La cirugía laparoscópica es un procedimiento diagnóstico y terapéutico realizado mediante técnicas mínimamente invasivas, que consiste en insertar una cámara laparoscópica y instrumentos quirúrgicos a través de pequeñas incisiones en el abdomen, permitiendo a los médicos observar directamente las estructuras internas y realizar intervenciones. Esta técnica combina un sistema de visualización de imágenes que permite realizar con precisión resecciones de tejidos, suturas o eliminación de lesiones, reduciendo significativamente la invasividad en comparación con la cirugía abdominal abierta tradicional.
Sus principales objetivos incluyen el diagnóstico de dolores abdominales de causa desconocida, la realización de cirugías ginecológicas o del sistema digestivo, y el tratamiento de enfermedades específicas de órganos. En comparación con la cirugía convencional, la laparoscopía presenta ventajas como menor trauma y recuperación más rápida, y actualmente se aplica ampliamente en cirugía general, ginecología y urología.
Se dividen en laparoscopía diagnóstica y terapéutica según su función. La cirugía diagnóstica se utiliza para confirmar la localización y extensión de lesiones, mientras que la terapéutica implica tratar directamente las lesiones, como la extirpación de la vesícula biliar, quistes ováricos o realizar anastomosis intestinal. Durante la operación, se insufla dióxido de carbono en la cavidad abdominal para separar la pared abdominal de los órganos internos y ampliar el campo visual.
Su mecanismo de acción consiste en transmitir imágenes en tiempo real mediante una cámara de alta resolución, y manipular instrumentos especializados para realizar operaciones precisas. Los médicos controlan los instrumentos a través de una pantalla para realizar suturas, hemostasia y otras acciones, y al finalizar, se desinfla el gas, requiriendo solo suturar o cerrar con puntos una incisión de 0.5 a 1.5 cm.
Las indicaciones comunes incluyen:
Otras situaciones incluyen drenaje de quistes hepáticos, estadificación de linfadenopatía abdominal y separación de adherencias. En algunos casos, se requiere combinar con otras técnicas de imagen, como ultrasonido o tomografía computarizada, para evaluación preoperatoria.
La cirugía generalmente se realiza bajo anestesia general, con tres a cuatro incisiones de 0.5 a 1.2 cm en el abdomen, una para la inserción del laparoscopio y las otras para los instrumentos. La duración varía según la complejidad, generalmente entre 1 y 3 horas, pudiendo extenderse en casos complejos.
Después de la operación, se requiere observación durante 4 a 6 horas antes de reanudar la alimentación, y la hospitalización suele durar de 1 a 3 días. Casos especiales, como cirugías hepáticas, pueden requerir hospitalización de 5 a 7 días. Durante la recuperación, se recomienda evitar esfuerzos físicos intensos, aunque se puede comenzar a retomar actividades cotidianas aproximadamente a la semana.
Las principales ventajas incluyen menor trauma y menor pérdida de sangre, con una sola incisión que puede reducir el daño tisular en más del 60%. Los pacientes generalmente pueden salir del hospital en 24 a 48 horas, con una recuperación que reduce el tiempo en comparación con la cirugía abierta en un 50% a 70%.
Otros beneficios son:
Las complicaciones posibles incluyen:
Los riesgos graves incluyen infecciones abdominales y trombosis venosa profunda, y en pacientes mayores o con obesidad, el riesgo anestésico puede aumentar. En algunos casos, debido a estructuras anatómicas difíciles, se puede convertir a cirugía abierta, con una tasa de conversión de aproximadamente 2% a 5%.
Las contraindicaciones incluyen:
Antes de la cirugía, se deben realizar pruebas de coagulación y evaluación de imágenes abdominales. Los pacientes con insuficiencia cardíaca o pulmonar deben evaluar los riesgos anestésicos, y en embarazadas en etapas avanzadas o con obesidad severa, puede ser necesario ajustar la estrategia quirúrgica.
En comparación con la cirugía abierta tradicional, la laparoscopía puede reducir la tasa de infecciones pero requiere mayor habilidad técnica. En comparación con la cirugía asistida por laparoscopía, la técnica puramente laparoscópica evita completamente las grandes incisiones, aunque en casos complejos puede ser necesario usar pequeños canales auxiliares.
En tratamientos ginecológicos, la extirpación de quistes ováricos por laparoscopía y la terapia farmacológica constituyen un enfoque escalonado: en casos de quistes mayores de 5 cm o sospecha de malignidad, se recomienda cirugía, mientras que en quistes pequeños, se puede optar por observación o terapia hormonal.
Los estudios muestran que la tasa de complicaciones en la colecistectomía laparoscópica es inferior al 4%, y el tiempo de recuperación es al menos 7 días menor que en la cirugía tradicional. La tasa de recurrencia a los 5 años en la extirpación de quistes ováricos terapéuticos es aproximadamente del 8% al 12%, sin diferencias significativas con la cirugía abierta.
En casos de resección local de cáncer de colon y recto, la tasa de complicaciones a los 30 días con laparoscopía es inferior al 15%, comparable a la cirugía robótica con Da Vinci, pero con menor costo en equipo.
Las alternativas incluyen:
Al elegir una alternativa, se deben considerar la localización de la lesión y la condición del paciente. Por ejemplo, en pacientes con obesidad severa, puede preferirse la cirugía asistida por el robot Da Vinci, y en pacientes mayores, debido a riesgos anestésicos, puede optarse por estrategias de tratamiento escalonado.
¿Qué preparativos son necesarios antes de una cirugía laparoscópica?
Antes de la cirugía, se deben realizar análisis de sangre, estudios de imagen (como ultrasonido o tomografía computarizada), y una evaluación del riesgo anestésico por parte del médico. Es necesario ayunar 8 horas antes y no beber líquidos 4 horas antes, además de informar al médico sobre los medicamentos que se están tomando (especialmente anticoagulantes) para evitar riesgos de sangrado durante la operación. El día de la cirugía, se debe cambiar a ropa hospitalaria y remover todos los accesorios metálicos y joyas.
¿Cuándo se puede retomar la actividad diaria después de la cirugía?
Generalmente, se puede comenzar con actividades leves como caminar en 1-2 días, pero se debe evitar levantar objetos pesados o realizar esfuerzos intensos por al menos 2 semanas. El tiempo total para volver a las actividades normales varía según el tipo de cirugía, por ejemplo, la extirpación laparoscópica de la vesícula suele requerir de 1 a 2 semanas, mientras que cirugías gastrointestinales pueden tardar de 4 a 6 semanas. El médico dará recomendaciones específicas según la recuperación individual.
¿Cómo aliviar el dolor en el cuello y los hombros después de la cirugía?
El dióxido de carbono utilizado durante la cirugía puede irritar el diafragma, causando molestias en los hombros y cuello, lo cual es común. Los médicos suelen recetar analgésicos, y el paciente puede aliviar los síntomas con compresas calientes, movimientos suaves del hombro o elevando la parte superior del cuerpo en reposo. Estos síntomas generalmente desaparecen en 3-4 días, pero si el dolor persiste o empeora, se debe consultar inmediatamente al médico.
¿Cuáles son los cuidados en las heridas después de la cirugía laparoscópica?
Las heridas deben mantenerse limpias y secas, evitando contaminantes, aunque generalmente no es necesario realizar curaciones diarias. Las heridas pequeñas pueden sellarse con apósitos adhesivos, y las heridas mayores pueden requerir puntos. Si aparecen enrojecimiento, hinchazón, secreción anormal o fiebre, se debe acudir al médico. La cicatrización completa suele tomar de 1 a 2 semanas, y durante este período se debe evitar remojar las heridas (como bañarse en tina).
¿Existe diferencia en las tasas de recurrencia entre la cirugía laparoscópica y la cirugía abierta?
La tasa de recurrencia depende principalmente de la naturaleza de la enfermedad, no del método quirúrgico. Sin embargo, la laparoscopía, al causar menor daño tisular y menor riesgo de infecciones y adherencias, puede reducir indirectamente la necesidad de cirugías secundarias. Por ejemplo, la recurrencia a largo plazo de quistes ováricos tratados laparoscópicamente es comparable a la cirugía abierta, pero con una recuperación significativamente más rápida.