El tratamiento del dolor es una de las principales estrategias en la medicina moderna para aliviar el malestar, mediante medicamentos o métodos no farmacológicos que reducen la incomodidad del paciente. Los analgésicos, según su mecanismo de acción, se dividen en antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), opioides, paracetamol, entre otros. Su objetivo principal es controlar el dolor agudo y crónico, mejorando la calidad de vida del paciente, pero deben usarse tras evaluación médica adecuada.
Las opciones de tratamiento incluyen medicamentos y métodos no farmacológicos. La terapia farmacológica debe seleccionarse según la intensidad y causa del dolor, por ejemplo, los AINEs para dolor inflamatorio como artritis o lesiones musculares, y opioides para dolor severo postoperatorio. Los tratamientos no farmacológicos incluyen fisioterapia, bloqueo nervioso, entre otros.
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) actúan inhibiendo la ciclooxigenasa (COX), bloqueando la producción de sustancias inflamatorias, con efectos antiinflamatorios, antipiréticos y analgésicos. Ejemplos representativos son ibuprofeno y naproxeno, indicados para dolores inflamatorios como artritis o distensiones musculares.
Los opioides (como morfina, fentanilo) actúan en los receptores μ del sistema nervioso central, bloqueando la transmisión del dolor, adecuados para dolores severos como dolor oncológico o postoperatorio intenso, pero con riesgo de adicción. El mecanismo del paracetamol aún no está completamente claro, pero se sabe que regula la percepción del dolor en el sistema nervioso central.
Los AINEs se usan principalmente para dolores inflamatorios como artritis reumatoide, dismenorrea o lesiones leves. Los opioides se emplean en dolor postoperatorio, dolor oncológico o angina de pecho por infarto de miocardio. El paracetamol es la primera opción para dolores no inflamatorios como cefalea o dolor muscular.
En casos especiales, como migraña, puede ser necesario combinar con antidepresivos tricíclicos, y en dolor neuropático, se pueden usar anticonvulsivos como gabapentina. El médico determinará el plan de tratamiento según el tipo y gravedad del dolor.
Los AINEs generalmente se administran por vía oral, con dosis máxima diaria ajustada según el medicamento, por ejemplo, ibuprofeno 500-400 mg cada 6 horas. Los parches tópicos como el de ketoprofeno son útiles para dolor localizado en articulaciones, reduciendo efectos secundarios sistémicos.
Los opioides pueden administrarse por inyección o en parches, siguiendo estrictamente las indicaciones médicas, ya que una sobredosis puede causar depresión respiratoria. La dosis total diaria de paracetamol no debe exceder los 4000 mg, para evitar daño hepático.
Los AINEs pueden causar úlceras gástricas, alteraciones renales y riesgos cardiovasculares. Los efectos secundarios comunes de los opioides incluyen estreñimiento y mareo, y su uso prolongado puede generar dependencia física. La sobredosis de paracetamol puede provocar insuficiencia hepática aguda.
Riesgos graves: El uso combinado de AINEs y anticoagulantes puede aumentar el riesgo de hemorragia; la combinación de opioides con benzodiacepinas puede suprimir el centro respiratorio. Personas con enfermedades hepáticas deben evitar el paracetamol.
Las contraindicaciones incluyen úlcera gástrica para AINEs, y daño severo en hígado o riñón para paracetamol y AINEs. El uso de opioides en el embarazo avanzado puede causar depresión respiratoria fetal, por lo que requiere atención especial.
Antes de usar, informar al médico sobre alergias, enfermedades crónicas y medicamentos en uso. Personas mayores de 65 años que usan AINEs deben monitorear la función renal, y diabéticos que usan opioides deben vigilar fluctuaciones en la glucosa sanguínea.
El uso conjunto de AINEs y diuréticos puede reducir la eficacia de estos últimos; el uso combinado con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) puede aumentar el riesgo de sangrado. La combinación de opioides con benzodiacepinas puede potenciar la sedación y el riesgo de depresión respiratoria.
El paracetamol puede alterar el metabolismo de medicamentos antiepilépticos como carbamazepina, requiriendo ajuste de dosis. El médico evaluará las interacciones para planificar el tratamiento.
Los AINEs alivian el dolor en osteoartritis en un 70-80%, mejorando la movilidad articular. Los opioides son considerados primera línea en dolor oncológico, controlando el dolor en más del 70% de los pacientes.
El paracetamol tiene una tasa de alivio del dolor en cefalea de aproximadamente 60-75%, y estudios a largo plazo muestran que es más seguro que los AINEs. La combinación con terapias no farmacológicas aumenta la tasa de éxito, como fisioterapia combinada con medicamentos, reduciendo la dosis requerida.
Las opciones no farmacológicas incluyen compresas frías o calientes, terapia con ultrasonido, inyecciones de bloqueo nervioso, entre otras. Además de los AINEs, existen inhibidores selectivos de COX-2 (como celecoxib), con menor riesgo gastrointestinal pero todavía con riesgos cardiovasculares.
Medicina alternativa como acupuntura y terapia espinal muestran efectos moderados en el manejo del dolor crónico, y suelen combinarse con medicamentos para reducir la dependencia. La terapia psicológica, como la terapia cognitivo-conductual, puede mejorar la calidad de vida a largo plazo en pacientes con dolor crónico.
Sí, el médico selecciona diferentes medicamentos según la gravedad del dolor (leve, moderado, severo). Los indicadores de evaluación incluyen el impacto del dolor en las funciones vitales (como sueño y actividad), antecedentes médicos (como enfermedades crónicas o alergias) y riesgos de efectos secundarios. Dolor agudo severo o dolor oncológico puede requerir opioides potentes a corto plazo, siguiendo estrictamente las indicaciones médicas para evitar dependencia.
¿Qué interacciones medicamentosas deben tenerse en cuenta al usar AINEs y analgésicos juntos?Su uso conjunto puede aumentar el riesgo de hemorragia gastrointestinal o daño renal, especialmente en pacientes mayores o de uso prolongado. El médico ajustará las dosis según la función hepática y renal, y recomendará monitoreo regular de hemoglobina y función renal. Si se adquieren analgésicos de venta libre, consultar al farmacéutico para evitar sobredosis.
¿Qué síntomas de abstinencia pueden ocurrir tras el uso prolongado de analgésicos y cómo aliviarlo?El uso prolongado de opioides potentes puede causar dependencia fisiológica, y la interrupción abrupta puede provocar calambres musculares, ansiedad y diarrea. El médico generalmente planifica una reducción gradual, combinada con apoyo psicológico y terapias alternativas como fisioterapia. Los pacientes deben evitar suspender los medicamentos por cuenta propia y consultar al equipo médico para ajustar el plan.
¿Cómo combinar métodos no farmacológicos con la medicación para mejorar el control del dolor?Las terapias no farmacológicas como calor, acupuntura y terapia cognitivo-conductual pueden potenciar la eficacia de los medicamentos y reducir la dosis necesaria. Por ejemplo, en dolor lumbar crónico, combinar entrenamiento de músculos centrales con analgésicos de baja dosis, o en cáncer avanzado, usar radioterapia junto con analgésicos para manejar el dolor óseo metastásico. El médico diseñará un plan personalizado y ajustará según la respuesta.
¿Cuánto tiempo después del tratamiento se debe volver a consultar para evaluar la eficacia? ¿Qué hacer si no se logra el efecto esperado?Se recomienda una revisión en 1-2 semanas tras iniciar el tratamiento. El médico evaluará cambios en los niveles de dolor (por ejemplo, de 7 a menos de 3) y efectos secundarios. Si no hay mejoría, puede ajustar el medicamento (como cambiar de un AINE a un opioide), aumentar la frecuencia de fisioterapia o investigar otras patologías (como hernia discal). En casos complejos, puede ser necesario derivar a un especialista en manejo del dolor para intervenciones específicas.