La laringoscopía es un procedimiento médico que utiliza un endoscopio especializado para observar la estructura de la laringe, principalmente utilizado en pacientes con anomalías en la voz, dificultades respiratorias o sospecha de lesiones en la laringe. Esta técnica permite visualizar directamente la mucosa laríngea, las cuerdas vocales y los tejidos circundantes, detectando en tiempo real tumores, inflamaciones u obstrucciones por cuerpos extraños, además de facilitar biopsias o tratamientos simultáneos. Su diseño no invasivo hace que el procedimiento sea relativamente seguro, convirtiéndolo en una herramienta clave en la evaluación clínica otorrinolaringológica.
Este examen se divide en dos categorías principales: diagnóstica y terapéutica. La primera se centra en la evaluación visual, mientras que la segunda combina funciones mínimamente invasivas para tratamiento. Los médicos pueden ajustar el ángulo del endoscopio o aplicar aerosoles de medicamentos durante la exploración para observar completamente la anatomía laríngea y planificar tratamientos posteriores según las lesiones detectadas.
Utiliza un endoscopio rígido de metal o plástico que se inserta por la boca o la nariz, requiriendo anestesia local para evitar reflejos de náusea. Este tipo proporciona imágenes de alta resolución, adecuado para análisis de vibración de las cuerdas vocales o extracción de cuerpos extraños.
El paciente debe abrir la boca para facilitar la reflexión de la imagen laríngea mediante un espejo manual. Este método no requiere anestesia, pero exige mayor destreza del operador, siendo común en evaluaciones iniciales en urgencias.
Se recomienda para diagnóstico de nódulos, pólipos, parálisis de cuerdas vocales y otras lesiones, así como en casos de dolor de garganta prolongado, dificultad para tragar o ruidos respiratorios inexplicados. Cuando los síntomas vocales persisten más de 3 semanas sin mejoría o las imágenes muestran sombras en la laringe, los médicos suelen sugerir este examen.
Otras indicaciones incluyen sospecha de lesiones precancerosas en la laringe, evaluación de daños laríngeos tras intubación traqueal y diagnóstico en niños con malformaciones congénitas. En casos de trauma laríngeo o cuerpos extraños en urgencias, esta exploración permite confirmar rápidamente la localización de la lesión.
Antes del examen, se requiere ayuno de 2-4 horas y firma de consentimiento. La anestesia local generalmente se realiza con aerosol o gel de lidocaína al 1%, ajustando la cantidad según la sensibilidad de la mucosa. La duración del procedimiento es de aproximadamente 5-20 minutos, durante los cuales el paciente debe mantener una postura erguida y colaborar vocalizando según las indicaciones.
Para procedimientos terapéuticos como la extirpación de pólipos, se emplean tijeras micro o láser, extendiendo la duración hasta 30 minutos. Los médicos ajustan los parámetros del equipo según el tamaño de la lesión, por ejemplo, la potencia del láser entre 15-30W.
Su capacidad de observación dinámica ayuda a evaluar el cierre de las cuerdas vocales, siendo crucial en diagnósticos de parálisis vocal. Para los profesionales de la voz, permite localizar con precisión las lesiones y diseñar planes de rehabilitación.
Las molestias temporales comunes incluyen dolor de garganta (aproximadamente 20%), dificultad para tragar o aumento de la salivación, que usualmente se alivian en 24-48 horas. En algunos casos, puede presentarse urticaria o dificultad respiratoria por alergia a los anestésicos, requiriendo atención médica inmediata.
Riesgos graves incluyen desgarro de la mucosa (0.5%) o arritmias inducidas por anestesia. Pacientes con control glucémico deficiente en diabetes deben posponer el examen. Aquellos con antecedentes de cirugía laríngea pueden experimentar mayor dificultad debido a adherencias tisulares.
Contraindicaciones incluyen edema laríngeo agudo, lesiones hemorrágicas activas y reflejos de tos incontrolables. Es importante informar detalladamente al médico sobre el uso de medicamentos, especialmente esteroides o inmunosupresores, antes del procedimiento.
Los anestésicos locales pueden interactuar con antidepresivos tricíclicos, causando fluctuaciones en la presión arterial. En pacientes sometidos a radioterapia, se debe informar al médico para evitar malinterpretar la inflamación de la mucosa. La laringoscopía tiene un alcance más limitado que la broncoscopía, pero puede complementarse con ecografías. En tratamientos con láser, es importante coordinar con la quimioterapia para evitar retrasos en la reparación tisular.
Estudios multicéntricos muestran que la laringoscopía tiene una precisión diagnóstica del 98% en tumores de la cuerda vocal, con una tasa de error inferior al 2%. La laringoscopía dinámica tiene una sensibilidad del 85% en la evaluación de disfunciones vocales, convirtiéndose en el estándar de oro en medicina de la voz.
Comparada con endoscopios tradicionales, la fibrolaringoscopía reduce en un 40% el riesgo de daño nervioso laríngeo y aumenta en un 30% la aceptación del paciente. El seguimiento a largo plazo indica que los pacientes que reciben tratamiento combinado tienen un 60% menor tasa de recurrencia en comparación con solo medicación.
Las exploraciones de imagen como la MRI de la faringe y la laringe pueden mostrar lesiones profundas, pero carecen de función terapéutica inmediata. Los análisis acústicos evalúan el patrón de la voz, pero no reemplazan la visualización. La broncoscopía se limita a la tráquea, con mayor riesgo anestésico. La ecografía puede ayudar en lesiones superficiales, pero no en estructuras submucosas. En casos donde no sea posible la endoscopía, se puede considerar una tomografía computarizada de la garganta, aunque con exposición a radiación.
¿Qué preparativos son necesarios antes del examen? ¿Es necesario ayunar o usar anestesia?
Antes de la laringoscopía, generalmente se requiere ayuno de 4 a 6 horas para reducir el riesgo de vómito. Si se usa aerosol anestésico, se puede aplicar 10 minutos antes del procedimiento para adormecer la garganta; en casos de anestesia general (como en niños o pacientes muy nerviosos), se deben seguir las indicaciones del anestesiólogo respecto al ayuno y la coordinación del transporte. Es recomendable evitar medicamentos anticoagulantes el día del examen y comunicar cualquier alergia al personal médico.
¿Es normal sentir molestias en la garganta o ronquera después del examen? ¿Cuánto tiempo duran?
Es común experimentar leve dolor de garganta o ronquera temporal, que suele mejorar en 1 a 2 días. Si el dolor persiste más de 3 días, o si hay fiebre o dificultad para respirar, se debe consultar inmediatamente. Se recomienda evitar bebidas calientes, alimentos picantes y esfuerzos para aclarar la garganta durante las primeras 24 horas, y se pueden usar pastillas para aliviar la irritación.
¿Qué debo hacer si durante el examen me siento nervioso o incómodo?
Se puede acordar con el médico una señal de emergencia, como levantar la mano, para detener o ajustar la posición. Si se usa anestesia local, respirar profundamente y relajarse ayuda a reducir la incomodidad, siguiendo las instrucciones del médico. En caso de sedación, es importante que un acompañante esté presente y que no conduzca ni maneje maquinaria ese día.
¿Cuánto tiempo después del examen puedo recuperar la voz normal? ¿Debo detenerme del trabajo o descansar?
Se recomienda reducir el habla durante las primeras 24 horas, usando un tono de susurro y evitando esfuerzos físicos intensos. Si se detectan lesiones que requieren tratamiento, como la extirpación de pólipos, seguir las indicaciones médicas sobre reposo, generalmente una semana, evitando cantar o hablar en exceso. Los casos leves suelen volver a la actividad laboral al día siguiente, pero se recomienda evitar ambientes de alta presión.
¿Cuál es la diferencia en indicaciones y riesgos entre la laringoscopía con anestesia local y general?
La anestesia local es adecuada para adultos cooperativos y despiertos, permitiendo observar en tiempo real la actividad de las cuerdas vocales y una recuperación rápida, aunque puede causar sensación de cuerpo extraño. La anestesia general se emplea en pacientes que no pueden colaborar (como niños o personas con miedo severo), permitiendo realizar biopsias detalladas, pero con mayores riesgos anestésicos y tiempo de recuperación. La elección dependerá de la ubicación de la lesión, el estado general del paciente y los objetivos del examen.