El reemplazo de rodilla es una cirugía ortopédica común utilizada principalmente para reparar articulaciones severamente dañadas o degeneradas. Este procedimiento implica remover huesos y cartílagos afectados y colocar una prótesis artificial para restaurar la movilidad articular y aliviar el dolor. La cirugía suele ser indicada para pacientes que no responden a tratamientos conservadores (como medicamentos y fisioterapia), mejorando significativamente su calidad de vida.
La intervención se divide en reemplazo total de rodilla y reemplazo parcial, y el médico elegirá la opción según el alcance del daño. Tras la cirugía, es necesario realizar rehabilitación para recuperar fuerza muscular y función articular. Este método en Taiwán está bastante consolidado y es una de las opciones estándar para la artritis en etapa terminal.
El reemplazo total de rodilla (Reemplazo Total de Articulación de Rodilla) sustituye toda la estructura de la articulación, incluyendo el fémur, la tibia y el cartílago rotuliano. Los componentes de la prótesis suelen estar hechos de aleación de titanio y polietileno de alta densidad, diseñados para simular el funcionamiento natural de la articulación. El reemplazo parcial (Reemplazo Parcial de Rodilla) solo reemplaza la parte dañada, ya sea la zona interna o externa, y es adecuado para pacientes con daño localizado.
El mecanismo de la cirugía consiste en eliminar tejidos inflamados y reconstruir la alineación de la articulación, reduciendo la fricción directa entre huesos. El diseño biocompatible de las prótesis evita reacciones de rechazo, y las tecnologías de recubrimiento superficial facilitan la integración ósea. La tecnología moderna permite personalizar las prótesis según la anatomía del paciente, mejorando la estabilidad a largo plazo.
Se indica principalmente para enfermedades que causan destrucción severa de la articulación, como la osteoartritis y la artritis reumatoide. Cuando las radiografías muestran desaparición del espacio articular, proliferación de osteofitos y el dolor no puede controlarse con medicamentos, se considera la cirugía. Lesiones en el menisco por traumatismos, degeneración, deformidades articulares por traumatismos severos, también son indicaciones comunes.
En cuanto a la edad, generalmente se recomienda para pacientes mayores de 50 años, aunque en adolescentes con daño articular severo por traumatismos o anomalías congénitas también puede considerarse. El médico evaluará el estado general de salud, incluyendo función cardiopulmonar y control de enfermedades metabólicas, para decidir la idoneidad de la cirugía.
La cirugía se realiza generalmente bajo anestesia general o epidural, con una duración de aproximadamente 1.5 a 3 horas. Se realiza una incisión en la parte frontal de la rodilla, se remueven los huesos y cartílagos dañados, y se fijan los componentes metálicos en los extremos del fémur y la tibia, además de colocar un cojín de polietileno como amortiguador. Finalmente, se sutura y se vendan las heridas.
No existe un concepto de "dosis", pero la selección de la prótesis debe ajustarse según el peso del paciente, nivel de actividad y estructura anatómica. Por ejemplo, pacientes con sobrepeso necesitan materiales de mayor resistencia, y pacientes activos requieren prótesis con mayor rango de movimiento. La rehabilitación comienza al día siguiente de la cirugía, con una estancia hospitalaria de aproximadamente 3 a 7 días. Todo el proceso incluye evaluación preoperatoria, cirugía y rehabilitación.
En comparación con los tratamientos conservadores, la cirugía puede mejorar significativamente los índices de función activa (como subir escaleras y agacharse). Las tecnologías mínimamente invasivas modernas han reducido el tiempo de recuperación, y algunos pacientes pueden volver a actividades leves en 2 a 3 semanas. Estudios a largo plazo muestran que las visitas a emergencias relacionadas con la artritis disminuyen en un 70% después de la cirugía.
Los principales riesgos incluyen:
Las complicaciones a corto plazo pueden incluir hinchazón, entumecimiento temporal o rigidez articular. En casos muy raros, puede haber complicaciones anestésicas o daño nervioso. Tras la cirugía, es fundamental seguir estrictamente el plan de rehabilitación, de lo contrario, puede ocurrir atrofia muscular o sensación de bloqueo en la articulación.
Antes de la cirugía, es necesario evaluar la función cardiopulmonar, y ajustar el tratamiento en pacientes con diabetes o trastornos de coagulación. Las contraindicaciones incluyen:
Después de la cirugía, se deben evitar actividades de alto impacto (como maratones) y realizar radiografías de seguimiento periódicas. Los pacientes deben suspender anticoagulantes 6 semanas antes de la operación y controlar el nivel de glucosa para mantener HbA1c por debajo del 8%. En las primeras 24 horas, se recomienda cambiar de posición cada 2 horas para prevenir úlceras por presión.
Antes y después de la cirugía, se recomienda el uso de analgésicos (como inhibidores de COX-2), pero evitando su uso concomitante con anticoagulantes. La fisioterapia debe comenzar 48 horas después, mientras que la electroterapia o calor deben ser indicados por el médico. Si el paciente está en tratamiento con medicamentos para la osteoporosis (como bifosfonatos), se debe ajustar el momento de administración para evitar afectar la integración ósea.
En cuanto a la interacción con otras cirugías, si el paciente ha tenido recientemente una cirugía espinal, se deben ajustar las técnicas anestésicas. No hay interacción directa con terapias alternativas como la acupuntura, pero estas no deben sustituir el plan de rehabilitación indicado por el médico.
Ensayos controlados aleatorios muestran que el 95% de los pacientes experimentan una reducción del dolor en más del 60% en el primer año postoperatorio. La Sociedad Americana de Cirugía Ortopédica reporta que el 85% de los pacientes mantienen buena función a los 10 años. Los avances en el diseño de prótesis han reducido la incidencia de desplazamiento de la rótula de un 15% a menos del 5%.
El análisis de la base de datos de salud en Taiwán revela que, a los 3 meses postoperatorios, la capacidad de subir escaleras se recupera en un 78%, y la tasa de supervivencia a 10 años en pacientes mayores de 65 años no difiere significativamente de la de quienes no se sometieron a la cirugía. Estudios biomecánicos confirman que las fricciones de las prótesis modernas durante la carga se asemejan a las de las articulaciones naturales.
Las opciones conservadoras incluyen:
El tratamiento con biológicos para la artritis reumatoide puede retrasar la necesidad de cirugía. En Taiwán, algunos planes de seguro cubren terapias con concentrados de médula ósea como tratamiento central. Sin embargo, estos métodos solo son adecuados para pacientes con daño articular menor a grado 4 según la clasificación de Kellgren-Lawrence.
El manejo del dolor postoperatorio requiere una combinación de medicamentos y métodos no farmacológicos. El médico suele prescribir analgésicos y recomendar compresas de hielo para reducir la hinchazón, mientras que los fisioterapeutas guían ejercicios leves para promover la circulación. Los pacientes deben seguir las indicaciones médicas para el uso de medicamentos y usar ayudas para caminar durante las actividades para reducir la carga en la articulación y evitar molestias por exceso de movimiento.
¿Qué evaluaciones físicas se deben realizar antes de la cirugía? ¿Qué problemas de salud pueden afectar la planificación quirúrgica?Antes de la cirugía, se deben realizar evaluaciones de anestesia general, función cardiopulmonar y análisis de sangre, para detectar posibles trastornos de coagulación o infecciones. Enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares o obesidad severa pueden aumentar los riesgos y deben controlarse antes de programar la operación en consulta con el médico.
¿Cuál es la vida útil promedio de una prótesis artificial? ¿Es necesario reemplazarla periódicamente?Las prótesis modernas tienen una vida útil promedio de aproximadamente 15 a 20 años, dependiendo del peso del paciente, nivel de actividad y cuidado postoperatorio. Si la prótesis presenta desgaste que causa dolor o incomodidad, puede ser necesaria una segunda cirugía de reemplazo. Las radiografías periódicas permiten detectar anomalías a tiempo, pero generalmente no se recomienda reemplazarla de manera preventiva antes de que surjan problemas.
¿Cuándo se deben comenzar los ejercicios de rehabilitación postoperatoria? ¿Qué movimientos deben evitarse?Normalmente, los ejercicios leves de rehabilitación, como flexión y extensión de la rodilla y fortalecimiento muscular, se inician dentro de las 24 a 48 horas posteriores a la cirugía para prevenir rigidez. Se deben evitar sentadillas profundas, estar de pie por largos períodos o realizar actividades de alto impacto (como correr), y solo después de aproximadamente 6 meses, tras evaluación médica, se puede comenzar a regresar progresivamente a actividades normales.
¿Es posible realizar la cirugía en pacientes mayores de 70 años? ¿Qué cuidados especiales deben tener después?La edad en sí no es una contraindicación absoluta; lo importante es el estado general de salud. Los pacientes mayores deben evaluar su función cardiopulmonar y densidad ósea. Con riesgos controlados, la cirugía puede realizarse. Después, es fundamental implementar medidas para prevenir caídas, como usar dispositivos antideslizantes, y contar con la ayuda de familiares para las actividades diarias, evitando lesiones por pérdida de equilibrio.