Migraines - Overview

La migraña es una enfermedad neurológica común caracterizada por episodios recurrentes de dolor de cabeza moderado a severo, a menudo acompañados de síntomas del sistema nervioso autónomo. Esta condición no solo afecta la calidad de vida del paciente, sino que en casos severos puede interferir con las actividades diarias y la productividad laboral. Según estadísticas, aproximadamente el 15% de la población mundial sufre de migraña, siendo la prevalencia mucho mayor en mujeres, lo que sugiere una posible relación con cambios hormonales. Este artículo abordará las causas, síntomas, diagnóstico, tratamientos y estrategias de prevención de esta frecuente pero a menudo subestimada problemática neurológica.

La medicina moderna clasifica la migraña como una «enfermedad neurovascular» dentro de las enfermedades crónicas, cuyo mecanismo patológico implica una interacción anormal entre la actividad neuronal cerebral y el sistema vascular. Los pacientes suelen describir que el dolor de cabeza es predominantemente unilateral, con una sensación pulsátil, que puede empeorar con la actividad física. Es importante destacar que aproximadamente el 30% de los pacientes experimentan síntomas aura antes del dolor, como alteraciones visuales o entumecimiento en las extremidades. La definición y tratamiento del «migraña con aura» difiere ligeramente de la de la migraña sin aura. Conocer estas características clave ayuda en la detección temprana y en la intervención oportuna.

Causas y factores de riesgo

El mecanismo de la migraña involucra una interacción compleja entre susceptibilidad genética y factores desencadenantes ambientales. Estudios genéticos muestran que si uno de los padres tiene antecedentes de migraña, el riesgo de que su hijo la desarrolle aumenta en un 50%, y si ambos padres están afectados, el riesgo puede llegar hasta el 75%. En cuanto a la fisiopatología, la disfunción en la inhibición cortical conduce a un fenómeno de sensibilización, junto con la activación del sistema trigémino-vascular, que provoca la liberación de mediadores inflamatorios. Este proceso puede causar dilatación de los vasos sanguíneos en el cuero cabelludo y en el interior del cráneo, generando señales de dolor.

Los desencadenantes varían entre individuos, pero comúnmente incluyen cambios hormonales (como ciclos menstruales o uso de anticonceptivos orales), ciertos componentes alimenticios (como tirosina y nitratos), alteraciones en el ritmo de sueño (como exceso de sueño o insomnio), cambios climáticos y estímulos sensoriales excesivos (luz brillante, ruidos fuertes). Investigaciones indican que el aumento prolongado del cortisol, hormona del estrés, puede disminuir el umbral de dolor cerebral, creando un ciclo vicioso: dolor → estrés → dolor aún más intenso.

  • Genética: polimorfismos en genes como MTF1, TRPM8 y otros relacionados con la susceptibilidad
  • Disfunción neurológica: fenómeno de corteza cerebral de dispersión inhibida (CSD)
  • Factores ambientales: el 70% de los pacientes puede identificar desencadenantes específicos

Síntomas

Los episodios de migraña generalmente se dividen en cuatro fases: fase premonitoria, aura, fase de dolor de cabeza y fase postdromica. Aproximadamente el 75% de los pacientes experimentan síntomas premonitorios 24-48 horas antes del dolor, como cambios de humor, aumento de la frecuencia urinaria o antojos por ciertos alimentos. La fase de aura puede manifestarse como destellos visuales, entumecimiento unilateral o dificultades del lenguaje, que suelen durar entre 10 y 60 minutos, sin exceder una hora.

  1. Fase de dolor: dolor pulsátil unilateral, acompañado de sensibilidad a la luz y al sonido, que empeora con la actividad
  2. Fase postdromica: después del episodio, puede persistir fatiga, sensibilidad en el cuero cabelludo o estado de ánimo deprimido, que dura desde varias horas hasta días

Es importante notar que aproximadamente el 25% de los pacientes presenta migraña con aura, en la cual las exploraciones de neuroimagen suelen ser normales, aunque la fMRI cerebral muestra anomalías metabólicas en áreas específicas durante los episodios. Algunos pacientes también presentan síntomas del sistema nervioso autónomo, como náuseas, vómitos y anisocoria, cuya gravedad y frecuencia están correlacionadas.

Diagnóstico

El diagnóstico de migraña se basa principalmente en la historia clínica y la descripción de los síntomas, ya que actualmente no existen pruebas de laboratorio específicas para confirmarlo. La tercera edición de la Clasificación Internacional de Cefaleas (ICHD-3) define los criterios diagnósticos como al menos cinco episodios que cumplan con ciertos requisitos, excluyendo otras causas secundarias de cefalea. Los médicos detallan las características del dolor, duración, síntomas asociados y posibles desencadenantes.

Es necesario descartar emergencias neurológicas como hemorragia intracraneal, tumores cerebrales o glaucoma, mediante estudios como resonancia magnética cerebral o punción lumbar. La evaluación incluye el uso de un diario de cefaleas para registrar la frecuencia y severidad de los episodios, ayudando a confirmar el diagnóstico. La mitad de los pacientes son inicialmente mal diagnosticados con cefalea tensional, por lo que una descripción precisa de los síntomas es fundamental.

  • Estándares diagnósticos ICHD-3: características del dolor, síntomas acompañantes y criterios de exclusión
  • Pruebas complementarias: resonancia magnética o tomografía cerebral para descartar lesiones orgánicas
  • Diario de cefaleas: registro continuo durante 2-4 semanas para identificar patrones de episodios

Opciones de tratamiento

Alivio del dolor agudo

El tratamiento agudo busca bloquear rápidamente la progresión del dolor. Los medicamentos de primera línea incluyen triptanes y ergots. Los triptanes actúan específicamente sobre los receptores 5-HT1B/1D, provocando constricción vascular y reduciendo la inflamación. Los AINEs, como ibuprofeno, son efectivos si se usan en las primeras horas del episodio, aunque su uso prolongado puede causar efectos adversos gastrointestinales.

Tratamiento preventivo

Se recomienda la medicación preventiva en pacientes con más de 4 días de episodios mensuales o que no responden a tratamientos agudos. Los fármacos comunes incluyen betabloqueantes (como propranolol), anticonvulsivos (como ácido valproico) y nuevos anticuerpos anti-CGRP. Además, terapias no farmacológicas como la estimulación nerviosa (por ejemplo, estimulación del nervio vago) y la biofeedback han mostrado tasas de alivio del 60-70% en ciertos grupos.

  • Medicamentos: se requiere un mínimo de 2-3 meses para evaluar la eficacia
  • Tratamientos no farmacológicos: acupuntura ha demostrado reducir los días de episodios mensuales en el índice de discapacidad por cefalea (HDI)
  • Tratamiento agudo: los medicamentos deben usarse en las primeras horas de dolor para mayor eficacia

Prevención

Las estrategias preventivas combinan cambios en el estilo de vida y medicación. Mantener un ciclo de sueño regular (7-8 horas diarias) puede reducir en un 40% el riesgo de episodios. La actividad física regular (como 150 minutos de ejercicio aeróbico por semana) también ayuda a disminuir la frecuencia. En la alimentación, evitar carnes procesadas con nitritos, cafeína en exceso y quesos ricos en tiramina puede reducir los desencadenantes.

El manejo del estrés es clave; técnicas como la meditación mindfulness y la terapia cognitivo-conductual (TCC) pueden reducir los niveles de estrés en un 25-30%. La medicación preventiva se recomienda en casos con más de 8 días de episodios al mes o episodios que duren más de 4 horas. Los nuevos medicamentos anti-CGRP pueden reducir la frecuencia en un 50%, aunque deben considerarse los posibles efectos adversos como alteraciones en la función plaquetaria.

  • Control ambiental: evitar cambios bruscos de presión atmosférica y ambientes con luz intensa
  • Suplementos nutricionales: coenzima Q10 y vitamina B2 pueden disminuir la frecuencia de episodios
  • Tratamientos alternativos: la estimulación eléctrica transcutánea (TENS) ha mostrado reducir la frecuencia mensual en ensayos clínicos

¿Cuándo debe consultar al médico?

Debe acudir al médico si el patrón de dolor cambia, si se intensifica repentinamente o si aparecen síntomas neurológicos como debilidad unilateral o dificultad del habla, para descartar emergencias del sistema nervioso central. Si los episodios superan las 4 veces al mes o duran más de 72 horas, se debe derivar a un neurólogo. Es fundamental realizar un diagnóstico temprano para evitar complicaciones como la cefalea por uso excesivo de medicamentos (MOH). Cuando los días de episodios superan los 15 al año y se usan analgésicos por más de 10 días consecutivos, existe riesgo de dependencia y agravamiento del dolor, por lo que el tratamiento debe ajustarse bajo supervisión médica.

El seguimiento regular es especialmente importante en pacientes con migraña crónica. Llevar un diario de cefaleas ayuda a identificar desencadenantes y ajustar la medicación preventiva, reduciendo en un 70% la frecuencia anual. Ante síntomas de alarma como cefalea post-traumática o antecedentes inmunosupresores con dolor de cabeza nuevo, se recomienda realizar estudios de neuroimagen de inmediato.

 

Preguntas frecuentes

¿Qué métodos no farmacológicos puedo probar para aliviar la migraña durante un episodio?

Durante el inicio del episodio, se puede aplicar una compresa fría (como una bolsa de hielo en el lado afectado de la cabeza o el cuello) o realizar un masaje suave en las sienes para aliviar los síntomas. Es recomendable descansar en un ambiente tranquilo y oscuro, además de mantenerse hidratado, especialmente en casos de deshidratación que pueden desencadenar dolor.

¿Qué hábitos alimenticios diarios pueden desencadenar migrañas?

Algunos alimentos y bebidas conocidos por desencadenar migrañas incluyen carnes procesadas con nitritos, quesos maduros ricos en tiramina, aditivos artificiales como nitratos y bebidas con cafeína en exceso. Algunas personas son sensibles al chocolate, cítricos o alcohol, por lo que llevar un «diario alimentario» puede ayudar a identificar los desencadenantes específicos.

¿Por qué los médicos recomiendan usar medicamentos preventivos solo en casos frecuentes?

Los medicamentos preventivos, como betabloqueantes o anticonvulsivos, pueden tener efectos adversos en el hígado o los riñones, por lo que generalmente se indican solo en pacientes con más de 4 días de episodios al mes y que afectan significativamente su calidad de vida. La evaluación médica considera la edad, las comorbilidades y las interacciones medicamentosas para valorar los riesgos y beneficios a largo plazo.

¿El ejercicio regular puede reducir la frecuencia de las migrañas?

El ejercicio aeróbico moderado, como caminar rápido o nadar, puede regular los niveles de serotonina y disminuir la frecuencia de episodios a largo plazo. Sin embargo, se debe evitar el ejercicio excesivo, ya que puede ser un desencadenante. Se recomienda comenzar con 3 sesiones semanales de 20-30 minutos, ajustando bajo supervisión médica.

¿Qué evidencia respalda el manejo del estrés en el tratamiento de la migraña?

El estrés psicológico es uno de los principales desencadenantes de la migraña. La terapia cognitivo-conductual (TCC) y la meditación mindfulness han demostrado reducir la frecuencia de episodios. Técnicas de manejo del estrés, como la respiración profunda y la planificación del tiempo, ayudan a regular el sistema nervioso autónomo y a disminuir los ciclos viciosos de inflamación nerviosa y dolor.

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