Gait training

Resumen del tratamiento

El entrenamiento de la marcha es una modalidad de fisioterapia diseñada para pacientes con anomalías en la marcha o deterioro de la función deambulatoria, principalmente mediante un plan de entrenamiento sistemático que ayuda a recuperar o mejorar la capacidad de caminar. Este método es común en casos de secuelas de accidente cerebrovascular, enfermedades del sistema nervioso o problemas musculoesqueléticos que afectan la marcha, y puede mejorar el equilibrio, la coordinación muscular y la eficiencia al caminar. El contenido del entrenamiento generalmente incluye ajustes posturales, fortalecimiento muscular y corrección de patrones de marcha, adaptándose a las condiciones individuales de cada paciente.

El objetivo del entrenamiento de la marcha no solo es restaurar la función básica de caminar, sino también reducir el riesgo de caídas, mejorar la independencia en las actividades diarias y disminuir las complicaciones derivadas de anomalías de la marcha a largo plazo. Los terapeutas utilizan herramientas de evaluación dinámica, como sistemas de captura de movimiento en 3D o analizadores de marcha, para evaluar con precisión el patrón de marcha del paciente y establecer metas de entrenamiento en fases.

Tipos y mecanismos de tratamiento

El entrenamiento de la marcha se divide en tres tipos principales: el primero es el entrenamiento de plasticidad neural, que mediante la repetición de movimientos favorece que el cerebro reaprenda patrones correctos de marcha; el segundo es el entrenamiento propioceptivo y de equilibrio, que utiliza plataformas de equilibrio o dispositivos de suspensión para fortalecer la estabilidad de las extremidades inferiores; el tercero es la estimulación eléctrica funcional (FES), que mediante corrientes de baja frecuencia estimula la contracción muscular para mejorar la coordinación muscular. Estos métodos combinan principios biomecánicos para corregir movimientos compensatorios excesivos causados por lesiones.

Su mecanismo de acción incluye adaptaciones neurológicas, reconstrucción de la memoria muscular y reaprendizaje de patrones de movimiento. Por ejemplo, en pacientes con hemiplejía tras un accidente cerebrovascular, el terapeuta puede usar entrenamiento contra la gravedad y bandas de resistencia para fortalecer los músculos centrales y suprimir reflejos anómalos, mejorando la coordinación en las fases de oscilación y apoyo.

Indicaciones

El entrenamiento de la marcha es adecuado para diversas enfermedades que causan anomalías en la marcha, incluyendo:

  • Lesiones cerebrales: como accidente cerebrovascular, parálisis cerebral o traumatismos craneales que afectan la marcha
  • Enfermedades del sistema nervioso: Parkinson, esclerosis múltiple o lesiones de la médula espinal
  • Problemas articulares y musculares: artritis, secuelas de fracturas o atrofia muscular
  • Problemas relacionados con el envejecimiento: sarcopenia o deterioro del equilibrio que afectan la estabilidad al caminar

Este método también se aplica en rehabilitación postoperatoria, como después de artroplastías o cirugías de columna vertebral. Los terapeutas ajustan la intensidad y el contenido del entrenamiento según la edad del paciente, el progreso de la enfermedad y la gravedad de las discapacidades.

Modo de uso y dosis

El tratamiento generalmente se realiza con una frecuencia de 2-3 veces por semana, durante 30-60 minutos cada sesión, pudiendo inicialmente requerir ayudas como bastones o andadores. El contenido del entrenamiento incluye:

  • Ejercicios básicos de movimiento: como elevación de piernas y equilibrio en un solo pie
  • Entrenamiento de simulación de la marcha: en cintas de correr especiales o sistemas de realidad virtual
  • Entrenamiento funcional: simulando actividades diarias como subir y bajar escaleras o sortear obstáculos

La dosis se ajusta según el avance del paciente; en la fase aguda, puede centrarse en entrenamiento pasivo asistido, mientras que en la fase crónica, se incrementa progresivamente el entrenamiento activo. El plan de tratamiento suele durar de 6 a 12 semanas, con análisis de marcha semanal para evaluar el progreso.

Beneficios y ventajas

Los principales beneficios del entrenamiento de la marcha incluyen:

  • Mejora significativa de la simetría y el ritmo de la marcha
  • Reducción del riesgo de caídas en un 40-60% (según estudios clínicos)
  • Incremento en la capacidad de realizar actividades diarias, disminuyendo la carga de cuidado

Sus ventajas radican en ser un método no invasivo, con progresos objetivamente cuantificables, permitiendo a los pacientes observar mejoras en tiempo real mediante sistemas de retroalimentación. Comparado con tratamientos quirúrgicos, evita riesgos anestésicos y combina efectos psicológicos, fortaleciendo la confianza del paciente en el tratamiento.

Riesgos y efectos secundarios

Los riesgos a corto plazo potenciales incluyen:

  • Dolor muscular o compresión articular por sobreentrenamiento
  • Incremento del riesgo de caídas en las primeras fases debido a movimientos no familiarizados

Contraindicaciones graves incluyen episodios agudos de artritis no controlada o heridas abiertas. Durante el tratamiento, si el paciente presenta dolor en el pecho, dificultad para respirar u otros malestares, debe detenerse inmediatamente y consultar al médico.

Precauciones y contraindicaciones

Antes de iniciar, se deben descartar contraindicaciones:

  • Fracturas agudas o inestabilidad articular
  • Insuficiencia cardiorrespiratoria grave
  • Dolor neuropático no controlado o deterioro cognitivo severo

El paciente debe seguir el principio de las "3E": Evaluar el estado actual del cuerpo, Ejecutar siguiendo estrictamente las instrucciones del terapeuta, y Evaluar semanalmente la eficacia del entrenamiento. Si persiste el dolor tras la sesión, se debe informar inmediatamente al equipo de tratamiento.

Interacciones con otros tratamientos

El entrenamiento de la marcha puede realizarse junto con medicación, como en pacientes que usan relajantes musculares, quienes deben informar al terapeuta sobre el uso de medicamentos para ajustar la intensidad del entrenamiento. Cuando se combina con terapias de estimulación nerviosa (como TENS), se debe asegurar que la colocación de los electrodos no interfiera con los movimientos de entrenamiento.

Las interacciones contraindicadas incluyen: uso conjunto con anticoagulantes, para evitar hematomas subcutáneos por el entrenamiento; y evitar ejercicios de equilibrio de alta intensidad en pacientes que han tenido cirugía de columna en menos de 6 semanas.

Eficacia y evidencia

Estudios clínicos muestran que, tras 12 semanas de entrenamiento de la marcha, los pacientes con accidente cerebrovascular aumentaron en promedio un 25% la distancia en la prueba de caminar 6 minutos. La escala de evaluación funcional de la marcha (Fugl-Meyer) indica una tasa de recuperación del 78% en la función de las extremidades inferiores tras el entrenamiento. Los análisis biomecánicos también muestran una relación positiva entre la mejora en el paso y la frecuencia de la marcha con la duración del tratamiento.

Investigaciones a largo plazo señalan que la continuidad en el entrenamiento de la marcha puede retardar el deterioro funcional en pacientes con Parkinson y reducir en un 34% las caídas anuales. Este método ha sido incluido por la Asociación Americana de Fisioterapia como una terapia de primera línea en la rehabilitación post-accidente cerebrovascular.

Alternativas

Las alternativas incluyen:

  • Cirugía correctiva: como artroplastia o neurodescompresión
  • Terapia de estimulación eléctrica: usando NMES para fortalecer los músculos
  • Dependencia de ayudas: uso prolongado de caminadores o sillas de ruedas

En comparación con la cirugía, la efectividad del entrenamiento de la marcha es más lenta, pero tiene ventajas de ser no invasivo y ajustable de forma continua. La terapia de estimulación eléctrica puede complementar el tratamiento, pero no reemplaza completamente el reaprendizaje sistemático del movimiento.

 

Preguntas frecuentes

¿Qué evaluaciones físicas son necesarias antes del entrenamiento de la marcha?

Antes del tratamiento, un fisioterapeuta realiza una evaluación completa del cuerpo, incluyendo rango de movimiento articular, fuerza muscular, equilibrio y función neurológica. El médico puede solicitar estudios de imagen (como radiografías o MRI) para verificar si la estructura ósea afecta la marcha. Los resultados de la evaluación permiten diseñar un plan de entrenamiento personalizado, evitando riesgos asociados a patologías ocultas.

¿Cómo asegurarse de la seguridad y efectividad al practicar la marcha en casa?

Se recomienda eliminar objetos en el suelo y usar tapetes antideslizantes. Observar la postura mediante un espejo y contar con compañía en las primeras prácticas para prevenir caídas. Realizar ejercicios cortos y frecuentes en horarios fijos, grabar videos para registrar avances y consultar periódicamente con el terapeuta para ajustar los movimientos.

¿Cuál es la diferencia en intensidad de entrenamiento entre la fase aguda y la fase de recuperación?

En la fase aguda (como después de una cirugía), el entrenamiento es de baja intensidad, centrado en la movilidad articular y el equilibrio básico, evitando cargas excesivas. En la fase de recuperación, se aumenta progresivamente la carga, incluyendo pasos, subidas y bajadas de pendientes. El terapeuta ajusta la intensidad y los objetivos semanalmente según la recuperación muscular.

¿Es necesario prestar atención especial a la vestimenta durante el entrenamiento de la marcha?

Se recomienda usar calzado cómodo y adecuado, con suelas no superiores a 1.5 cm de grosor, evitando tacones altos o sandalias blandas. Para pacientes con daño neurológico, puede ser necesario usar órtesis o ayudas para caminar, y el terapeuta ofrecerá recomendaciones específicas según cada caso.

¿Cuánto tiempo tarda en mostrar resultados el entrenamiento de la marcha?

Por lo general, se empiezan a notar mejoras en 4 a 6 semanas, aunque la velocidad de recuperación varía según la gravedad de la lesión, la edad y la cooperación del paciente. El terapeuta realiza análisis de la marcha cada 4 semanas para evaluar ciclos, longitud de paso e índices de estabilidad, ajustando las estrategias para acelerar el progreso.