados cuidadosamente.
Antes del tratamiento, se deben realizar estudios de imagen para confirmar la localización de la lesión y suspender los anticoagulantes al menos 72 horas antes. Se prohíbe su uso en mujeres embarazadas y en casos sospechosos de fracturas no consolidadas.
Puede combinarse con fisioterapia y medicación, por ejemplo, usando calor para facilitar la absorción de medicamentos. Cuando se usan anticoagulantes (como warfarina), es necesario ajustar la dosis o suspender temporalmente. La programación con terapias de alta frecuencia o láser debe ser evaluada por un médico para evitar interacciones de energía.
En casos de fracturas que no consolidan, entre el 60 y 80% de los pacientes muestran progreso en la unión ósea en 3-6 meses. Los pacientes con tendinitis de Aquiles experimentan una reducción promedio del dolor del 40-60 después de 3 sesiones. Estudios clínicos indican que, en comparación con la fisioterapia convencional, la terapia de ondas de choque tiene una tasa de mejora a largo plazo en patologías tendinosas un 25% mayor. Sin embargo, la respuesta individual varía y requiere seguimiento mediante imágenes.
Las opciones alternativas incluyen:
Al elegir, se deben comparar la invasividad, el tiempo de recuperación y los costos. Por ejemplo, la cirugía tiene efectos inmediatos pero mayor riesgo de complicaciones, mientras que los fármacos pueden causar toxicidad hepática o renal.
Antes de recibir la terapia de ondas de choque extracorpóreas, el médico suele realizar una historia clínica detallada y estudios de imagen (como ultrasonido o radiografías) para confirmar la indicación. Los pacientes deben evitar el uso de anticoagulantes o suplementos (como aceite de pescado o vitamina E) en la zona de tratamiento para reducir el riesgo de sangrado, y deben usar ropa cómoda que permita exponer la zona afectada el día del procedimiento.
¿Qué cuidados deben seguirse después del tratamiento?Durante las primeras 24 horas, se recomienda evitar calor local o baños calientes. La zona tratada puede presentar enrojecimiento o hematomas leves, que pueden aliviarse con hielo. Se aconseja usar ropa cómoda para reducir la fricción y seguir las indicaciones médicas para suspender actividades físicas intensas, generalmente durante 3-7 días, antes de retomar actividades vigorosas.
¿Qué hacer si aparece dolor o hematomas tras el tratamiento?El dolor leve o los hematomas son reacciones normales y pueden aliviarse con hielo aplicado durante 15 minutos varias veces al día. Si el dolor persiste más de 48 horas o los hematomas se expanden, se debe consultar al médico. Se debe evitar masajear la zona tratada para no agravar la lesión.
¿Cuál es la programación típica de las sesiones de terapia?Normalmente, se realizan de 3 a 5 sesiones, con intervalos de 3 a 7 días. La cantidad exacta depende de la gravedad de la condición. Después del tratamiento, se recomienda realizar rehabilitación o medicación según las indicaciones médicas, y ajustar el plan de tratamiento según la recuperación. Es importante completar todas las sesiones para maximizar los beneficios.
¿Qué actividades se deben evitar durante la recuperación?Durante las dos semanas posteriores, se recomienda evitar levantar objetos pesados, estar de pie por largos períodos o realizar ejercicios intensos, especialmente en pacientes con problemas musculoesqueléticos. Se sugiere una recuperación progresiva y seguir el plan de rehabilitación. Para trabajos físicos, se debe consultar con el médico sobre cuándo retomar las actividades laborales con carga.