El tratamiento de la infección por RSV (virus respiratorio sincitial) se centra en aliviar los síntomas, prevenir complicaciones y proteger a los grupos de alto riesgo. Este virus suele causar infecciones del tracto respiratorio superior, pero en bebés, ancianos o pacientes inmunodeprimidos puede progresar a bronquiolitis o neumonía. Los objetivos del tratamiento incluyen controlar la respuesta inflamatoria, mantener la función respiratoria y reducir el riesgo de hospitalización. La medicina moderna combina antivirales, terapias inmunomoduladoras y cuidados de soporte, formando una estrategia terapéutica multidimensional.
El tratamiento del RSV se divide en medicamentos antivirales directos y inmunomoduladores. Los anticuerpos monoclonales (como palivizumab) se unen a las proteínas de superficie del virus, bloqueando su adhesión a las células hospedadoras; los nucleósidos (como ribavirina) inhiben la replicación del ARN viral. Además, los corticosteroides y las inmunoglobulinas se usan para regular respuestas inflamatorias excesivas, aunque con precaución para evitar su uso excesivo. Nuevos anticuerpos monoclonales como nirsevimab tienen una vida media más larga, proporcionando una protección prolongada.
Se utilizan principalmente para la prevención y el tratamiento agudo en grupos de alto riesgo. Incluyen recién nacidos prematuros, niños con enfermedades pulmonares crónicas, defectos cardíacos en bebés, receptores de trasplantes y pacientes con inmunodeficiencias congénitas. El tratamiento agudo se dirige a infecciones del tracto respiratorio inferior confirmadas, especialmente en casos de dificultad respiratoria severa o hipoxemia. Los pacientes mayores con comorbilidades como EPOC también son prioridad para el tratamiento.
Los anticuerpos monoclonales generalmente se administran por inyección subcutánea o intramuscular. La profilaxis se realiza en temporadas específicas, con dosis calculadas según el peso (por ejemplo, palivizumab recomienda 5 mg/kg). La ribavirina, un antiviral, puede inhalarse o administrarse por vía intravenosa, generalmente acompañado de oxigenoterapia para monitorear la saturación de oxígeno en sangre. Los casos graves pueden requerir hospitalización con oxígeno de alto flujo o ventilación mecánica, con la duración del tratamiento según la gravedad de los síntomas.
El tratamiento dirigido puede mejorar significativamente el pronóstico en pacientes de alto riesgo y reducir el consumo de recursos médicos. El seguimiento a largo plazo muestra que los bebés que reciben profilaxis tienen una reducción del 40% en complicaciones respiratorias posteriores.
Los anticuerpos monoclonales pueden causar enrojecimiento o fiebre en el sitio de inyección, y en casos raros reacciones alérgicas como urticaria. Los antivirales pueden provocar trombocitopenia o aumento de enzimas hepáticas, por lo que requieren monitoreo sanguíneo en uso prolongado. Los corticosteroides pueden suprimir el sistema inmunológico, aumentando el riesgo de otras infecciones. La terapia con inhalación puede inducir broncoespasmo, por lo que debe realizarse bajo supervisión médica.
Las contraindicaciones incluyen alergia a los componentes del medicamento, tuberculosis activa y infecciones no controladas. Antes de su uso, se debe evaluar la función hepática y renal, y ajustar la dosis en pacientes con enfermedades pulmonares severas. Durante el tratamiento, se recomienda evitar el contacto con pacientes con infecciones respiratorias y seguir estrictamente los intervalos de inyección. Los antecedentes de shock anafiláctico contraindican el uso de anticuerpos monoclonales.
Los bebés prematuros deben recibir dosis ajustadas según la edad gestacional. Las mujeres embarazadas solo deben usarlo si los beneficios potenciales superan los riesgos. Pacientes en quimioterapia pueden necesitar monitoreo adicional y, si presentan erupciones o dificultad respiratoria, deben suspenderse inmediatamente.
El uso concomitante de corticosteroides puede aumentar el riesgo de infecciones por otros patógenos, por lo que se recomienda realizar análisis de sangre y función pulmonar periódicamente. La administración de anticuerpos monoclonales y vacunas contra la gripe debe separarse por al menos 14 días para evitar interferencias inmunológicas.
Ensayos clínicos a gran escala muestran que la profilaxis con palivizumab reduce en un 55-70% las hospitalizaciones en bebés de alto riesgo. Los resultados de la fase III de nirsevimab indican una protección de hasta 5 meses. La terapia combinada antiviral puede acortar la estancia hospitalaria en 2-4 días. Los datos de eficacia sugieren que la intervención temprana mejora significativamente la saturación de oxígeno y los indicadores de función pulmonar.
En casos donde no se puede usar anticuerpos monoclonales, se consideran:
Para síntomas leves, se pueden usar antipiréticos y broncodilatadores, evitando el uso innecesario de antibióticos para reducir la resistencia. En casos de escasez de medicamentos, el aislamiento y la monitorización estrecha son estrategias importantes.
Los anticuerpos monoclonales se administran generalmente mediante inyección intramuscular, preferiblemente antes de la temporada de circulación del virus respiratorio sincitial. Este tratamiento está dirigido a bebés prematuros, niños con insuficiencia cardíaca o pulmonar, y aquellos con enfermedades crónicas subyacentes (como cardiopatías congénitas o anomalías en el desarrollo de la tráquea), con el fin de reducir el riesgo de complicaciones graves.
¿Qué hacer si un bebé en tratamiento presenta fiebre o enrojecimiento en el sitio de inyección?La fiebre leve o enrojecimiento en el sitio de inyección son efectos secundarios comunes. Se recomienda administrar antipiréticos (como paracetamol) y observar si la inflamación aumenta. Si la fiebre persiste más de 48 horas, supera los 38.5°C, o si hay pus o dolor intenso en el sitio, se debe acudir al médico para una evaluación adicional.
¿Qué cuidados deben tener los bebés en tratamiento en su vida diaria?Durante el tratamiento, se debe evitar que los bebés contacten con personas con resfriados, en lugares concurridos y mantener el ambiente ventilado y seco. Se recomienda usar biberones desinfectados para alimentar y que los cuidadores se laven las manos antes de tocarlos, para reducir el riesgo de infecciones secundarias. Si el bebé presenta dificultad respiratoria o disminución significativa en la ingesta, se debe consultar al médico de inmediato.
¿Cómo saber si la recuperación es normal durante el período de recuperación?Se debe observar la frecuencia respiratoria (normalmente 40-60 respiraciones por minuto), si el bebé recupera su tono muscular y si la ingesta diaria de leche alcanza al menos el 70% de la previa. La presencia de respiración nasal, hundimiento de las costillas o despertares frecuentes durante el sueño puede indicar que la función pulmonar aún no se ha recuperado completamente, requiriendo evaluación médica adicional.
¿Cuál es la duración de la protección que ofrece el anticuerpo monoclonal? ¿Es necesario repetir la vacunación cada año?La protección inmunitaria del anticuerpo monoclonal dura aproximadamente de 30 a 50 días, cubriendo la temporada de circulación del virus respiratorio sincitial. Debido a que los cambios en los antígenos virales son mínimos, se recomienda que los bebés de alto riesgo reciban una dosis anual antes de la temporada de circulación para mantener niveles adecuados de anticuerpos neutralizantes y reducir el riesgo de infección.