Pertussis

Resumen del tratamiento

El tratamiento de la tos ferina tiene como objetivo principal inhibir la proliferación del patógeno, aliviar los síntomas y prevenir complicaciones. La terapia con antibióticos es la opción preferida, especialmente en las etapas iniciales de la infección, para bloquear la contagiosidad. La terapia de soporte, como el manejo de las vías respiratorias y la suplementación nutricional, también es fundamental, especialmente en bebés y pacientes inmunodeprimidos.

Las estrategias de tratamiento deben ajustarse según la edad del paciente, la gravedad de los síntomas y el historial de contacto. El diagnóstico precoz y el tratamiento inmediato pueden reducir significativamente la tasa de hospitalización, especialmente en bebés menores de 6 meses, quienes tienen mayor riesgo de neumonía y insuficiencia respiratoria, por lo que el manejo debe ser más cuidadoso.

Tipos de tratamiento y mecanismos

El tratamiento con antibióticos se basa principalmente en macrólidos (como eritromicina, azitromicina) o tetraciclinas de segunda generación, que actúan inhibiendo la síntesis de proteínas bacterianas y la formación de la pared celular. La terapia con inmunoglobulinas se reserva para grupos de alto riesgo, proporcionando protección inmediata mediante anticuerpos para neutralizar el patógeno.

Las terapias de soporte incluyen oxigenoterapia, aspiración traqueal y soporte nutricional; estas medidas no farmacológicas pueden mejorar eficazmente la dificultad respiratoria y la deshidratación. En casos graves, puede ser necesario monitoreo en unidad de cuidados intensivos y soporte con ventilación mecánica.

Indicaciones

Se recomienda para pacientes con diagnóstico confirmado o altamente sospechosos de tos ferina, siendo más efectivo el uso de antibióticos dentro de las dos semanas posteriores a la aparición de los síntomas. En los contactos que no han sido vacunados o tienen inmunidad insuficiente, se sugiere tratamiento profiláctico con antibióticos para bloquear la transmisión.

La terapia con inmunoglobulinas es adecuada para recién nacidos, pacientes inmunodeprimidos o aquellos con alergia severa a los antibióticos. El tratamiento debe iniciarse en las primeras 72 horas de los síntomas para maximizar su eficacia.

Modo de uso y dosis

Los antibióticos orales como eritromicina requieren una administración de 3 veces al día durante 7-10 días, en formulaciones suspensibles para bebés. La azitromicina se administra en una terapia de dosis altas y corta duración, durante 3 días, para mejorar la adherencia al tratamiento.

La inmunoglobulina intravenosa debe administrarse en un centro médico, con dosis calculadas según el peso corporal. Para la prevención en contactos, se recomienda una dosis única de azitromicina o eritromicina, reduciendo la dosis a la mitad para disminuir efectos secundarios.

Beneficios y ventajas

  • Los antibióticos pueden reducir el período contagioso a 5 días, disminuyendo la transmisión comunitaria
  • El tratamiento precoz puede reducir complicaciones graves como neumonía y encefalopatía
  • Las inmunoglobulinas ofrecen protección inmediata mediante anticuerpos, especialmente en bebés que no responden a la vacunación

Riesgos y efectos secundarios

Los antibióticos pueden causar molestias gastrointestinales, como diarrea o náuseas, en aproximadamente un 20-30% de los casos. La eritromicina puede elevar temporalmente las enzimas hepáticas, por lo que se requiere monitoreo regular de la función hepática.

Reacciones alérgicas graves son raras, pero pueden incluir dificultad respiratoria o erupción cutánea. La terapia con inmunoglobulinas puede ocasionar fiebre o inflamación en el sitio de inyección, con un riesgo de shock anafiláctico de aproximadamente 0.01-0.02%.

Precauciones y contraindicaciones

Las contraindicaciones incluyen alergia a los componentes del medicamento y el uso de tetraciclinas en recién nacidos, que requiere precaución. El uso de macrólidos durante el embarazo debe evaluarse en función del riesgo-beneficio, y en período de lactancia se deben preferir medicamentos de corta duración para reducir la exposición del bebé.

Los pacientes con disfunción hepática deben ajustar la dosis, y en casos de enfermedad hepática severa, se recomienda cambiar a azitromicina. Antes del tratamiento, se debe descartar otras infecciones respiratorias para evitar el uso innecesario de antibióticos.

Interacciones con otros tratamientos

El uso conjunto con antiácidos puede disminuir la absorción de los antibióticos, por lo que se recomienda administrar en horarios separados. La combinación con anticoagulantes puede potenciar su efecto, requiriendo monitoreo del INR. Las inmunoglobulinas pueden interferir con la eficacia de las vacunas vivas, por lo que la separación en el tiempo de la vacunación debe ser de al menos 4 semanas.

El uso concomitante con teofilina puede aumentar las concentraciones sanguíneas de esta, por lo que se recomienda monitorear los niveles. La administración conjunta con AINEs puede aumentar los efectos adversos gastrointestinales, siendo preferible el uso de paracetamol para la fiebre.

Eficacia y evidencia

Estudios muestran que el uso de antibióticos dentro de los 5 días de la aparición de los síntomas puede acortar la duración de la enfermedad en un 40-60%. La guía de la OMS de 2017 indica que la azitromicina tiene la misma eficacia que la eritromicina, pero con menos efectos secundarios. La administración de inmunoglobulinas dentro de las 72 horas posteriores al contacto puede reducir en un 60% la incidencia de la enfermedad.

Las terapias de soporte pueden reducir la tasa de mortalidad hospitalaria en bebés y niños menores de 1 año a menos del 1%. La mejoría de los síntomas tras el tratamiento con antibióticos suele ocurrir en promedio entre 3 y 5 días, y el período de contagiosidad se acorta hasta 24 horas después de completar el tratamiento.

Alternativas

En casos de alergia a los antibióticos, se puede considerar el uso de ampicilina con clavulánico, aunque se debe tener en cuenta la resistencia bacteriana. Las terapias de soporte incluyen fisioterapia para expectoración, oxigenoterapia de alto flujo y alimentación por sonda nasogástrica para mantener el estado nutricional.

Tratamientos complementarios tradicionales como infusiones de hierbas para aliviar la tos y acupuntura pueden ayudar a reducir los espasmos de la tos, pero deben usarse junto con antibióticos. En casos de insuficiencia respiratoria grave, pueden ser necesarios procedimientos como intubación traqueal y oxigenación extracorpórea (ECMO) para soporte intensivo.

 

Preguntas frecuentes

Durante el tratamiento con antibióticos, ¿qué precauciones especiales deben tener los pacientes respecto a la medicación y la alimentación?

Al usar antibióticos como eritromicina o azitromicina, se debe seguir estrictamente las indicaciones del médico para completar el ciclo completo (generalmente de 10 a 14 días), evitando interrumpir el tratamiento para prevenir la resistencia bacteriana. Se recomienda evitar el consumo conjunto con productos lácteos, ya que pueden afectar la absorción; si aparecen molestias gastrointestinales, se puede dividir la dosis en pequeñas porciones y consultar al médico para ajustar la dosis.

En casos de tos severa, ¿qué métodos no farmacológicos pueden aliviar los síntomas en casa?

Se puede intentar elevar la cabecera de la cama para reducir la tos nocturna, usar humidificadores para mantener la humedad del aire entre 40% y 60%, y evitar irritantes como humo de tabaco y polvo. En niños mayores y adultos, técnicas de percusión torácica pueden ayudar a drenar las secreciones, pero se debe evitar golpear directamente el pecho para no inducir una tos violenta.

¿Los vacunados contra la tos ferina aún necesitan antibióticos si se infectan?

Sí. Aunque la vacunación reduce el riesgo de infección y la gravedad de los síntomas, no previene completamente la infección. Tras el diagnóstico, se recomienda seguir el tratamiento con antibióticos para reducir el período de contagio y la probabilidad de transmisión. Los vacunados aún pueden requerir tratamiento debido a la disminución de la inmunidad, por lo que no se debe confiar únicamente en la vacunación.

¿La tos persiste meses después del tratamiento? ¿Podría indicar fallo del tratamiento o complicaciones?

La tos por tos ferina puede prolongarse durante meses, especialmente después de que desaparece el característico sonido inspiratorio de "estridor", pero la tos seca y irritativa puede persistir. Si hay presencia de sangre en las flemas, fiebre recurrente o dificultad respiratoria, se debe acudir de inmediato a evaluación para descartar neumonía o infección secundaria, y no solo considerar un fallo del tratamiento.

¿Es necesario que los cuidadores familiares vacunados con refuerzo contra la tos ferina también se vacunen para prevenir la transmisión?

Se recomienda verificar el historial de vacunación Tdap (tétanos, difteria y tos ferina) de quienes conviven con el paciente. Si no han sido vacunados en los últimos 10 años, se debe reforzar la vacunación para reducir el riesgo de infección. Los contactos con síntomas de tos deben usar mascarillas quirúrgicas y evitar acercarse al paciente; en casos necesarios, se puede administrar profilaxis con antibióticos.