Las infecciones del tracto urinario (Infección del Tracto Urinario, ITU) son una enfermedad común del sistema urinario que afecta principalmente la uretra, la vejiga, los riñones y otras áreas. Esta enfermedad se puede clasificar en infecciones del tracto urinario inferior (como la cistitis) y del tracto superior (como la pielonefritis), con una incidencia claramente mayor en mujeres que en hombres, y puede acompañarse de complicaciones graves. Comprender sus causas, síntomas y tratamientos puede reducir eficazmente el riesgo de infección y sus efectos posteriores en la salud.
Las causas de las infecciones del tracto urinario están mayormente relacionadas con la entrada de bacterias en el sistema urinario, siendo Escherichia coli la bacteria patógena más común. Los síntomas varían e incluyen dolor al orinar, frecuencia urinaria, hematuria, entre otros, y en casos severos, incluso puede causar daño renal. La medicina moderna ha desarrollado diversos métodos de diagnóstico y tratamiento, pero la prevención adecuada y la atención médica oportuna siguen siendo clave.
El tratamiento y manejo de las infecciones del tracto urinario deben basarse en la localización de la infección, el tipo de patógeno y el estado de salud del paciente, con planes personalizados. Este artículo explorará en detalle sus causas, síntomas, procesos diagnósticos y estrategias preventivas, ayudando a los lectores a tener una comprensión integral de esta enfermedad y resaltando los indicadores clave para buscar atención médica de inmediato.
Las infecciones del tracto urinario son principalmente causadas por la invasión retrógrada de bacterias en el sistema urinario, siendo Escherichia coli responsable de más del 80% de los casos. Esta bacteria asciende por la uretra hacia la vejiga o los riñones, aprovechando la poca capacidad de adhesión de la mucosa urinaria para colonizar y multiplicarse. Debido a que la uretra de las mujeres es más corta y está cerca del ano, las bacterias pueden ingresar fácilmente, haciendo que la incidencia en mujeres sea 30 veces mayor que en hombres.
Algunos grupos tienen un riesgo mayor de infección, incluyendo mujeres embarazadas, pacientes con diabetes y aquellos con catéter urinario de uso prolongado. Los diabéticos, debido a un control glucémico deficiente, tienen un aumento en el azúcar en la orina que actúa como medio de cultivo para las bacterias. Los pacientes encamados prolongadamente también presentan retención urinaria que favorece el crecimiento bacteriano.
Las personas que tienen relaciones sexuales frecuentes pueden introducir bacterias mediante estímulos mecánicos, y las mujeres postmenopáusicas, debido a la disminución de estrógenos, tienen una reducción en la resistencia de la mucosa, ambos factores de alto riesgo. Además, anomalías congénitas del sistema urinario, como estenosis o reflujo, también pueden aumentar la probabilidad de infecciones recurrentes.
Las infecciones del tracto urinario inferior (cistitis) presentan síntomas típicos como frecuencia urinaria (orinar varias veces por hora), urgencia, ardor al orinar y orina turbia o con sangre. Algunos pacientes experimentan dolor en la parte baja del abdomen al final de la micción, y estos síntomas suelen aparecer de forma repentina y agravarse en poco tiempo.
Las infecciones del tracto superior (pielonefritis) se acompañan de síntomas sistémicos como fiebre alta (más de 39°C), dolor en el costado, náuseas y vómitos, y en casos severos, pueden causar sepsis. Los niños pueden presentar solo pérdida de apetito o fiebre inexplicada, por lo que se debe tener especial precaución.
Alrededor del 10-15% de los pacientes pueden presentar manifestaciones atípicas, como en ancianos que solo muestran alteraciones en la orientación o confusión mental, lo cual puede ser confundido con otras enfermedades cerebrales. La bacteriuria asintomática, aunque con cultivo positivo, generalmente no requiere tratamiento con antibióticos.
El proceso diagnóstico generalmente consta de tres etapas: la primera es la historia clínica, donde el médico preguntará detalladamente sobre la duración de los síntomas, ubicación del dolor y antecedentes relacionados. La segunda etapa incluye análisis de orina, con examen microscópico para leucocitos, eritrocitos y bacterias, y pruebas químicas rápidas para nitritos y proteínas.
El cultivo de orina es fundamental para confirmar el diagnóstico, requiriendo una muestra de orina media para cultivar durante 24-48 horas, identificando el tipo de bacteria y su sensibilidad a los medicamentos. Las infecciones complicadas requieren estudios de imagen como ultrasonido para evaluar anomalías estructurales renales, pielografía intravenosa (PIV) para detectar obstrucciones y tomografía computarizada (TC) en casos severos sospechosos de peri-nefritis o abscesos renales.
Las infecciones agudas no complicadas del tracto urinario inferior generalmente se tratan con un ciclo de tres días de antibióticos, como ciprofloxacino o cefalosporinas de primera línea. Las infecciones complicadas pueden requerir un tratamiento de dos semanas, ajustando los medicamentos según los resultados de sensibilidad. En grupos especiales como embarazadas, se emplean medicamentos seguros como ampicilina.
El alivio de los síntomas puede lograrse con hidratación oral adecuada, evitando cafeína y alcohol que irritan la vejiga. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) pueden reducir fiebre y dolor, pero deben usarse con precaución por posibles efectos gastrointestinales. La aplicación de calor en el bajo abdomen puede aliviar molestias locales, aunque no se recomienda en casos sin síntomas claros.
La prevención diaria incluye secarse de adelante hacia atrás después de defecar para evitar contaminación por bacterias del ano, orinar inmediatamente después del sexo para eliminar posibles bacterias, usar ropa interior de algodón para mantener la ventilación y evitar pantalones ajustados que generen calor y humedad local.
Incrementar la ingesta de líquidos a más de 2 litros diarios ayuda a diluir la orina y eliminar bacterias. El jugo de arándano puede inhibir la adhesión bacteriana, aunque su efectividad puede verse afectada por el contenido de azúcar en las versiones comerciales. Los diabéticos deben controlar estrictamente su glucosa para evitar ambientes favorables a las bacterias.
Debe acudir al médico de inmediato si presenta alguno de los siguientes síntomas: fiebre superior a 38.5°C, dolor lumbar intenso, vómitos que impiden la ingesta, hematuria o alteraciones en la conciencia. Estos síntomas pueden indicar una infección del tracto superior o septicemia, requiriendo hospitalización y tratamiento con antibióticos.
Las mujeres embarazadas, inmunodeprimidos y diabéticos deben consultar al médico ante síntomas leves, debido al mayor riesgo de complicaciones. Los usuarios de catéter urinario a largo plazo deben realizar análisis de orina si presentan dificultad para orinar o orina turbia, para prevenir daño renal.
El componente específico del arándano puede ayudar a reducir la adhesión bacteriana en la pared uretral, pero confiar únicamente en el jugo no previene completamente las infecciones. La protección efectiva es limitada y debe complementarse con buenas prácticas de higiene y atención médica temprana. En caso de síntomas, el jugo de arándano no sustituye el tratamiento con antibióticos.
¿Por qué las infecciones del tracto urinario tienden a recurrir?Las recurrencias pueden estar relacionadas con anomalías anatómicas, control glucémico deficiente, inmunidad baja o tratamiento incompleto. La uretra corta en mujeres facilita la entrada de bacterias tras las relaciones sexuales, y la recurrencia es común. Los médicos pueden recomendar medicación preventiva o seguimiento para detectar causas subyacentes.
¿Se puede tener actividad sexual durante el tratamiento?Se recomienda suspender la actividad sexual durante la infección, ya que la fricción puede aumentar la irritación uretral y retrasar la recuperación. Si se realiza, debe hacerse con higiene previa y posterior, y ambos deben completar el tratamiento para evitar reinfecciones. Tras 48 horas sin síntomas, se puede reanudar, pero con vigilancia continua.
¿Por qué las dosis de antibióticos varían según el paciente?La dosis debe ajustarse según la gravedad de la infección, el tipo de patógeno, la edad y la función renal del paciente. Por ejemplo, infecciones complejas como las asociadas a diabetes pueden requerir tratamientos más largos y diferentes tipos de antibióticos para evitar resistencia.
¿Los síntomas de ITU en mujeres menopáusicas difieren de los jóvenes?Las mujeres en menopausia, debido a la disminución de estrógenos, tienen una mucosa uretral más delgada, lo que puede reducir la sensación de ardor, pero pueden experimentar incontinencia urinaria o frecuencia aumentada. Es importante considerar la terapia con estrógenos tópicos o productos de limpieza con equilibrio ácido-alcalino para fortalecer la protección uretral.