La hemitiroidectomía (Hemithyroidectomy) es un procedimiento quirúrgico dirigido a un lóbulo tiroideo unilateral, principalmente utilizado para remover tejido tiroideo patológico. Este procedimiento es adecuado para enfermedades tiroideas benignas o malignas, como nódulos, tumores o disfunciones. Durante la operación, se conserva el lóbulo tiroideo contralateral para mantener la función normal de secreción de hormonas tiroideas.
En comparación con la tiroidectomía total, esta técnica permite preservar en la medida de lo posible la función tiroidea, reduciendo la necesidad de terapia de reemplazo hormonal a largo plazo. Las indicaciones comunes incluyen nódulos tiroideos unilaterales, carcinoma papilar y enfermedad de Graves, evaluando siempre el tamaño, la ubicación de la lesión y el estado general de salud del paciente.
Este procedimiento se divide en dos tipos: abierto tradicional y mínimamente invasivo con endoscopia. La cirugía tradicional implica una incisión transversal de 3-5 cm en el cuello para resecar directamente el lóbulo afectado, mientras que la técnica mínimamente invasiva utiliza instrumentos endoscópicos, reduciendo el daño tisular y las cicatrices. Desde el punto de vista mecánico, la eliminación del tejido patológico elimina la amenaza del tumor, conservando el lóbulo contralateral para seguir produciendo tiroxina (T4) y triyodotironina (T3).
Durante la cirugía, es crucial proteger con precisión el nervio laríngeo recurrente y las glándulas paratiroides para evitar afectar la función de las cuerdas vocales y la regulación del calcio en sangre. La duración de la operación es aproximadamente de 1 a 3 horas, requiere anestesia general y una hospitalización de 2 a 5 días. El informe patológico analizará los indicadores de malignidad del tejido reseñado para guiar el tratamiento posterior.
Se debe descartar la presencia de enfermedad que involucre ambos lóbulos o múltiples nódulos. Si la lesión invade tejidos circundantes, puede ser necesario realizar una tiroidectomía total. Antes de la cirugía, se realiza ecografía, punción con aguja fina y pruebas funcionales para confirmar la indicación.
El procedimiento incluye: anestesia general, realización de una incisión transversal de 3-5 cm en el cuello, separación del lóbulo tiroideo afectado y tejidos circundantes, ligadura de vasos sanguíneos y resección del lóbulo objetivo. La técnica mínimamente invasiva utiliza 2-3 pequeñas incisiones de 0.5-1 cm con instrumentos endoscópicos.
No existe un concepto de “dosis”, pero la extensión de la resección se ajusta según el tamaño de la lesión. Después de la operación, se realiza una biopsia congelada para verificar márgenes libres de tumor; si se detecta diseminación de células cancerosas, puede ser necesario ampliar la resección. Se realiza un monitoreo periódico de la función tiroidea y los niveles de calcio en sangre.
Comparado con la tiroidectomía total, la incidencia de hipotiroidismo postoperatorio puede reducirse al 15-20%, mejorando significativamente la calidad de vida del paciente. La tecnología endoscópica también permite reducir las cicatrices a menos de 3 cm, cumpliendo con requisitos estéticos.
Aproximadamente el 5-10% de los pacientes experimentan parálisis temporal de las cuerdas vocales, que generalmente se recupera en 3-12 meses. Si ambos nervios laríngeos recurrentes se dañan, puede ser necesaria una traqueotomía. Los pacientes con hipocalcemia deben suplementarse con calcio y vitamina D.
Antes de la cirugía, se debe evaluar la función cardiopulmonar, y controlar condiciones como diabetes o trastornos de la coagulación. Las contraindicaciones incluyen:
Después de la operación, se recomienda evitar esfuerzos físicos intensos durante 2 semanas y realizar entrenamiento de las cuerdas vocales para acelerar la recuperación. En casos sospechosos de cáncer, se realiza biopsia intraoperatoria y, si es necesario, se realiza una resección radical inmediata.
Al combinarse con terapia con yodo radioactivo, es importante verificar la sensibilidad de la lesión a la radiación. Los pacientes en anticoagulantes deben suspenderlos 5-7 días antes, aunque los nuevos anticoagulantes orales (como Xarelto) pueden ajustarse según indicación médica.
Para pacientes en tratamiento inmunosupresor, se debe evaluar el riesgo de infección. La terapia hormonal postoperatoria puede interactuar con otros medicamentos (como bloqueadores de calcio), por lo que se debe monitorear los niveles de calcio en sangre.
Según las directrices de la Asociación Americana de Tiroides, más del 95% de los pacientes con nódulos benignos experimentan alivio de síntomas tras la hemitiroidectomía. La tasa de supervivencia a 5 años en pacientes con cáncer tiroideo en etapas tempranas alcanza el 98%, sin diferencias significativas respecto a la tiroidectomía total.
Las encuestas de satisfacción estética tras la hemitiroidectomía endoscópica muestran que el 85% de los pacientes consideran que la cicatriz no es visible. Los seguimientos a largo plazo indican que la función tiroidea se mantiene normal en un 82% de los casos, demostrando las ventajas de esta técnica en la conservación funcional.
Tratamiento farmacológico: medicamentos antitiroideos (como PTU) son adecuados en las etapas iniciales de la enfermedad de Graves, aunque pueden requerir uso prolongado y presentar riesgos hepáticos.
Tratamiento con yodo radioactivo: indicado para pacientes que no pueden someterse a cirugía, aunque puede causar hipotiroidismo permanente.
Seguimiento observacional: nódulos benignos menores de 1 cm pueden ser monitoreados con ecografías cada 6-12 meses, aunque esto puede retrasar el diagnóstico precoz de malignidades.
La cirugía puede afectar temporalmente el nervio laríngeo recurrente, causando ronquera. La mayoría de los pacientes recuperan su voz en semanas o meses, pero si no mejora en más de 3 meses, se debe realizar una evaluación adicional para descartar daño nervioso. La evaluación periódica de la función de las cuerdas vocales permite detectar problemas tempranamente y ofrecer tratamiento.
¿Qué restricciones dietéticas o suplementos son necesarios después de la cirugía?Se recomienda evitar alimentos con alto contenido de yodo (como algas, nori) y monitorear regularmente los niveles de calcio en sangre. Si se extirpan las glándulas paratiroides, puede ser necesario suplementar con calcio y vitamina D. Seguir las indicaciones del nutricionista para un plan de dieta baja en yodo y alto en calcio ayuda a mantener el equilibrio del metabolismo tiroideo y del calcio.
¿Cuánto tiempo tarda en recuperarse la actividad diaria o el ejercicio ligero?Generalmente, se recomienda evitar levantar objetos pesados o realizar ejercicio intenso durante 1-2 semanas, pero se puede comenzar con caminatas suaves. La recuperación completa de las actividades diarias suele tomar entre 4 y 6 semanas. La duración exacta depende de la cicatrización y la evaluación médica, evitando actividades prematuras que puedan causar sangrado o infección.
¿Qué controles periódicos son necesarios y con qué frecuencia?Se deben realizar controles de función tiroidea (TSH, T4), niveles de calcio y ecografías de seguimiento cada 3-6 meses. Si la lesión fue maligna, la frecuencia puede aumentar a cada 6 meses durante más de 5 años, para detectar recurrencias tempranas.
¿Qué causas pueden estar relacionadas con calambres en manos y pies después de la cirugía y cómo tratarlas?Los calambres pueden ser signos de hipocalcemia, generalmente por daño a las glándulas paratiroides que altera el metabolismo del calcio. Es importante acudir a consulta para verificar los niveles de calcio y fósforo en sangre. El médico puede prescribir suplementos de calcio y vitamina D, y orientar sobre la dieta. En casos severos, puede requerirse hospitalización y tratamiento intravenoso.