Ulcerative Colitis - Overview

La colitis ulcerosa es una enfermedad inflamatoria crónica del intestino que afecta principalmente la capa mucosa del colon. Esta enfermedad autoinmune provoca inflamación persistente de la mucosa intestinal, causando dolor abdominal, diarrea y evacuaciones con moco o sangre. Según estudios epidemiológicos, esta condición es más frecuente en personas de 20 a 40 años y de 50 a 70 años, con una incidencia relativamente alta en países desarrollados.

La característica principal de la overview de la colitis ulcerosa es que las lesiones se limitan a la mucosa del colon, diferenciándose de otras enfermedades inflamatorias intestinales como la enfermedad de Crohn. Los pacientes pueden experimentar períodos prolongados de remisión alternados con brotes agudos, y en casos severos, pueden surgir complicaciones como perforación ulcerosa o hemorragia masiva. El diagnóstico precoz y el tratamiento son cruciales para controlar la progresión de la enfermedad, aunque actualmente no existe una cura definitiva. El objetivo del tratamiento es aliviar los síntomas y prevenir complicaciones.

Causas y factores de riesgo

Las causas de la colitis ulcerosa son complejas e involucran una interacción de factores genéticos, anomalías del sistema inmunológico y factores ambientales. Estudios genéticos muestran que si hay antecedentes familiares de primer grado, el riesgo de desarrollar la enfermedad aumenta aproximadamente de 3 a 5 veces. Algunas variantes genéticas como NOD2 y ATG16L1 pueden causar disfunción en la barrera mucosa intestinal, facilitando que los antígenos bacterianos desencadenen respuestas inmunes.

La disfunción inmunológica es un mecanismo clave en la patogénesis, donde las células T del paciente pueden confundir las bacterias normales del intestino como amenazas, secretando excesivamente mediadores inflamatorios como TNF-α. Los factores ambientales incluyen patrones dietéticos occidentales (alto contenido en grasas, bajo en fibra), antecedentes de tabaquismo, uso de antibióticos y estilos de vida urbanos, que pueden activar la enfermedad en individuos genéticamente susceptibles.

  • Predisposición genética: ciertos genotipos HLA están relacionados con mayor riesgo
  • Disfunción inmunológica: activación anormal de células Th17
  • Factores ambientales: vida urbana, dieta occidental, historia de tabaquismo

Síntomas

Los síntomas típicos suelen desarrollarse lentamente, comenzando con diarrea leve o cambios en los hábitos intestinales. A medida que progresa la enfermedad, los pacientes experimentan diarrea frecuente con moco y sangre fresca, dolor en el cuadrante inferior izquierdo del abdomen. Aproximadamente el 30% presenta manifestaciones extraintestinales, como artritis, conjuntivitis y erupciones cutáneas, entre otros síntomas sistémicos.

Durante un brote agudo, pueden presentarse síntomas severos como:

  1. Más de 10 deposiciones diarias con sangre, moco y sangre en las heces
  2. Fiebre superior a 38.5°C
  3. Aceleración del ritmo cardíaco por taquicardia compensatoria (>100 latidos por minuto)

En algunos casos, pueden aparecer signos de emergencia:

  • Deshidratación severa con hipotensión
  • Signos de irritación peritoneal que sugieren perforación intestinal
  • Anemia severa con hemoglobina inferior a 7 g/dL

Diagnóstico

El proceso diagnóstico requiere excluir infecciones intestinales y diferenciarse de otras patologías ulcerosas. El primer paso suele ser una colonoscía, que permite observar directamente la mucosa en busca de enrojecimiento, ulceraciones y puntos de sangrado, además de tomar biopsias para análisis histopatológico, confirmando características como hiperplasia de criptas.

Las imágenes diagnósticas, como la tomografía computarizada abdominal, evalúan el grosor de la pared intestinal y complicaciones como obstrucción por fecalitos. Los análisis de sangre muestran comúnmente elevaciones en la velocidad de sedimentación (VSG) y en la proteína C reactiva (PCR), pero estos marcadores no son específicos y deben interpretarse en conjunto con otros resultados. Las pruebas de heces ayudan a descartar infecciones bacterianas; si se detectan leucocitos o patógenos, se debe reconsiderar el diagnóstico.

Opciones de tratamiento

Tratamiento farmacológico

El tratamiento de primera línea incluye medicamentos antiinflamatorios como los 5-aminosalicilatos (por ejemplo, sulfasalazina), que inhiben la síntesis de prostaglandinas y reducen la inflamación de la mucosa intestinal. En brotes severos, se combinan con corticosteroides (como prednisona) para controlar los síntomas agudos, aunque su uso prolongado puede causar efectos adversos como osteoporosis.

Los agentes biológicos, como los anticuerpos monoclonales anti-TNF-α (ejemplo, infliximab), son adecuados para pacientes con enfermedad moderada a grave que no responden a tratamientos convencionales, requiriendo monitoreo de la formación de anticuerpos y riesgos infecciosos. Los inmunomoduladores como 6-mercaptopurina (6-MP) y azatioprina se emplean para mantener la remisión, con controles periódicos de función hepática y conteo de leucocitos.

Tratamiento quirúrgico

Alrededor del 25-30% de los pacientes eventualmente requieren cirugía para extirpar el colon, buscando curar la enfermedad. Las indicaciones incluyen casos refractarios a medicamentos, sospecha de lesiones precancerosas y crisis de megacolon tóxico. La cirugía consiste en la colectomía total con ileoanal anastomosis (IPAA), que permite conservar la función anal, aunque requiere un abordaje en etapas y seguimiento cercano de la cicatrización de la anastomosis.

Prevención

No existe una forma de prevenir completamente los brotes, pero se pueden reducir mediante un manejo adecuado del estilo de vida. Se recomienda monitorear periódicamente indicadores como hemoglobina, albúmina y marcadores inflamatorios para detectar cambios tempranos.

Los cambios en el estilo de vida incluyen:

  • Adoptar una dieta baja en fibra para reducir la carga en el intestino
  • Realizar ejercicio regular para fortalecer el sistema inmunológico
  • Evitar medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) que irritan el intestino

La intervención psicológica, como programas de manejo del estrés, también ha demostrado reducir la frecuencia de los brotes, por lo que se recomienda crear un plan de manejo personalizado en colaboración con el equipo médico.

¿Cuándo debe consultar al médico?

Debe acudir a consulta médica de inmediato si presenta:

  • Diarrea o dolor abdominal persistente por más de dos semanas
  • Sangrado evidente durante la defecación
  • Pérdida de peso inexplicada superior al 5%

En caso de emergencia, busque atención médica urgente si presenta:

  • Signos de irritación peritoneal (dolor a la palpación, rebote)
  • Síntomas de shock con presión arterial inferior a 90/60 mmHg
  • Confusión o alteración del estado de conciencia

El seguimiento regular y la atención oportuna en caso de empeoramiento de los síntomas durante el tratamiento son esenciales para evitar complicaciones.

 

Preguntas frecuentes

¿Cómo debo ajustar mi dieta durante los brotes para aliviar los síntomas?

Durante un brote, se recomienda una dieta baja en fibra y fácil de digerir, como arroz blanco, pescado al vapor y pollo sin piel, evitando alimentos grasos, picantes y gaseosos. Se sugiere comer varias veces al día en porciones pequeñas y consultar a un nutricionista para un plan personalizado. En casos de diarrea severa o sangrado, se debe suspender la ingesta de sólidos y mantener la hidratación con soluciones electrolíticas orales.

¿El uso prolongado de biológicos aumenta el riesgo de infecciones?

Los medicamentos biológicos inhiben vías específicas del sistema inmunológico, lo que puede incrementar el riesgo de infecciones leves, como infecciones respiratorias superiores, aunque el riesgo de infecciones graves es menor. Antes de iniciar el tratamiento, el médico evaluará el riesgo de infecciones potenciales (como antecedentes de tuberculosis). Durante el tratamiento, se realiza un monitoreo regular de marcadores serológicos y se recomienda evitar el contacto con fuentes de infección. La vacunación, como la vacuna contra la gripe, puede reducir algunos riesgos.

¿Qué cambios en la calidad de vida pueden experimentar los pacientes tras una colectomía total?

Tras una colectomía total, los pacientes necesitan una ileostomía permanente, lo que requiere adaptarse al cuidado diario de la bolsa de ostomía. Sin embargo, a largo plazo, puede aliviar significativamente los síntomas intestinales. Algunos pacientes experimentan aumento en la frecuencia de las evacuaciones o dificultades en el control, pero con educación en el cuidado de la ostomía y apoyo psicológico, aproximadamente el 80% logra retomar actividades sociales y cotidianas normales.

¿Cómo afecta la gestión del estrés a la frecuencia de recaídas de la enfermedad?

El estrés puede desencadenar respuestas inmunológicas anormales en el intestino, agravando la inflamación. Técnicas como la meditación mindfulness, ejercicio regular (como yoga) y apoyo social pueden reducir la secreción de cortisol y mejorar el control de los síntomas. Estudios muestran que el manejo regular del estrés puede reducir en un 30-40% la recurrencia anual, por lo que se recomienda complementarlo con la medicación.

¿Es seguro usar inmunosupresores durante el embarazo?

El uso de inmunosupresores tradicionales durante el embarazo, como la 6-MP, requiere precaución, ya que pueden afectar el desarrollo fetal. La tendencia actual es suspender medicamentos de alto riesgo antes del embarazo y optar por biológicos como adalimumab, con monitoreo cercano. La investigación indica que las pacientes con síntomas estables durante el embarazo no tienen un mayor riesgo de parto prematuro en comparación con la población general, pero deben ser supervisadas por un especialista durante todo el proceso.

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