El objetivo principal del tratamiento de la hepatitis B es suprimir la replicación viral, retardar el progreso de las lesiones hepáticas y reducir el riesgo de cirrosis o cáncer de hígado. Los esquemas de tratamiento generalmente se basan en la carga viral del paciente, el grado de daño hepático y las manifestaciones clínicas, e incluyen medicamentos antivirales, inmunomoduladores y interferón. Este tratamiento requiere seguimiento a largo plazo y ajustes en el estilo de vida para mejorar la eficacia.
Las opciones de tratamiento deben evaluarse considerando la edad del paciente, la función hepática y si existen otras enfermedades concomitantes. Algunos pacientes pueden necesitar medicación de por vida, mientras que otros pueden alcanzar una "curación funcional" bajo ciertas condiciones. Los médicos diseñan planes personalizados basados en las guías de tratamiento más recientes y las condiciones individuales del paciente.
El tratamiento principal se divide en tres categorías:
El mecanismo de acción combina efectos antivirales y regulación inmunitaria. Por ejemplo, los NAs requieren uso prolongado para evitar resistencia, mientras que el interferón tiene efectos secundarios más notorios y generalmente se usa en grupos específicos. Las terapias combinadas recientes pueden integrar múltiples mecanismos para mejorar los resultados del tratamiento.
Aplicable a pacientes con hepatitis B crónica, incluyendo:
Incluso en pacientes con función hepática normal, si la carga viral es alta o hay evidencia histológica, el médico puede recomendar tratamiento. Se debe descartar infección aguda o portadores asintomáticos.
Los medicamentos orales como Tenofovir generalmente se toman una vez al día, ajustando la dosis según la función hepática. La interferón alfa se administra mediante inyecciones subcutáneas periódicas, por ejemplo, cada 3 días durante 6 meses. Todos los medicamentos deben usarse bajo supervisión médica y no ajustarse sin indicación.
En las etapas iniciales del tratamiento, se recomienda monitorear la función hepática, la carga viral y la función renal (p. ej., Tenofovir puede afectar los riñones) cada 3-6 meses. En caso de efectos secundarios severos, el médico puede modificar o suspender el tratamiento.
Los principales beneficios incluyen:
Los analogos de nucleósidos son bien tolerados y fáciles de tomar, mientras que el interferón puede lograr "control serológico" en algunos pacientes. Los medicamentos emergentes tienen mayor potencial para restaurar el control inmunitario y evitar tratamientos de por vida.
Los efectos secundarios comunes incluyen:
Riesgos graves: resistencia al medicamento (especialmente en casos de incumplimiento en la toma), empeoramiento de la insuficiencia hepática, alteraciones psiquiátricas (como depresión inducida por interferón).
Contraindicaciones incluyen:
Durante el tratamiento, se debe evitar el consumo de alcohol. Las mujeres embarazadas deben optar por medicamentos con menor impacto fetal. Pacientes en quimioterapia o inmunosupresores requieren evaluación especial de interacciones.
Puede haber interacción con:
Al usar interferón, se debe evitar combinarlo con otros inmunosupresores, ya que puede inducir reacciones inmunitarias graves. Es importante informar al médico sobre todos los medicamentos en uso antes de iniciar el tratamiento.
Estudios clínicos muestran que los NAs pueden suprimir la replicación viral en más del 90%, y reducir en un 30-50% la incidencia de cáncer en pacientes con cirrosis. La terapia con interferón logra una "respuesta viral duradera" en aproximadamente el 30% de los pacientes.
Investigaciones a gran escala confirman que el tratamiento temprano puede prolongar la supervivencia libre de enfermedad, y que la tasa de rebote viral y resistencia está estrechamente relacionada con la estrategia terapéutica. La eficacia del tratamiento debe evaluarse mediante controles periódicos de carga viral y biopsias hepáticas.
En caso de intolerancia a los medicamentos actuales, las opciones incluyen:
Los pacientes no tratados tienen un riesgo de cirrosis del 15-20% en 10 años, por lo que las alternativas deben ser evaluadas por un especialista.
¿Qué debo hacer si experimento efectos secundarios como fatiga o dolor de cabeza durante el tratamiento?
Los pacientes que experimentan fatiga leve o dolor de cabeza pueden consultar con su médico para ajustar el horario o la dosis del medicamento. En casos severos, el médico puede cambiar el tipo de medicamento, por ejemplo, a inyecciones de interferón o modificar los medicamentos orales. Mantener un horario regular de descanso, evitar esfuerzos intensos y seguir una dieta equilibrada puede aliviar los síntomas.
¿Puedo recibir otras vacunas durante el tratamiento?
Se recomienda evitar vacunas con virus vivos (como sarampión o varicela) durante el tratamiento, ya que el sistema inmunitario puede estar comprometido y aumentar el riesgo. Las vacunas inactivadas (como la vacuna contra la gripe) pueden administrarse, pero se debe informar al médico para evaluar la conveniencia.
¿La infección desaparece completamente después del tratamiento? ¿Cuánto tiempo debo hacer seguimiento?
Es posible que el ADN viral se vuelva negativo tras el tratamiento, pero algunos pacientes aún conservan el genoma del virus en el hígado, por lo que se recomienda realizar controles de función hepática y carga viral cada 6 a 12 meses. En pacientes con antecedentes de cirrosis, el seguimiento puede ser más frecuente, cada 3 a 6 meses, para detectar complicaciones.
¿Cuál es la diferencia entre el tratamiento con interferón y los medicamentos antivirales orales?
El tratamiento con interferón dura de 24 a 48 semanas y puede causar efectos secundarios como síntomas similares a la gripe, pero puede lograr una "curación funcional". Los medicamentos orales requieren uso prolongado, con efectos secundarios menores, adecuados para quienes no toleran el interferón, pero con riesgo de rebote viral que requiere monitoreo regular.
¿Qué precauciones dietéticas debo tomar durante el tratamiento?
Se recomienda evitar el consumo excesivo de grasas, alcohol y alimentos procesados para reducir la carga sobre el hígado. Se sugiere aumentar la ingesta de proteínas de calidad (pescado, legumbres) y verduras ricas en vitaminas, además de mantener una adecuada hidratación. Durante el tratamiento con interferón, una dieta alta en calorías puede ayudar a aliviar la fatiga.